Mentiras verdaderas. Mario Bunge y la Facultad de Psicología

en Club de Amigos de la Dialéctica/El Aromo nº 55

aromo55_metodo_nicoNicolás Robles López
Club de Amigos de la Dialéctica – CEICS

“Basta con dar un paso más, y manifiestamente en la misma dirección,
para que la verdad se convierta en error”
Lenin

Hace poco más de un mes se pudieron leer en varios diarios las declaraciones de Mario Bunge sobre la psicología argentina y, más específicamente, sobre la Facultad de Psicología de la Universidad de Buenos Aires. El llamado de Bunge a cerrar la Facultad despertó las críticas de distintos psicólogos y el repudio del Consejo Directivo (CD) de la Facultad de Psicología. El carácter espectacular y extremista de las declaraciones de Bunge y el airado rechazo por parte de los psicólogos argentinos hace recordar a las peleas a que nos tiene acostumbrada la televisión chatarra de un mediodía cualquiera. A pesar de eso, es un debate valioso porque es una muestra más de la falta de fundamento científico de la psicología y un cuestionamiento a la práctica profesional de los psicólogos.

Bunge recargado

Bunge se despachó contra los psicólogos y la Facultad de Psicología en el contexto del affaire sobre los cursos de medicina alternativa de la Universidad de Córdoba, contra los cuales se había pronunciado duramente el reconocido filósofo.(1)  Lanzado contra los descendientes de Freud y Lacan, Bunge declaró que en la facultad “se enseña exclusivamente psicoanálisis”, no se ve nada de psicología experimental o de psicobiología y de esta manera se estafa “a sus alumnos y a sus contribuyentes”. La razón de esto estaría en que el psicoanálisis es una profesión fácil de aprender y de enseñar, que rinde económicamente y “no involucra razonamientos rigurosos ni trabajo de laboratorio”. En palabras de Bunge, “el psicomacaneo es la única carrera íntegramente hablada, en la que basta creer lo que dicen algunos libros cuya lectura está al alcance de cualquiera que sepa leer en castellano”. La falta de investigación por parte de los psicoanalistas se observa en que nadie abrió “un laboratorio psicoanalítico desde el nacimiento de ese negocio, en 1900”. Teniendo en cuenta la marcada orientación clínica que tiene la formación en la UBA, Bunge dice que “la población está inerme en manos de charlatanes”. En resumen, para él los psicólogos no trabajan, escuchan demasiado y hablan poco.

Luego de calificar a los graduados de la carrera de charlatanes, Bunge expresa su deseo de que la UBA “tome el mismo camino [que la Universidad de Córdoba] y cambie o cierre la Facultad de Psicología”. En otro artículo(2)  Bunge expresó que la psicología argentina estaba naciendo, haciendo referencia a ciertos neurólogos y profesionales dedicados a la psicobiología. Allí, criticó a los psicólogos por no estudiar el cerebro y presentó de manera triunfante una investigación del Instituto de Neurología Cognitiva en la que se sostiene que el libre albedrío es “uno de los rasgos de la actividad espontánea (no provocada por estímulos externos) de la corteza prefrontal”. Ante esto, distintos psicólogos salieron a defenderse… o, por lo menos, eso intentaron…

¡No me peguen, soy psicólogo!

La respuesta del CD de la Facultad de Psicología de la UBA(3)  no sólo se caracteriza por su vaguedad, sino que admite un eclecticismo ramplón construido ad hoc para hacerlos pasar por democráticos ante un Bunge autoritario. La reiteración del argumento de que en la Facultad se “incluye la diversidad de los marcos teóricos” es una muestra de la falta de respuestas concretas ante el planteo de Bunge. Para el CD, la función esencial de la Facultad es “contribuir a la educación pública desde el ámbito universitario y desde la especificidad de nuestra disciplina”. Su objetivo, “asegurar la enseñanza de grado, la excelencia en la enseñanza de postgrado, la promoción de la investigación y la extensión, garantizando todas las líneas teóricas y los distintos ámbitos donde la psicología pueda aportar soluciones a la comunidad, que en definitiva es quien la sostiene”. Y, finalmente, a modo casi de reproche, sostiene que Bunge desconoce el “esfuerzo que realizan cotidianamente los alumnos, docentes, no docentes, investigadores y la comunidad toda de esta Unidad Académica”. Según el CD, Bunge propone el despido masivo de los profesores de la Facultad, “la contratación de profesores extranjeros para que se hagan cargo de la enseñanza y la formación en el exterior de una nueva generación de profesores argentinos”.

Por su parte, Andrés Rascovsky, presidente de la Asociación Psicoanalítica Argentina (APA), tomó en sus manos la defensa de la corporación “psi”. Según Rascovksy, Bunge tiene “un obstáculo personal y conflictivo contra el psicoanálisis, que seguramente tiene que ver con su historia, y que el psicoanálisis mismo lo podría resolver”(4) . Para él, “con Freud, fue justamente el psicoanálisis el que bregó por un campo científico en medio de una psicología desideologizada”.

La respuesta más extrema se pudo leer en un periódico lacaniano llamado El Otro Psi(5) . Allí, José Méndez, director de la publicación, plantea que Bunge tiene una ideología obtusa, que es autoritario y fascista y que “convertir a la ciencia en la única verdad de la humanidad es un fundamentalismo innecesario en este país que siempre se arroga verdades disipadas por la realidad”. No contento con esto, continúa asociando a Bunge con los “poderes en sombra -léase laboratorios internacionales (…)”. Finalmente, propone que alguien debe advertir a Bunge “que el psicoanálisis no es una ciencia, es una práctica”.

¿Qué es un psicólogo?

De esta manera llegamos al punto central del problema a tratar. A saber, de qué está hecho aquello que denominamos “psicólogo”. Es claro que Bunge apunta contra los psicoanalistas, haciéndose eco del saber popular que cree que los psicólogos son sólo clínicos y psicoanalistas, con su consultorio, su diván y su respectiva pipa. Si bien no todos los psicólogos caen dentro de estas categorías, la mayoría entra dentro de ellas. Para peor, entran dentro de otra categoría bastante difundida en Argentina, la de lacanianos. El ataque de Bunge se revela, entonces, como una verdad a medias.

Por el lado propositivo, Bunge cae en errores ciertamente más graves. Por la vía de destacar la falta de vinculación entre el psicoanálisis y la biología, ejerce una crítica superficial y reduccionista que reduce la psicología a la biología. Curiosamente, este enfoque comparte la misma visión de la realidad que tienen los psicoanalistas lacanianos. Ambos toman como método la abstracción del individuo y la eliminación del análisis de las relaciones sociales. Uno por sostener que el libre albedrío es una actividad espontánea del cerebro, los otros por considerar el lenguaje como un fenómeno que aísla a los seres humanos y los mantiene en una constante falta de comunicación y, por tanto, aislados entre sí. Ambos tienen una visión desfigurada de la realidad. Una visión deformada que es propia del pensamiento burgués y de sus ideólogos. Es deformada porque parcializa la realidad y muestra sólo una de sus determinaciones. No sólo descompone la realidad en partes sino que las mantiene separadas y las muestra como una colección de objetos, unos al lado de los otros, sin relación entre sí. La descomposición de la totalidad de lo real sólo puede llegar a soluciones a medias, simplemente porque enfoca los problemas a medias. Cada psicólogo, como un individuo abstraído de sus relaciones sociales, llevará adelante acciones individuales con pacientes individuales con problemas particulares. Nunca se planteará la necesidad de un enfoque sistémico de las patologías psíquicas, ni mucho menos una lucha colectiva cuyo objetivo consista precisamente en eliminarlas, porque no hay nada por lo cual luchar. La exigencia de una posición ética ante el paciente es un llamado a la acción dentro de cuatro paredes (las del consultorio). No hay una exigencia de posición política ante la sociedad. El estatuto ético del inconciente desliga y separa al individuo de su relación con otros individuos como relaciones constitutivas de su ser.

Entonces, abocándonos al problema de las patologías mentales y su tratamiento, podemos plantear que ni la práctica psicoanalítica ni la formación universitaria son científicas. Primero, la conexión entre la formación universitaria y la práctica psicoanalítica suele darse mediante instituciones privadas como la APA o distintas asociaciones de psicoanalistas. Es falso que la facultad provea al alumno de herramientas para tratar pacientes y para “aportar soluciones a la comunidad”. Esta formación suele completarse en este tipo de asociaciones debido a la exigencia de someterse a un “análisis didáctico” para comenzar la práctica psicoanalítica. Estas asociaciones y organizaciones de psicoanalistas y psicólogos han demostrado históricamente su falta de efectividad, nunca han luchado ni lucharán por la solución de la totalidad de las patologías psíquicas. Segundo, la teoría psicoanalítica no posee la suficiente validación empírica para poder dar una explicación del surgimiento de las psicopatologías ni de su cambio a través del tiempo. Por lo tanto, los psicoanalistas no tienen un mapa completo de aquel problema que quieren abordar. Nunca se han tomado el trabajo en serio, no dimensionan la extensión del problema porque nunca se han planteado una solución radical al mismo.

Es necesario desarrollar una teoría que explique la génesis y el desarrollo de las patologías y que tenga en cuenta la determinación de clase. Para ello no es suficiente seguir leyendo casos freudianos de hace más de un siglo. El programa claro, el objetivo, tiene que ser la erradicación de las patologías y, por lo tanto, de aquellas relaciones que las producen. Sin esto, no es posible ninguna práctica eficiente, científica. Por lo tanto, es necesaria una organización que medie entre la teoría y la práctica de los psicólogos. Porque sólo manifestándose como voluntad colectiva es posible el cumplimiento de un programa como éste. Es obvio que esta problemática está tan lejos del “psicomacaneo” psicoanalítico como del “epistemacaneo” bungiano, las dos caras de la misma ideología burguesa.

NOTAS:
(1) La Voz, 18/4/2010. Ver www.lavoz.com.ar/content/no-es-posible-que-permitan-este-asalto-la-modernidad-miradas.
(2) La Nación, 27/4/2010. Ver www.lanacion.com.ar/nota.asp?nota_id=1258588.
(3) Ver www.psi.uba.ar/institucional/consejo/sesiones/res_030510_cd_415_10.php.
(4) Perfil.com, 20/5/2010. Ver www.perfil.com/contenidos/2010/05/20/noticia_0028.html.
(5) Ver www.psi-elotro.com.ar/notas/2010/10_05_may/respuesta_a_mario_bunge.html.

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