Nuestros problemas, nuestras manos

en Boletín BR 2

El primer semestre del año se ha caracterizado por un gran nivel de movilización de aquellos sectores vinculados a la educación pública a lo largo y ancho del país. El punto más álgido del conflicto giró en torno a la paritaria docente de la provincia de Buenos Aires. Paralelamente a éste, tuvo lugar la paritaria de los docentes de las universidades nacionales. La negociación desembocó en una serie de movilizaciones, huelgas y clases públicas convocados por CONADU Histórica. En ese marco, las direcciones estudiantiles participaron solo para apoyar a los docentes.

¿Cuál fue la naturaleza de esta participación? El conflicto docente coincidió con el Congreso Extraordinario de la FUBA realizado entre el 19 y 21 de abril. Se trata de la federación más grande del país al nuclear a más de 300.000 estudiantes y que hoy es co-gobernada por el PO-La Mella. El Congreso se organizó de tal forma que, en una primera etapa, se iban a constituir asambleas en cada una de las trece facultades que conforman la UBA con el objetivo de discutir los temas tratados en ellas en un plenario general. Lo cierto es que, en muchas de estas asambleas, así como en el plenario final, la presencia de estudiantes independientes fue muy escasa. En otras palabras, fue un congreso vacío en la medida de que no fue la expresión de un movimiento real. Cuantitativamente, la lucha se vació.

¿Cómo se explica este reflujo del movimiento estudiantil en un contexto de alta movilización general? Aquí es donde aparece un segundo problema, el cualitativo. La convocatoria tuvo escasa difusión en las semanas previas. Los estudiantes de la UBA no estaban al tanto de que había un congreso en el cuál todos podían participar. Además, el congreso en todas sus instancias (asambleas, plenario, marcha) fue el escenario de una disputa entre aparatos. De hecho, cuando se examinan las intervenciones de las principales fuerzas se comienza a entender la poca difusión que tuvo el evento. Dentro de la presidencia, el PO priorizó en toda su intervención la necesidad de delimitarse del kirchnerismo (recordemos que en 2015 quería formar lista común con él, para hacer frente al Franja Morada-Nuevo Espacio). Por su lado, La Mella junto a las agrupaciones kirchneristas se centraron en exigir al PO que convocase a un congreso ordinario para dar lugar a nuevas elecciones dentro de la FUBA de cara a formar una presidencia en conjunto con los K. En síntesis, no se convocó porque en realidad no estaba prevista una  discusión real y el congreso no iba a ser más que una disputa entre aparatos por el control de la federación. Después de este hecho la FUBA no realizó ninguna acción de importancia.

Por último, y más importante, las reivindicaciones de los estudiantes no aparecieron (o lo hicieron de forma muy marginal). Como siempre, las agrupaciones estudiantiles subordinan el movimiento estudiantil a las reivindicaciones de los docentes. La FUBA aparece en escena sin consignas propias. En decir, los estudiantes quedamos como furgón de cola de aquellos gremios o como mero trampolín para la acción política nacional de los partidos políticos. En el caso extremo, la FUA (controlada por la Franja Morada) actúa directamente como agente desmovilizador del macrismo.

Estos elementos explican el fracaso que fue la Marcha Nacional Universitaria, una movilización chica y con ausencia total de estudiantes no agrupados. De nada sirve tener una FUBA “independiente” si la presidencia no se comporta como una dirección de lucha. Si la intervención política de la federación queda subordinada a la cuestión electoral entonces no sirve como órgano gremial de los estudiantes. O, lo que es lo mismo, si el PO sigue buscando alianzas con cualquiera para evitar, a su turno, ser desplazada por la Franja Morada o por el kirchnerismo, replica en menor escala el mismo electoralismo vacío que desarrolla en su intervención política general. Hay una gran cantidad de problemas urgentes en la UBA y en las universidades del interior, de las que la movilización de los compañeros de Misiones y Entre Ríos por albergues y edificios propios son solo una pequeña muestra. Y, en todos ellos, la federación nacional (FUA) brilla por su completa ausencia, pero tampoco la FUBA reclama su lugar (y aducir problemas jurisdiccionales sería una forma muy leguleya de borrarse).

La FUBA debe ser el eje de una gran campaña de agitación nacional. Tiene que integrar a todos los sindicatos combativos del país. En esa campaña, los estudiantes tenemos que intervenir con reclamos propios. No puede ser que en cada intervención nuestros intereses queden relegados. Si la FUBA quiere mantener una dirección de izquierda, entonces que muestre que puede dirigir una federación que realmente lucha por los intereses del estudiantado obrero…

¿No tenemos problemas urgentes y muy propio? Por supuesto. Primero, necesitamos un salario estudiantil, que nos libere de la necesidad de trabajar y nos permita un desarrollo intelectual pleno. Esto es de capital importancia, no solo para nosotros, sino para el conjunto del cuerpo social. Una sociedad que tiene a sus miembros formados es una sociedad que crece.

Segundo, es imperiosa la construcción de guarderías y comedores gratuitos en todas las universidades públicas. Tercero, tenemos que evaluar y reformar los planes de estudios que habiliten una verdadera formación intelectual que nos prepare como científicos para ser agentes activos en la transformación social y no meros reproductores del statu quo. Cuarto (y fundamental), para ello, hace falta un gobierno universitario realmente democrático y no un sistema en el cual el voto de una casta minoritaria de profesores vale entre tres a cuatro veces más que el de alumnos o docentes no titulares. Esto implica avanzar en la abolición de los claustros y establecer el criterio “un hombre, un voto”.

Estas son las reivindicaciones básicas que necesitamos levantar para transformar la universidad y ponerla al servicio de los intereses de los trabajadores y no de la clase dominante, a las que pueden agregarse otras. Llamamos a los estudiantes a organizarse en torno a estos reclamos para construir una federación que verdaderamente intervenga para defender las necesidades de los estudiantes y los intereses de la clase obrera en la educación superior. No esperemos que nadie nos defienda. Tomemos el problema en nuestras manos.

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