Oligarca, nacional y popular. Acerca de la política agraria peronista
Fernando Dachevsky
Grupo de investigación de la Historia Económica Argentina – CEICS
“Yo lo convencí a Perón de que expropiar estancias es un error y que el minifundio es más peligroso. Meses después, en el Teatro Colón, repitió mis palabras a los agricultores reunidos”.1
Esta declaración pertenece a quien fuera presidente de la Sociedad Rural Argentina, José Alfredo Martínez de Hoz. No obstante, a más de uno podría resultarle improbable. La pregunta es qué hace un “gorila” cómo él definiendo la política agraria del mayor exponente del “nacionalismo popular”. Y sin embargo, esto no nada tiene de extraño. Algo sucedió entre los primeros años del gobierno peronista -en los que se defendía explícitamente al pequeño capital agrario- y el contexto de las declaraciones de Martínez de Hoz. Algo que se presenta periódicamente en el capitalismo para dejar fuera de lugar las ilusiones reformistas: la crisis.
De la reforma…
La asunción de Perón se apoya en el punto más alto de una ola de crecimiento en el valor de las mercancías agrícolas, que se inicia a comienzos de la década de 1940. El volumen físico de las exportaciones de cereales, harinas y oleaginosos durante los ‘40 se mantuvo estable. Sin embargo, a partir de 1943 (en plena Segunda Guerra Mundial) hasta 1945 (año en que finaliza la guerra), el valor total de las mismas crece en un promedio del 26% anual. Luego de terminar la guerra, y sólo entre 1945 y 1946, su valor aumenta violentamente un 82% con respecto al año anterior. Hacia 1947, dicho valor crece nuevamente un 48% y se mantiene relativamente estancado hasta 1949.2
Este contexto le permite al gobierno de Perón disponer de parte de la renta diferencial generada por la exportación agraria. Para esto, la economía peronista colocará al Estado como mediador en el comercio internacional. A través del IAPI (Instituto Argentino de Promoción del Intercambio), se encargará de comprar las mercancías agrarias por debajo del precio mundial, para luego venderlas en el mercado externo al precio corriente. De esta forma, se apropiaba de buena parte de la renta contenida en las mercancías agrarias, que luego era transferida al mercado interno mediante diversos mecanismos: subsidios a la industria, aumento de salarios y gasto público. Para efectivizar la transferencia a los capitales mercadointernistas, Perón debía presentarse como enfrentado a la otra fracción de la burguesía que se disputaba la renta: los terratenientes. Sin embargo, en tanto se enfrentaba a los terratenientes en términos capitalistas, no podía abandonar un principio básico: la propiedad privada de los medios de producción (en este caso de la tierra). La única forma discursiva de justificarlo era sostener que los terratenientes no eran verdaderos burgueses. En este sentido, decía Perón: “El problema argentino está en la tierra: dad al chacarero una roca en propiedad y él os devolverá un jardín; dad al chacarero un jardín en arrendamiento y él os devolverá una roca. La tierra no debe ser un bien de renta, sino un instrumento de producción y trabajo. La tierra debe ser del que la trabaja, y no del que vive consumiendo sin producir”.3
Estas declaraciones expresaban un estado particular de la lucha entre las distintas fracciones de la burguesía por la apropiación de renta diferencial. El aumento de renta apropiable generaba condiciones para la acumulación de capitales mercadointernistas y el reformismo agrario de los discursos de Perón constituía un instrumento para garantizar dicha apropiación. Veamos que pasó cuando la torta agraria se achicó.
… a la reacción
El fabuloso crecimiento en el valor de las exportaciones agrícolas se detiene en 1948, cuando decrece en un 11%. Al año siguiente aparecen mayores restricciones para colocar mercancías agrarias en el exterior y el valor de lo exportado se desploma. En 1950, el valor de las exportaciones agrícolas apenas llegaba al 25% en relación a los valores de 1947. La economía peronista entrará en crisis y el valor de las exportaciones agrarias no volverá a recuperar los niveles anteriores a 1949. La situación se hará cada vez más insostenible. Frente a esto, “el primer trabajador” lejos estará de apoyarse en la clase obrera para avanzar en una expropiación del agro: “la reforma agraria debe empezar por el gobierno y por el Estado, entregando esa tierra fiscal para que sea elaborada; y entregándola en propiedad como establece la Constitución”.4
Incluso se desmarcará de todo planteo populista de reforma agraria y de defensa de la pequeña propiedad. En este sentido, Perón transmitía los consejos recibidos de Martínez de Hoz durante un discurso en el teatro Colón en 1952: “¡Dios nos libre si fuéramos tan cortos de entendimiento que nos lanzáramos a la destrucción de las grandes explotaciones para construir pequeñas explotaciones!”.5
Eran tiempos de crisis y Perón hizo lo que haría todo político burgués en un momento así: apoyarse en la burguesía productora de renta diferencial. Al contrario de lo que sucedía en la etapa anterior, la mediación del Estado en el comercio internacional tendrá como objetivo asegurar al terrateniente precios mínimos. Decía Perón a los terratenientes agricultores: “Como compañero de una misma lucha y como conductor de la Nación en su empresa de la liberación definitiva, yo quiero hoy anunciar una nueva conquista económica de mi gobierno, dando otra vez por anticipado los precios básicos de la nueva cosecha 51-52. […] Los precios básicos anunciados no serán modificados en menos. Con ello aseguramos al productor una retribución mínima adecuada (Perón 1951)”.6
Frente al giro de la economía peronista, declaraba el presidente de la Sociedad Rural Argentina en 1952: “es motivo de satisfacción para nosotros, expresar al presidente de la república, nuestra más viva complacencia […] y podemos asegurar que con ello no solamente manifestamos nuestro personal punto de vista, sino el de los miembros de nuestro Directorio y de los socios de la Sociedad Rural Argentina”.7
Ahora bien, alguien tenía que pagar la crisis y Perón se aseguró de que fuera la clase obrera. Lo que estaba en discusión eran las bases mismas de la economía peronista. Es decir, su capacidad de transferir renta diferencial agraria al mercado interno. Sin embargo, el gobierno peronista, tal como hoy lo hace el de Kirchner, se encargaba de “recordarle” a la clase obrera que la inflación (que no paraba de crecer) era generada por el salario: “Nosotros hemos aumentado el poder adquisitivo de la población para que ésta pueda adquirir lo indispensable y aún más de lo indispensable” pero aclaraba que “si hay más consumo que producción los precios suben exageradamente y se va a la inflación”.8
El viraje que vemos en las declaraciones de Perón, no se explica ni por Perón, ni por cambios en su entorno. Perón nunca cambió. Él nunca dejo de ser un representante político de la burguesía. Lo que había cambiado era la economía: 1949 había sacudido las condiciones de acumulación de capital para la burguesía en su conjunto. Sin embargo, esto no le exigió a la burguesía reemplazar al personal político. Como acabamos de ver, el “nacionalismo popular” se mostró más que dispuesto para atender a sus necesidades.
De nuevo a la reacción
Vimos al mayor exponente del “nacionalismo popular” plegarse junto a la burguesía agraria cuando la renta apropiable cayó. Si Perón no buscó avanzar en la expropiación íntegra de la renta, ¿podemos esperar que lo haga Kirchner cuando le toque su 1949? La respuesta es clara: no. Desde que asumió, las mercancías agrarias dan ganancias fabulosas. Aún así el salario no para de bajar, haciéndolo correr detrás de la inflación. En este sentido, lo único que se puede esperar de Kirchner es que siga los pasos de Perón y busque resolver las limitaciones de la economía nacional profundizando su ataque contra la clase obrera.
Notas
1Gambini, Hugo: La primera presidencia de Perón, Buenos Aires, CEAL, 1983.
2Barsky, Osvaldo: “La caída de la producción agrícola”, en AA.VV.: La agricultura pampeana, CISEA, FCE, 1988
3Discurso de J.D. Perón en diciembre de 1944, en “El peronismo y los sectores sociales agrarios. La resignificación del discurso como articulador de los cambios en las relaciones de dominación y la permanencia de las relaciones de producción”, en Mundo Agrario. Revista de estudios rurales, nº 5, segundo semestre de 2002, Centro de Estudios Histórico Rurales, UNLP.
4Lattuada, Mario: La política agraria de los gobiernos peronistas, Buenos Aires, CEAL, 1987
5Cúneo, Dardo: Comportamiento y crisis de la clase empresaria, Buenos Aires, CEAL, 1984.
6Lattuada, op. cit.
7Anales de la SRA, 1952, en Cúneo, op. cit.
8Informe de Presidencia de la Nación (23/02/1950), en Lattuada, op. cit.