Apuntes en torno al primer documento del GOM.
Como nuestros lectores saben, el grupo de investigación de la izquierda argentina, perteneciente a RyR, ha publicado ya distintos trabajos preliminares. En los dos artículos que siguen presentamos sus avances más recientes. Se trata del análisis de los primeros documentos del trotskismo argentino en el período peronista.
Por Alejandro Barton (docente universitario y miembro de Razón y Revolución)
- Introducción
En este trabajo nos concentramos en la posición que esbozó el morenismo en relación a la construcción del partido en su etapa fundacional. El objetivo es revelar si exitistió en ésta un boceto de estrategia. Con este fin, analizamos el primer documento (El partido)[1] de la primera agrupación morenista (el Grupo Obrero Marxista, GOM)[2]. Teniendo en cuenta la cantidad de virajes tácticos, con sus correspondientes denominaciones políticas, que experimentó la corriente morenista,[3]pareciera que ésta careció de estrategia y que cada paso de su trayectoria fue una adaptación a situaciones políticas cambiantes (oportunismo). Sin embargo, el primer paso para comprender la trayectoria de una corriente que intenta construir un partido obrero es identificar su tendencia orgánica subyacente (es decir las concepciones básicas que determinan su estrategia). El conocimiento de la estrategia permite reconstruir la historia del partido, en la medida en que cada momento de su trayectoria pueda explicarse como consecuencia de la misma.
Nuestra hipótesis es que el morenismo se ha desenvuelto de acuerdo con una estrategia a la hora de proponerse la construcción del partido. Su mira estratégica está orientada hacia la identificación de la “vanguardia obrera” que surge a partir de las luchas obreras inmediatas y menos a partir de orientaciones político programáticas hacia ella. En este sentido, el morenismo se caracteriza por un subdesarrollo de la función intelectual (dirigente) en relación con el énfasis puesto en la praxis y experiencia obreras. Creemos que es justamente esa orientación la que explica su tortuosa trayectoria, dirigida según el camino trazado por la “vanguardia proletaria”. Por otra parte, sostenemos que esa estrategia está ya condensada en el trabajo de Moreno que aquí analizamos. Es por eso que su análisis nos brinda herramientas para caracterizarla.
2. Estado de la cuestión
No existe en la bibliografía un análisis sobre la estrategia delineada en el primer documento del GOM. Horacio Tarcus[4] expone una breve historia del trotskismo argentino hasta el origen del peronismo, con el objeto de revelar las fuentes teóricas de los dos autores que constituyen el objeto central de su libro: Milcíades Peña y Silvio Frondizi. En el marco de este esquema (volcado hacia el análisis de la realidad nacional que hicieran las diferentes corrientes trotskistas, y no hacia la organización política), la conformación del GOM se estudia a partir de del análisis de la realidad que esta organización hace, y no desde su estructuración partidaria. Así Tarcus expone conceptos desarrollados en trabajos teóricos del GOM como las Tesis Agrarias o las Tesis Industriales, etc. o cita alguna caracterización sobre el peronismo en el periódico del GOM,[5] pero sólo hace una referencia marginal a la actividad política del GOM, cuando menciona la “proletarización” de sus miembros.
Entre los trabajos orientados hacia el aspecto político partidario, el de Osvaldo Coggiola[6] hace una descripción simultánea de la actividad en el movimiento obrero que, a partir de 1943, ensayaran las diferentes corrientes trotskistas que surgieron con la ruptura del Partido Obrero de la Revolución Socialistas (PORS)[7]. En este marco analiza la actividad de la agrupación de Moreno y su inserción en el movimiento obrero, describiendo su intervención desde 1944 hasta 1948. La conclusión a la que arriba es solidaria con nuestra hipótesis sobre el déficit político dirigente de la corriente morenista. Esto puede apreciarse a partir de la siguiente cita con la que Coggiola sintetiza su caracterización sobre la inserción morenista en el movimiento obrero durante ese período:
“Según Andrés Delgado: ‘habíamos superado nuestro propagandismo, pero nos emborrachábamos de sindicalismo’. Se refiere al hecho de que la conquista de algunas posiciones sindicales no va acompañada por un progreso equivalente de la influencia política”.[8]
A pesar de que en líneas generales resulta correcta la caracterización de Coggiola sobre la actividad desplegada por el GOM, en su análisis descarta la existencia de una concepción estratégica previa a su práctica efectiva. El único trabajo que menciona el documento que aquí analizamos es el libro de Ernesto González[9]. Este autor lo rescata como expresión de la necesidad de inserción en el movimiento obrero para construir el partido. Sin embargo, no analiza si existe en el documento alguna concepción más profunda y si éste pudo proyectarse en la construcción efectiva. Sólo se limita a comentar las virtudes de acercarse al proletariado:
“A diferencia de los demás grupos trotskistas, que sostenían que primero hay que formar los cuadros revolucionarios para luego llevar adelante las tareas sobre las masas, en el documento se insiste […] que la única forma de crear el partido y sus cuadros dirigentes es empalmar nuestro movimiento con la clase trabjadora.”
Elude la forma de “empalmarse al movimiento obrero” que traza el documento. Por lo tanto no es capaz de advertir el problema del subdesarrollo intelectual en la estrategia morenista que, como veremos a continuación, ya se anuncia en el mismo. En síntesis, no existe hasta ahora un análisis de la estrategia que se proyecta en la etapa constitutiva de la primera organización morenista. Creemos que ello es fundamental para comprender su historia posterior.
3. ¿Cómo construir un partido obrero en un momento de reflujo?
Las ideas que desarrolla Moreno sobre la construcción del partido en su folleto El partido, las organiza de acuerdo a una crítica a la concepción de Liborio Justo (Quebracho) [10] en relación a cómo debe iniciarse la construcción del partido de la IV Internacional en la Argentina. En rigor Justo no discutió con Moreno. El trabajo de Quebracho, donde desarrolla su estrategia, es del ’39. En tanto que el de Moreno es de 1943. Pero la referencia es indispensable para comprender la estrategia delineada por este último. Vayamos, entonces, al asunto.
Si para Liborio Justo la construcción del partido debe iniciarse a partir de la formación de “cuadros dirigentes” educados en las tareas de la revolución en la Argentina, para Moreno la tarea prioritaria es la de vincularse a la “vanguardia proletaria”, entendiéndose por tal a aquél sector de la clase que dirige sus luchas inmediatas. Ambas estrategias se proponen como formas apropiadas a un momento de reflujo de las luchas obreras. Para Justo, la situación de “reflujo revolucionario” obliga a que la tarea organizativa se concentre en la formación de “cuadros dirigentes” (formados en la teoría revolucionaria) para, una vez superado, disputar la dirección politíca de la clase obrera. Para Moreno, la tarea adaptada al momento de reflujo consiste en asociarse a la “vanguardia proletaria”, ya que ésta con el desarrollo de las luchas se constituiría en la dirección de la clase. A esta incipiente vanguardia debe abocarse, entonces, la educación en el socialismo por parte de los revolucionarios, aunque ello sin teoría revolucionaria. Dirección político intelectual (estrategia de Justo) o dirección desarrollada a partir de la praxis obrera (estrategia morenista) es, entonces, el eje de la polémica.
a. Formando “cuadros dirigentes’’
Para Justo, la construcción de la sección argentina del “movimiento” (así llamaban los trotskistas a las distintas corrientes afines a la IV Internacional) consistía en formar un partido de propaganda constituido de acuerdo a la elaboración de una teoría revolucionaria y de un programa que, una vez superado el valle de la ola, empalme con las luchas obreras. Se trataba, así, de superar el momento de proselitismo sobre las ideas generales de la IV Internacional, que caracterizaba al trotskismo argentino hasta entonces. Justo desarrolla estas ideas en su folleto Nuestras perspectivas políticas[11] (1939). La tesis fundamental de ese folleto es que, en un momento caracterizado por un descenso de las luchas obreras, las tareas de construcción del partido deben abocarse a la formación de cuadros reclutados mediante la propagandización de la teoría revolucionaria. Sería a partir de la capacitación de esos cuadros que surgiría la dirección del partido. Se trata así de la construcción de un aparato teórico – político capaz de intervenir cuando las condiciones de la lucha de clases lo favorezcan:
“[…] no debemos olvidar el período de receso revolucionario por el que pasamos al que debemos condicionar nuestra propaganda […] nuestra tarea no es, por el momento, predicar una acción revolucionaria, sino de crear un partido revolucionario y formar sus cuadros dirigentes”.[12]
De acuerdo con esta estrategia, lo inmediato no era “ir hacia la clase obrera”, sino crear esos cuadros dirigentes a partir del reclutamiento por medio de la propaganda de la teoría revolucionaria:
“ […] como una reacción contra ese sectarismo estrecho de los antiguos grupos bolchevique – leninistas, alejados de la masa y recluidos en estériles divagaciones de café, se manifiesta en los compañeros actualmente el ansia incontenible de ir a la masa […] Como grupo de propaganda, debemos ante todo y sin abandonar por ello la acción, capacitarnos nosotros mismos y formar los cuadros dirigentes que son indispensables para llegar a constituir el partido revolucionario”. “ […] ir en busca de los mejores o de aumentar la capacidad de los que ya tenemos, los que a su vez, serán capaces de orientar y atraer a otros para así ir tejiendo la malla robusta de nuestro partido. Todo esto nos está indicando la conveniencia de abandonar esa actitud algo desdeñosa frente a la teoría […] la que es imposible de separar de la acción en un partido que quiera ser verdaderamente de vanguardia”.[13]
Superado el momento de reflujo, los cuadros dirigentes forjados en la teoría revolucionaria estarían en condiciones de conducir las luchas obreras:
“Más que recoger nuestra tarea es sembrar, y sembrar la buena semilla […] No olvidemos que pasamos por un período de reflujo revolucionario […] nuestra función en consecuencia, debe concentrarse particularmente en constituir un sólido grupo revolucionario, altamente capacitado […] que haya estudiado bien el medio, diseñado planes científicos de estategia revolucionaria […] y esté alerta y bien preparado para lanzarse a la acción revolucionaria audaz, tan pronto como las circunstancias favorables que se presenten lo requieran”[14].
De manera que, para Justo, el partido se constituye desde de un núcleo de propaganda. En la medida en que determinados obreros sean reclutados y tomen en sus luchas el programa del partido, éste se constituiría en su dirección política. En este sentido, el único aspecto que atiende Justo para la construcción de una organización es su función de dirigente político intelectual. En su concepción, la construcción del partido es independiente del rumbo y las perspectivas que toman la lucha obrera. En consecuencia su rol de dirección es meramente autoproclamatorio. De hecho, en el trabajo de Justo no aparece ninguna referencia a las luchas obreras más allá de una caracterización genérica de un momento de reflujo.
b. A la búsqueda de la vanguardia proletaria
El concepto de “cuadros dirigentes” de Justo es el núcleo del ataque de Moreno. Dicho concepto constituye el eje de su posición. En efecto, en la estrategia de Moreno la relación partido dirigente – praxis obrera inmediata aparece desvalanceada a favor del segundo término. Esto es: sobrevalora la acción inmediata en detrimento de las funciones de dirección que la organización afirma llevar a cabo. Así es que para Moreno, a diferencia de Justo, la tarea inmediata en la construcción del partido no consiste en la formación de cuadros intelectuales, sino en la identificación de la vanguardia proletaria, entendida ésta como el sector de la clase que dirige las luchas económicas del momento. Debido que ésta ya es de hecho dirigente de un sector de los trabajadores, el partido nominal[15] no se propone erigirse en su dirección política. La misma lucha obrera crea sus propios dirigentes:
“ […] en un movimiento político del proletariado los dirigentes surgen de la acción de esta clase, como los individuos (que) por su entusiasmo, su perserverancia, su capacitación, son capaces de dirigirla. Nosotros creemos que para elegir entre 10 personas quiénes son los que corren más de 100, 200, 300 metros y las otras distancias, lo inmediato es hacerlas correr y disponer de pista. (Para Quebracho no, lo inmediato es enunciar la tarea de elegir los mejores corredores). El proletariado en su lucha económica con los patronos forma una vanguardia proletaria, que no pasa de la lucha económica; a estos dirigentes tradeunionistas en potencia hay que inculcarles la teoría socialista para poder desarrollar una política revolucionaria de clase”[16].
Si bien es cierto que en sus luchas el proletariado crea direcciones, el punto es que Moreno no se plantea el problema de la formación de los cuadros del partido, es decir de la conformación del aparato teórico político capaz de intervenir con personalidad propia en las luchas obreras y de elevarlas a un plano político. La función dirigente del partido en las luchas concretas de los trabajadores está subordinada a la acción de la vanguardia proletaria; ya que es a partir de las luchas de la clase de dónde salen sus dirigentes. La función política del partido, o de su núcleo fundador, se limitaría a propagandizar el socialismo en esa vanguardia: “[…] a esos dirigentes tradeunionistas en potencia hay que inculcarles la teoría socialista para poder desarrollar una política revolucionaria de clase”. En este sentido, en la estrategia de Moreno hay un subdesarrollo de la función intelectual de la organización con relación al peso dado a las acciones de la vanguardia proletaria en su conformación como probable dirección. Según Moreno, el proletariado en sus luchas crea direcciones, y la eficacia de éstas está garantizada por el mismo proceso histórico:
“Los marxistas han luchado siempre largamente contra los esquemas. No suponen o suponían que en Buenos Aires, South America, un señor Quebracho llamándose marxista iba a poner el esquema como lo fundamental y a la vida como lo secundario, lo determinado. Pues cuando asegura que lo inmediato es la formación de los cuadros dirigentes, no podemos menos que preguntarle en qué turno de exámenes universitarios se da el diploma de dirigente. El dedo índice señala a cada uno el lugar en el todo, el movimiento, no es otro que el de la vida del movimiento revolucionario, la acción de todos los dias, pues ella y nada más que ella saca al descubierto las cualidades y defectos de los militantes así como también sus correcciones”[17]
Para Moreno la “vanguardia proletaria” es el futuro dirigente de la clase. Es por eso que los revolucionarios deben esforzarse en “conquistarla”, aunque esta tarea se limita a generar una relación de proximidad sin plantearse en los hechos como dirección:
“[…] para que éste sea escuchado [se refiere al partido] en una época de reflujo se necesita […] el contacto con el proletariado, única forma de poder expresar las más primarias reivindicaciones de la masa […] Cuando la vanguardia proletaria no está conquistada el esfuerzo de los militantes conscientes debe apuntar hacia ella pues es el sector más importante y el futuro dirigente […]”[18].
Si los cuadros surgen de la acción de la clase que crea su vanguardia a partir de sus luchas, como parece expresar Moreno cuando critica la idea de Justo sobre la necesidad de crear cuadros:[19]¿Cuál es, entonces, el papel de los revolucionarios en la construcción del partido? ¿Cómo se forma el partido como órgano teórico político, más allá de las direcciones que forman los obreros en sus luchas? El punto está, para Moreno, en que los revolucionarios deben formarse al contacto íntimo con la vanguardia proletaria:
“Imaginemos que Quebracho haya querido referirse al decir de cuadros dirigentes a Lenin, Trotsky […] y a los principales dirigentes del partido. Estos no son los cuadros dirigentes sino […] los dirigentes de la vanguardia revolucionaria […] No sabemos cómo lograr formar por lo menos dos dirigentes sin el contacto íntimo con la vanguardia proletaria”.[20]
Si para Justo la teoría y el programa son los elementos que deben constituir la base para la estructuración de los diferentes grupos trotskistas en un partido único,[21]para Moreno el énfasis está puesto en la experiencia que esos grupos recojan de la vida obrera. De esa experiencia, surgen los cuadros dirigentes que descubren los revolucionarios en las luchas obreras. Consecuentemente, el periódico no aparece como órgano político de propaganda, como propondría Justo, sino como un instrumento de difusión de las luchas obreras:
“[…] una vez que ocurra esto [se refiere al vínculo con los organismos obreros], aparecerán los principales dirigentes […] como así también si se sigue una táctica justa, se tendrán periódicos […] Pero todo esto es posterior”. [22]
De modo que, en la visión de Moreno, el primer paso hacia la unificación de las diversas agrupaciones trotskistas en un partido único era la formación de pequeños grupos que tomen contacto con las luchas obreras más inmediatas:
“[…] no ha existido ningún grupo cuartista, que tomara parte activa en acciones del proletariado, aún las más primarias como los piquetes de huelga, repartir panfletos incitando a huelgas económicas, etc. Desde ese ángulo nosotros sostenemos la necesidad de esos grupos […] que capaciten a los obreros en el socialismo, al mismo tiempo que intervienen en la vida fabril más próxima a la zona de influencia. Los grupos cuartistas generalmente han sido verdaderos grupos de intelectuales o de obreros alejados de su medio […] se asignaban como misión la creación del partido a corto plazo, la unidad de todos los cuartistas”[23]
4. Lo que vendrá
De lo expuesto hasta aquí se desprende que la estrategia esbozada por Moreno en esta primera etapa de su corriente consiste en vincularse a la vanguardia proletaria, que es el sector de la clase que en el desarrollo de las luchas obreras se constituiría en su dirigente. Con esta perspectiva es que los revolucionarios deben vincularse a ella, ingresando en sus organismos e interiorizándose en sus luchas. El fin que se persigue es el de educar a este sector en el socialismo. Esto tornaría a los revolucionarios en dirigentes de la vanguardia proletaria. Ahora bien, cuando Moreno decide que hay que aproximarse a la vanguardia, lo hace sin plantearse tareas políticas sobre ella. Por lo tanto no es capaz de ofrecerle una orientación.
Si bien con este trabajo no pretendemos haber arribado a una caracterización concluyente sobre la concepción morenista de la construcción del partido, lo hasta aquí expuesto refuerza una de las hipótesis que venimos desarrollando, a saber que: la estrategia morenista presenta como rasgo fundamental una tendencia hacia un subdesarrollo de la función de dirigente intelectual en relación con la experiencia histórica de la clase obrera argentina. En función de esta estrategia, se pondrá el acento en el papel de la “vanguardia proletaria”. Ello implica una contradicción en la concepción misma de Partido: en vez de aspirar a una organización que se proponga como dirección de los trabajadores, se limita a seguir el rumbo de la vanguardia. Esta contradicción se agudizaría ante el origen del Peronismo. En efecto, el giro del sector más dinámico del proletariado hacia el “reformismo” profundizará la contradicción que hemos advertido en este documento, que hace las veces de acta fundacional del morenismo. A saber: la negación del partido como intelectual orgánico y postulante a la dirección de la clase.
Notas
[1] Aunque fue el primer documento redactado por el GOM, fue pulicado en los boletines Nº 4 y 5 de esa organización, aprox. 1944.
[2] El GOM se fundó a partir de un grupo de jóvenes liderados por Nahuel Moreno (Hugo Bressano) en 1943.
[3] GOM, entrismo en el Partido Socialista de la Revolución Nacional y luego en el peronismo como Partido Obrero Revolucionario (1957); táctica del Partido Unico de la Revolución, dando lugar a la formación del Partido Revolucionario de los Trabajadores (1964); Partido Socialista de los Trabajadores (1972, a partir del frente electoral con el Partido Socialista Argentino
[4] El marxismo olvidado en la Argentina: Silvio Frondizi y Milcíades Peña. Ed. El cielo por asalto. Bs. As. S/F.
[5] El periódico del GOM se llamó Frente Proletario, y circuló desde octubre de 1946 hasta 1956.
[6] Historia del trotskismo argentino (1929 – 1960). Centro Editor de América Latina. Bs. As. 1985.
[7] El PORS fue resultado de la unificación de diversos grupos trotskistas unificados a instancias de la Dirección de la Cuarta Internacional en 1941. Cf. Coggiola, O: Op. Cit. Pág. 55.
[8] Ibídem, pág. 106.
[9] Historia del trotskismo obrero e internacionalista en la Argentina.Bs. Aires, Antídoto, 1995, T. 1, Pp. 102 y ss.
[10] Liborio Justo, que venía de romper con el PC en 1937, fundó en 1939 el Grupo Obrero Revolucionario (GOR), luego llamado Liga Obrera Revolucionaria (LOR). La tesis fundamental de GOR-LOR era que, hasta el momento, el trotskismo argentino carecía de una caracterización de la realidad argentina y se limitaba a propagandizar las ideas generales de la IV Internacional. Para Justo una de las cuestiones que el trotskismo había ignorado hasta entonces era la del imperialismo y la posibilidad de que la “burguesía nacional’’ inicie un proceso de liberación nacional. Ver Osvaldo Coggiola, Op. Cit.
[11] Se trata del primer folleto elaborado por el GOR.
[12] Liborio Justo, Nuestras perspectivas políticas. Abril. Bs. As. 1939.
12 Ibídem, págs. 7 y 8.
[14] Ibídem, pág. 14.
[15] “Partido nominal” es una categoría empleada por Gramsci para designar a las organizaciones que, aún no siéndola, pretenden constituirse en dirección política de la clase obrera, o contribuir a la formación del partido del conjunto de la clase. A este último, Gramsci lo denominaba “partido orgánico”.
[16] Nahuel Moreno. El partido. Pág.3. Cursivas nuestras.
[17] Ibídem. Págs. 29 y 30. Cursivas nuestras.
[18] Ibídem. Pág. 27
[19] “De acuerdo al señor Quebracho la vanguardia revolucionaria y los cuadros dirigentes son distintos pues hay que ‘crear los cuadros dirigentes capaces de nuclear a la vanguardia proletaria’”Ibídem. Pág. 28
[20] Ibídem. Pág .28. Cursivas nuestras.
[21] Esto es lo que sugiere Justo cuando dice “La sección argentina del partido mundial de la revolución socialista que surgirá de un congreso, […] invitando a participar en él a todos los grupos y subgrupos que se manifiesten como partidarios de la Cuarta Internacional […] El congreso tendrá por fin votar un programa, resolver sobre la base de éste, la definitiva unificación del movimiento (y) […] discutir las líneas generales de nuestra política” .Op. Cit., págs.11-12.
[22] N. Moreno, Op. Cit. p. 29
[23] Ibídem, pág. 25.