Entre Ríos: Una universidad sin edificio

en Boletín BR 2

La Universidad Autónoma de Entre Ríos (UAdER) se creó mediante la Ley Provincial nº 9.250, del 8 de junio de 2000, bajo el mandato del gobernador Sergio Montiel. Por esta disposición, también absorbió diversas instituciones no universitarias, reformulando sus planes de carrera para adaptarlos a la normativa de la CoNEAU. Hoy UAdER cuenta con cuatro facultades (Humanidades, Artes y Ciencias Sociales; Ciencias de la Gestión; Ciencia y Tecnología; Ciencias de la Vida y la Salud), descentralizadas, encontrándose distribuidas en las sedes de Paraná, Concepción del Uruguay, Crespo, Chajarí, Gualeguaychú y Villaguay.

Desde ese momento, la UAdER se ha caracterizado por la particularidad de no contar con instalaciones propias. Lejos de tener como referencia un centro edilicio, la universidad no es más que una colección desordenada de establecimientos prestados a escuelas (Escuela Normal, Colegio Nacional, Anexo del Colegio Nacional, Instituto Tobar García, Instituto Bilingüe), casas alquiladas y otros tantos edificios.

Recién en 2011, se comenzó la construcción del edificio propio. El proyecto original se supone que estaba dividido en tres etapas (de las cuales no tenemos mayores detalles). La primera de ellas, que es la más chica dado que estaba destinada desde un principio a los 2.000 estudiantes de la Facultad de Ciencia y Técnica (una fracción muy pequeña de la matrícula total), debía terminarse en un plazo de dos años. Sin embargo, se demoró cuatro. Si tenemos en cuenta que la primera etapa tardó cuatro años, haciendo un cálculo generoso podríamos decir que todo el edificio estaría completo recién para 2025. Claro, suponiendo que mañana arranque la construcción de la segunda etapa que, dicho sea de paso, aún no se ha llamado a licitación.

El rezago en el tiempo de construcción produce también ciertos desfasajes. El edificio fue pensando en 2011, o sea, hace seis años. Esto pone en duda la capacidad real del mismo para soportar a la cantidad actual de estudiantes. Sobre todo, si la matricula crece año tras año. Así, mientras en 2011 había 12.296 estudiantes, en 2016 ya había superaba largamente los 20 mil. Es decir, en cinco años la población estudiantil se incrementó en alrededor de un 60%. Ademá,s el edificio planificado solo puede “crecer” verticalmente. Esto puede acarrear algunos problemas. Por un lado, la ausencia de espacio verdes alrededor. Por otro lado, si bien no hay ordenanza municipal que limite la altura edificable (máximo de 22 pisos) el hecho de aumentar excesivamente la cantidad de pisos puede entorpecer el normal funcionamiento de la universidad por las colas interminables que se formarían en los ascensores.

Hasta el momento esta cuestión ha sido silenciada sistemáticamente. De este silencio son autores tanto por los gobiernos provincial (Gustavo Eduardo Borde, del PJ) y municipal (José Eduardo Lauritto, Frente para la Victoria), las autoridades de UADER (asociados al peronismo) y la conducción del centro de estudiantes (dirigido por agrupaciones peronistas y filokirchneristas). En otras palabras, todo el arco que gobierna la universidad.

Esta situación no es resulta de un problema meramente arquitectónico. Esta extrema degradación edilicia se corresponde con la degradación intelectual a la que somos sometidos cotidianamente y que ayuda a profundizar. La ausencia de un edificio repercute en que no tenemos biblioteca, en la falta de espacios de lectura, de aulas y, por lo tanto, de pupitres propios, que hay pedir prestados ad hoc a los administradores del edificio de turno. Ni siquiera tenemos un bufet, tan necesario para los compañeros que viven lejos y tienen largas horas de cursas. Estas situaciones refuerzan la tendencia a la deserción estudiantil: solo el 12% de los alumnos que ingresa finaliza los estudios.

Ante este panorama, pusimos sobre la mesa esta reivindicación largamente velada. Bandera Roja impulsó el proceso asambleario de la sede de Concepción para discutir esta problemática y la conformación de una Comisión edilicia conformada por estudiantes que ya está relevando nuestras necesidades en vistas de fijar los criterios para un edificio acorde, con el fin establecer una propuesta sobre el plazo de realización del edificio para llevarlo al consejo directivo. Ya realizamos una importante movilización que obligó a las autoridades a dar alguna (vaga) respuesta. Necesitamos la participación de todos los estudiantes para poner en pie una dirección que luche por nuestras necesidades inmediatas.

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