En los últimos quince años hubo relativamente poca negociación colectiva y ésta se concentró, cada vez más, en el nivel de empresa: en 1991/92 menos del 25% de las negociaciones efectuadas correspondían al ámbito de la empresa, este porcentaje crece gradualmente hasta ubicarse en forma permanente por encima del 70% desde el 96, desde entonces oscila entre esa cifra y el 85%. Dentro de este grupo las empresas privatizadas y las de capital extranjero han sido las que más han recurrido a esta modalidad.
Las claúsulas más comunes en las negociaciones han sido: afectación del tiempo de la jornada de trabajo (lo que permite repartir las horas trabaja das de tal forma de que no se computen como horas extras las que sobrepasan la jornada normal); habilitación de modalidades de empleo promovidas y pasantías; movilidad y polivalencia funcional. Las consecuencias directas de esto han sido ampliación de la jornada de trabajo para los empleados, sin cobro de horas extras y un creciente desempleo porque menos obreros hacen el mismo trabajo. Un caso es el de las refinerías de petroleo, donde estas cláusulas permitieron la eliminación de un turno. Pero esto es un hecho generalizado: en la lista de convenios por empresa de la página del Ministerio de Trabajo encontramos 117 convenios que establecen un aumento de la jornada laboral. Este aumento de la jornada se refleja, además de en la tasa de sobre-ocupación, en la caída del pago de horas extras, ya que lo que se incrementa por estas cláusulas son las horas que entran en la jornada normal de trabajo (que son entonces obligatorias para el trabajador y no implican un pago adicional). A pesar del aumento de la sobreocupación las horas extras pagadas han descendido abruptamente: entre 1980 y 1991 éstas representaban entre el 7 y el 10% de los sueldo devengados; en el 2003 ha oscilado entre el 2 y el 3 %. (IEL) La polifuncionalidad ha generado también caída de puestos laborales: en la medida en que cada obrero hace varias tareas distintas se pueden eliminar puestos de trabajo. Un ejemplo a la vista de todos son las pequeñas cadenas como Eki o Día, donde los cajeros reponen la mercadería, pesan los productos de verdulería y realizan la limpieza del local. Así estos supermercados tienen grandes facturaciones con muy pocos empleados, quienes soportan un ritmo de trabajo sumamente intenso. A su vez las modalidades promovidas de empleo han agravado el empleo precario (el que no tiene garantía de continuidad). En los datos oficiales esto se refleja en la caída de la antigüedad promedio de los trabajadores en las empresas. En el agro, en las zonas más pobres del interior, los efectos de estos cambios en la negociación colectiva fueron particularmente fuertes. Obligados a negociar por su cuenta frente a grandes empresas que cuentan con el apoyo político
de los caudillos locales, los obreros del interior perdieron los pocos derechos que tenían. Los patrones, por el contrario, tienen a su disposición una amplia panoplia de oportunidades: la posibilidad de tercerizar parte de la producción, que cae en el mundo del empleo en negro, al mismo tiempo que acogerse a los beneficios para las pymes.
Marina Kabat
Fuentes: Encuesta de Indicadores Laborales (IEL); www.trabajo.gov.ar/convenios: Informe de Negociaciones colectivas 2002 del Ministerio de Trabajo. Encuesta Permanente de Hogares (por la fecha de cierre de este número no se ha empleado la nueva edición de esta encuesta, de marzo del 2004, sobre todo teniendo en cuenta los cambios en la metodología empleada).
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