El programa del Foro de Convergencia y del Grupo de los Seis frente a la crisis
A través del Foro de Convergencia y del Grupo de los Seis, la burguesía se ha pronunciado sobre la salida a la crisis. El Gobierno fustiga contra el “rebrote de neoliberalismo”, pero no tienen nada mejor para ofrecer. ¿Qué nos propone la burguesía? Entérese leyendo esta nota.
Por Gonzalo Sanz Cerbino (Grupo de Investigación sobre la Historia de la Burguesía Argentina-CEICS)
La profundización de la crisis del “modelo” a comienzos de 2014 trajo una novedad política en el campo de la clase dominante: el intento de unificación de sus fracciones detrás de una propuesta crítica del rumbo seguido por el Gobierno hasta entonces. Así, pocos días antes de la devaluación de enero, se reunió por primera vez el Foro de Convergencia Empresarial. El Foro alineó al conjunto de la burguesía agropecuaria, a los importadores (CIRA) y a las fracciones más concentradas de la burguesía (AEA, IDEA, Bolsa de Comercio). Es decir, a todos los “críticos” del modelo. Sin embargo, también logró arrimar elementos cercanos al kirchnerismo como los bancos privados (ABA) o CAME, que aunque no se sumó sí hizo saber su acuerdo con las propuestas. Incluso, por un momento, pareció que sumaba a la UIA, aunque debió conformarse con la adhesión, a título individual, de algunos de sus dirigentes como Cristiano Rattazzi (FIAT) y Luis Betnaza (Techint).
El primer documento del Foro, difundido a fines de enero, proponía superar la fragmentación del campo empresarial y elaborar de conjunto una serie de propuestas programáticas que buscarían imponer tanto al oficialismo como a la oposición. Luego de salir al ruedo, los miembros del Foro comenzaron a mostrarse en actos públicos con cada uno de los candidatos, desde Marci y Carrió hasta Binner y Scioli. Incluso mantuvieron reuniones con sindicalistas opositores, como Barrionuevo y Moyano. Sus propuestas vieron la luz a fines de abril en un segundo documento. Veamos en qué consisten.
El programa
Las “políticas de Estado” esbozadas en el segundo documento del Foro comienzan con una serie de propuestas sobre el “aspecto institucional”. Allí condensan las críticas que el arco opositor ha hecho al kirchnerismo, desde la “independencia de jueces y fiscales” a la “libertad de prensa y el libre acceso a la información pública”.1 También exigieron la independencia de los órganos de control y la “erradicación de la corrupción”. Sin embargo, estas consignas abstractas no constituyen el núcleo del programa, que encontramos en sus propuestas para la “dimensión económica”. Allí abogan por bajar la inflación, pero fustigan contra los controles de precios. A su vez, promueven el establecimiento de un “marco regulatorio” que permita “alentar las inversiones de infraestructura en energía, transporte y comunicaciones”. Es decir, liberar las tarifas. ¿Cómo se contiene la inflación si se liberan las tarifas y los precios? Con medidas “macroeconómicas” para enfriar la economía. El Foro propone a su vez bajar la “elevada presión tributaria” sobre las empresas, eliminar los “tipos de cambio diferenciales” y los “gravámenes distorsivos” (retenciones). Lo que supone, como correlato, bajar los gastos estatales. Rubén Ferrero (CRA) lo dijo sin tapujos: “la inflación es el correlativo de un excesivo gasto público que se cubre con emisión monetaria”.2 Claudio Cesario (ABA) se pronunció en el mismo sentido: “la Argentina gasta, y gasta mucho, en educación. Desgraciadamente […] los resultados no son buenos: gastamos más y el resultado no es mejor.”3 Por esa razón, aunque en sus propuestas sociales hablan de erradicar la pobreza, mejorar la educación y la salud, no promueven aumentar el gasto, sino todo lo contrario. La solución para erradicar la pobreza pasaría por incentivar la creación de “empleo formal”. Manuel Blanco (IDEA) aclaró que “la pobreza se combate con la creación de empleos genuinos, para lo cual debe haber inversión, y para eso deben existir las condiciones”.4 En una reformulación de “teoría del derrame”, la solución propuesta vendría de mejorar las condiciones para la acumulación de capital que, a la larga, daría como resultado más empleo. Y mientras tanto, basta de planes sociales. Por último, exigen garantizar “el abastecimiento fluido de nuestra producción” y la “integración al mundo”. Es decir, eliminar las restricciones a la importación y arreglar finalmente el problema de la deuda para acceder al crédito internacional. Por eso saludaron cada una de las iniciativas del gobierno en ese sentido: desde el acuerdo con Repsol y el Club de París, hasta la “voluntad negociadora” con los fondos buitre.
En suma, nos encontramos ante la vieja propuesta de salida por derecha del esquema bonapartista. El programa del ajuste. La constitución del Foro es un intento de unificar a la burguesía argentina detrás de este programa, e imponerlo tanto al gobierno como a sus potenciales sucesores. Buscan marcar la cancha. La oposición parece acordar claramente con el programa. El gobierno, a través de sus funcionarios o de los pocos empresarios adictos que le quedan, ha salido a enfrentar a los miembros del Foro. Neoliberales, golpistas, desestabilizadores, fueron algunos de los epítetos que les endilgaron. Sin embargo, ni el gobierno ni las cámaras empresarias que no comulgan con el Foro paracen tener propuestas mejores.
¿Adentro o afuera?
Tres importantes cámaras empresariales coquetearon con el Foro, aunque finalmente se quedaron afuera. Dirigentes de la UIA, la Cámara de Comercio y la Cámara de la Construcción enviaron representantes a las reuniones de los empresarios opositores. Incluso, aparecieron como firmantes de los dos documentos suscriptos. Sin embargo, las tres entidades adjudicaron la participación a algunos de sus integrantes, que se habrían arrogado el derecho de firmar documentos a nombre del conjunto. Pero ninguna de ellas criticó la iniciativa unitaria, y hasta reconocieron coincidencias.
Es claro que no hay tanta distancia entre uno y otro bloque. No obstante, la propuesta de “ajuste salvaje” y recesión que emana del Foro no es conveniente para sectores como el comercio, que ganan con el aumento del consumo, para ciertos industriales que dependen fuertemente de protección y subsidios o para la construcción, que hoy mantiene su actividad con la obra pública. Intentando mostrar una alternativa, las tres cámaras han reactivado el Grupo de los Seis, que incluye a los bancos nacionales (ADEBA), la Bolsa de Comercio y la Sociedad Rural. Allí, los partidarios del “ajuste moderado” se encuentran en mayoría.
En las cuestiones de fondo no son tantas las diferencias. Desde la devaluación, la UIA ha mostrado gran preocupación por las paritarias, llegando a pedir al Gobierno la contención de los sindicatos. Según argumentaron, moderar los reclamos salariales es su forma de defender el empleo en plena crisis. Pero se han opuesto con igual vehemencia a cualquier iniciativa que busque evitar despidos, como el restablecimiento del régimen de doble indemnización. En las últimas semanas, el presidente de la UIA, Héctor Méndez, salió a pedir un “ajuste económico”. Sin medias tintas, se refirió a la necesidad de recortar los subsidios y achicar gastos.5 Lo propio hizo ADEBA, que apoyó la suba de tarifas de gas y agua, y exigió que alcance también a la electricidad y el transporte. Este es el programa para contener la inflación del G6, no muy diferente al del Foro de Convergencia. En ambos casos, el ajuste recaerá sobre los trabajadores. Además, tanto los miembros del Foro como los del G6 saludaron la voluntad del Gobierno de arreglar con los organismos financieros internacionales. Todos están apostando al endeudamiento como única alternativa para avanzar con el ajuste sin una explosión social.
¿Y el Gobierno?
Solo algunos representantes de las pymes (las dos CGE y APYME), alienados con el Gobierno nacional, salieron a discutir el programa del ajuste. Denunciaron que el Foro de Convergencia promueve el “enfriamiento” de la actividad económica y del “consumo popular”. Según estas entidades, se trataría de las viejas propuestas del “neoliberalismo” que buscarían abrir la economía y “volver a los mercados de crédito internacionales en función de intereses especulativos”. Y ante el inevitable “costo social” del programa, el Foro promovería “un plan criminal integral” que se consumaría con la “represión de la protesta social” y la “estigmatización de la pobreza”.6
Sin embargo, lo que no dicen es que es el propio Gobierno el que está llevando adelante este programa, el que devaluó, e intentó luego contener los reclamos en paritarias para consumar la reducción del salario real. También convalidó los aumentos que vinieron con los “precios cuidados” y avanzó sobre los ajustes de tarifas. Es el que viene pagando religiosamente la deuda y acordando con los organismos financieros internacionales para conseguir crédito fresco. Y cuando comienzan a sentirse los “costos sociales” del plan, es el propio Gobierno el que reprime y alienta a la burocracia sindical para que haga el trabajo sucio.
Más allá de la espuma, la burguesía y el Gobierno buscan lo mismo: abandonar por derecha el esquema bonapartista, imponiendo un ajuste que intentan descargar sobre los trabajadores. Queda en nuestras manos decidir si vamos a marchar detrás de los que solo tienen para ofrecer palos y miseria, o si avanzamos decididamente en una alternativa independiente para defender nuestros intereses.
Notas
1 http://goo.gl/oRI8E4.
2 La Nación, 16/5/2014.
3 Idem.
4 La Nación, 22/4/2014.
5 Cronista, 3/6/2014.
6 http://www.cta.org.ar/entidades-empresarias-rechazan-al.html