Panorama económico
Por Juan Kornblihtt
Grupo de Investigación de la Historia de la Economía Argentina – CEICS
En la campaña electoral en curso se sacó la vista sobre la economía. Para las distintas bandas oficialistas, se trata de ver quién se adjudica la paternidad del modelo. Si hace unos años Menem y Cavallo dirimían quién tenía el rédito por la “exitosa” Convertibilidad, hoy los Duhalde y los Kirchner se pelean por quién se queda con la tenencia de la Argentina potente, exportadora y desendeudada. Mientras, Lavagna se mantiene intocable desde su búnker en el Ministerio de Economía.
Desde los sectores supuestamente críticos la cosa no va mucho mejor. Todos coinciden en la capacidad expansiva de la Argentina y su único eje está puesto en el reclamo por una mejor redistribución de la riqueza. Los economistas de la CTA se han constituido en los voceros de esta versión. Para ellos el crecimiento económico va por un lado y los bajos salarios y la pobreza por otro. Bastaría entonces voluntad política para juntar ambas trayectorias. Discurso que fue adoptado sin problemas por los voceros oficiales que al pedido de redistribución sólo piden paciencia. Lo que no ven es que es la acumulación de capital la que es incapaz de dar una salida mejor. Por eso, antes de creerse los partes oficiales de que todo va bien, conviene analizar a fondo las determinaciones económicas e históricas de la situación actual tanto a
1nivel nacional como internacional. Lo primero que salta a la luz cuando se analizan las bases del supuesto boom argentino es que está supeditado a la exportación de mercancías primarias. Las retenciones a la soja y el petróleo se convirtieron en la principal fuente de recaudación tributaria. Dicha recaudación es la que ayuda a sostener el dólar devaluado a 3 a1. ¿Por qué?
Para hacerlo el gobierno compra a través del Banco Central en forma permanente los dólares que entran de las exportaciones, manteniéndole su cotización actual. El dólar 3 a 1 funciona como una barrera que encarece los productos extranjeros y le permite a muchos capitales sobrevivir a la competencia de capitales más aptos. Estos capitales nacionales en general son chicos y tienen poca capacidad para competir a escala internacional. Sin la protección del 3 a 1 desaparecerían en poco tiempo. Pero un factor más explica la clave de su crecimiento: los bajos salarios. Como muestra el gráfico 1 el salario real en la Argentina está muy por debajo de los niveles de los salarios de la década del ’70 y aún no llega a los niveles del salario real en la fatídica década del ’90. Los aumentos arrancados al gobierno apenas alcanzan para cubrir lo que se perdió con la inflación (la canasta básica de alimentos subió un 62% entre 2002 y 2003, mientras que los 2 salarios sólo un 15%). Así, el crecimiento del PBI y del empleo se encuentran supeditados a lo que pase con el comercio exterior y a mantener salarios de hambre. La primera condición, como veremos en el próximo acápite, está lejos de tener en un panorama alentador. En ese contexto, subir los salarios implica minar la fuerza que sostiene la primavera kirchnerista.
Se trata, como entendieron los trabajadores del Garrahan, los piqueteros no cooptados por el gobierno y los docentes universitarios, entre otros, de una lucha contra el aparato político que necesita de estas condiciones hambre para sobrevivir.
Crisis mundial
La lucha salarial crece pese a la escalada represiva. Y el gobierno se verá obligado a ceder aunque sea a cuentagotas. Y el panorama también se complica cuando se analiza la base que sostiene las exportaciones. Como dijimos, el 3 a 1 sostiene gran parte del crecimiento ya sea porque protege de muchas importaciones o porque mantiene los salarios a escala internacional bien bajos. Y como mostramos más arriba, la clave del 3 a 1 son las retenciones aplicadas a las exportaciones: más del 3% del PBI se compone de impuestos aplicados al comercio exterior, la misma cantidad del bendito superávit fiscal (Clarín, Suplemento Económico, 28/8/05). El grueso de las exportaciones depende del mercado chino ya sea porque es comprador directo, ya sea porque su 3creciente demanda hizo subir los precios. La demanda china está supeditada en gran medida a la capacidad de compra de los EE.UU., país a donde van dirigidas el grueso de sus exportaciones. En definitiva, parte del futuro argentino está supeditado al devenir de los EE.UU. Y se trata de una economía lejana a su etapa más brillante. Como señala un estudio del economista Fred Moseley, la tasa de ganancia cayó 4 desde los ‘70. Esto implica que la inversión industrial no recupera lo que invierte a niveles sostenibles. Sin embargo, la economía yanqui siguió creciendo (como se observa en los gráficos 2a y 2b): pero lo hizo sobre la base de expandir sin cesar su endeudamiento. La deuda es 5 veces mayor que en 1950 y el doble que en
- La otra fuente del crecimiento de los EE.UU., que compensa la caída de la tasa de ganancia, es la llegada de capitales extranjeros.
Pero lejos de ir a invertir en la economía real, la mayoría de los ingresos en los últimos años han ido a parar a la compra de letras del Tesoro de los EE.UU. Las Letras del Tesoro son, en realidad, una forma en que la Casa Blanca emite deuda. En resumen, lo que vemos es que la base del crecimiento real (la tasa de ganancia) cae en los EE.UU. y su expansión se sostiene sobre más endeudamiento. China, como dijimos, depende de las exportaciones a los EE.UU. para crecer. Al invertir sus ganancias en comprar deuda externa al Tesoro de los EE.UU. en realidad lo que hace es prestarle para que EE.UU. pueda comprarle. En definitiva se trata de una expansión mundial sostenida sobre bases más que endebles, que hacen suponer que una crisis a escala general no tardará en aparecer. Si retomamos lo expuesto al inicio, podemos observar que la expansión argentina que tanto ilusiona a los oficialistas se basa en exportaciones, es decir, en la demanda mundial creciente. Si esta cae, caerá la recaudación. El 3 a 1 dejará de ser sostenible y los capitales que ahora estaban protegidos se verán indefensos ante la competencia mundial. Un panorama que puede no expresarse en el corto plazo, pero que tarde o temprano volverá a poner al gobierno ante la incapacidad de impulsar la acumulación de capital en la Argentina. Cuando eso ocurra se pelearán nuevamente, pero no para quedarse con la tenencia del modelo, sino para ver quién puede escaparse más rápido.
Notas
1En el último número de la revista Razón y Revolución, el n° 14, se publican tres artículos orientados en este sentido, de Fred Moseley, economista marxista estadouni-dense, Juan Iñigo Carrera, del CICP y Eduardo Sartelli, director del CEICS-RyR. Los gráficos de este artículo
fueron tomados de allí.
2Iñigo, Juan: “Acumulación de capital, formas políticas y la determinación de la clase obrera
como sujeto histórico”, en Razón y Revolución n° 14, invierno de 2005, Buenos Aires, Edicio-nes RyR.
3Ver Kornblihtt, Juan: “Exportaciones: los límites del rebote económico”, El Aromo 10, mayo de 2004.
4Moseley, Fred: “Teoría marxiana de la crisis y la economía de posguerra de los EE UU”, en
Razón y Revolución n°14, invierno de 2005, Buenos Aires, Ediciones RyR.
Gráfico 1: Salario real industrial
Fuente: Elaboración de Juan Iñigo Carrera en base a datos de INDEC. Una de las fuentes del crecimiento actual son los bajos salarios. El gráfico, elaborado por Juan Iñigo Carrera, muestra en forma elocuente que el gobierno está lejos de tener una política favorable a la clase obrera. Con los miserables aumentos recién se alcanzó los niveles previos a la devaluación y se está muy lejos de siquiera arañar los niveles salariales de mediados de los 70 o de la principios de los 80.
Gráfico 2a: PIB a precios constantes de un año base (volumen físico) Fuente: Elaboración de Juan Iñigo Carrera en base a datos de Ministerio de Economía (ME), Banco Central de la República Argentina (BCRA), y Bureau of Economic Analysis (BEA).
Gráfico 2b: PIB a precios corrientes expresados en moneda de poder adquisitivo constante. Fuente: Elaboración Juan Iñigo Carrera en base a datos de ME, BCRA, Instituto Nacional de Estadística y Censos (INDEC), BEA y Bureau of Labor Statistics (BLS).
El crecimiento del PBI al 8% es uno de los caballitos de batalla del gobierno. Las cifras que da el gobierno (gráfico 2a) expresan la cantidad física de bienes producidos. Y hacen parecer que la Argentina crece igual que los EE.UU.
Pero en el capitalismo lo que importa es el valor de la producción. Y cuando se mide el valor, como lo muestra el segundo gráfico de Juan Iñigo Carrera, se observa que el crecimiento es mucho más lento y que, en los años K, el valor del PBI ni siquiera alcanza los niveles de 1980.