Lo mejor de tu arte. La promoción acompañada en las escuelas primarias porteñas
Mientras el Gobierno dice estar preocupado por mejorar la calidad, las medidas que toma muestran que va a encubrir el problema. “Promoción acompañada” y erradicación de la repitencia son las recetas de moda en Río Negro y CABA.
Romina De Luca
GES-CEICS
Como vimos en la nota anterior, Bullrich buscaría despegarse de las medidas “fraudulentas” de promoción automática. Sin embargo, en el riñón educativo PRO por excelencia (CABA) se acaba de avanzar en la misma dirección, pero en la escuela primaria.
En el último bimestre de 2016, la Dirección del Área Primaria bajó a las escuelas el Documento Nº 1 “Del Boletín Abierto a la Promoción Acompañada” cambiando la forma de evaluación y promoción de los alumnos. Desde 2004, las escuelas venían funcionando con el esquema de boletín abierto (algunas lo hacían desde 1999), un sistema de trabajo ciclado con los alumnos que no hubieran alcanzado los contenidos mínimos. Durante los diez días hábiles posteriores a la finalización del ciclo lectivo en curso y los 10 anteriores al inicio del nuevo se trabajaba con ese grupo de alumnos de cara a definir su promoción. Ahora, desde octubre, las escuelas implementarán un esquema de “progresión continuada” o “promoción acompañada”. Traducido: los alumnos, hayan alcanzado o no los contenidos mínimos, pasan de grado automáticamente. La medida porteña amplía así el bloque pedagógico que existe entre 1º y 2º grado para todo el nivel. Claro está, el documento da un rodeo para referirse al asunto y reza: “proseguir con la enseñanza sin definir la promoción ni la reprobación”. Los que no se apropiaron de los contenidos nodales son ahora “promovidos en proceso” y deben seguir trabajando en una propuesta específica, con “mejores condiciones pedagógicas” esos contenidos en paralelo al cursado del nuevo grado superior. Para el quién y el cómo, las escuelas se arreglan como pueden.
Dentro de los propósitos, el documento señala que se deben destinar “tiempos de enseñanza planificados, sistemáticos, breves e intensos durante el último período del año escolar en el que tradicionalmente se definían las promociones” con el propósito de “destrabar obstáculos”. Algo que se traducirá en explicaciones posteriores a directivos y supervisores sobre que no se hizo con “fulanito” para que precise alternativas intensivas de acompañamiento.
La gran fachada
En cada escuela, se exigió a los docentes que armaran un listado con los alumnos a “acompañar”. El documento está fechado el 30 de septiembre y pide que los grupos de trabajo inicien en octubre. Esto habla de lo poco serio del asunto. El acompañamiento solo alcanzó a las áreas de Matemáticas y Lengua, lo que no implica que no hubiera contenidos no alcanzados de Ciencias Naturales o Sociales. Pero parece resultan menos importantes para los funcionarios: centralmente Aprender y PISA miden las dos primeras. A trabajar con ello, entonces…
Una vez elegidos los alumnos a “acompañar”, se armaron talleres ad hoc. Cada escuela definía si los subgrupos los trabajaba el docente, el maestro de grado pero en sus horas fuera de curso o un miembro de la conducción. De todas maneras, el documento es muy claro en torno al patrón de medición: cualquier tipo de progreso que se registre en la producción del alumno parece suficiente para promover. De hecho, el equipo de los talleristas debía analizar “en orden cronológico para observar los indicadores de progreso” y archivar la producción de los alumnos. Un claro mecanismo de control -siempre hallaremos un avance- y de autocensura por parte de los docentes.
Para que no quedaran dudas, las escuelas en diciembre elevaron un informe consignando qué alumnos aprobaron en el acompañamiento y cuáles continuarían en proceso. En esos documentos, el docente debió sugerir el grado, optando por mantenerlo en el inferior, aunque no era el espíritu del proyecto y así tácitamente se lo hacían saber. Llegado el caso, de no promoverlo, se sugiere trabajar para acelerar la trayectoria y promoverlo de grado en el medio del año.
En el espejo
La propuesta porteña no es nada original, porque copia el derogado Régimen Académico que, en 2004, el kirchnerismo impuso en la Provincia de Buenos Aires. Ayer se horrorizaban de la supresión de los aplazos. Hoy lo adoptan con los mismos argumentos: en una semana no se puede aprender lo que no se aprendió en un año, hay que acompañar las trayectorias, hay que personalizar los grupos.
La medida apunta a mejorar los indicadores, compulsivamente, en los barrios más pobres de la Ciudad. Si el porcentaje de repitencia anual es de 1,3%, los valores casi se triplican en los Distritos 5 (Barracas, Constitución, Parque Patricios), 13 (Mataderos, Lugano y Villa Luro), 19 (Flores, Villa Soldati y Nueva Pompeya ) y 21 (Villa Lugano y Villa Soldati) por mencionar los peores. La sobre-edad también bajará. Hoy el promedio de las escuelas estatales porteñas tiene un 13% de los alumnos con sobre-edad y en los grados superiores los índices son más altos: en sexto y séptimo trepa al 18%. En esos mismos distritos, el promedio de alumnos con sobre-edad fluctúa entre el 17% y el 19% promedio y en los grados superiores entre 25% y 30%. Vamos a borrar con el codo los problemas para mostrar un sistema más “equitativo”. El país del futuro. Lo que no nos dicen es que solo barren la mugre bajo la alfombra y nos dejan una mayor degradación.