Juan Grabois, dirigente de la CTEP y delegado del papa Francisco, presentó el Plan General San Martín, o plan Marshall criollo para “Poblar y crear trabajo”. El plan tendría como objetivo enfrentar la crisis económica pos pandemia, como si antes todo hubiera marchado viento popa, generando puestos de trabajo y mejorando las condiciones habitacionales de los barrios populares. Mediante una inversión estimada de $750.000 millones al año, durante cuatro años, se crearían cuatro millones de puestos de trabajo, se integraría al tejido urbano a las villas, se crearían nuevos barrios y fundarían pequeños pueblos y se entregarían tierras a las comunidades agrarias y se cuidaría el medio ambiente promoviendo la utilización de energías renovables.
¿De dónde saldría todo el dinero necesario para ello? Según Grabois, por un lado, se podría conseguir de lo que se ahorre del pago de la deuda que el gobierno nacional se encuentra renegociando y del incremento de impuestos y aportes de carácter progresivo. Lo que el enviado papal no tiene en cuenta es que la deuda se está renegociando porque el Estado no cuenta con ese dinero, y no porque quiera usarlo para otra cosa. Es decir, si se renegocia y no se paga ahora, ese dinero no estaría disponible porque no existe. De hecho, hoy el país está en default.
Respecto a los impuestos progresivos Grabois olvida que existe un impuesto a las ganancias que desde la época del gobierno de Cristina se aplica a buen parte de los trabajadores y que hoy pagan trabajadores que ganan un salario por debajo de la canasta básica. Es decir, para recaudar el Estado le saca a un sector nada privilegiado de trabajadores para darle a otro y a eso lo llaman solidaridad.
Con ese dinero se conformaría un fondo fiduciario llamado “Fondo Mugica” que sería administrado por consorcios de cogestión entre movimientos sociales, iglesias, organizaciones de la sociedad civil y municipios. Estos consorcios administrarían los fondos para desarrollar 4.000 módulos productivos en todo el país. La idea sería que el Estado descentralice ejecución de obras, desarrollos productivos vinculados a la economía popular, integración urbana y agricultura familiar. Cada organización quedaría a cargo del desarrollo de uno o varios “módulos”, con un presupuesto promedio de $50 millones.
Como la propuesta es para generar puestos de trabajo, se planea que se emplearían unos 4 millones de trabajadores con un salario que reemplazaría a los planes existentes como Argentina Trabaja, Hacemos Futuro o Manos a la Obra. El salario que recibirían sería de $10.000 por 60 horas de trabajo mensual certificadas. Es decir, se pretende pagar unos $166 pesos la hora, por debajo de cualquier salario de convenio para el tipo de actividades que se pretende que realicen, y por supuesto sin los derechos que corresponden como obra social oaportes jubilatorios, es decir, los van a contratar en negro. Por ejemplo, el salario básico, sin adicionales, del convenio construcción es para la categoría más baja, en promedio de todo el país, $222. Lo que propone Grabois es usar a los desocupados como mano de obra ultra barata, con un salario que no alcanza siquiera la línea de indigencia. Así se busca reactivar la economía, hundiendo a los trabajadores en la miseria. Además, el dinero para el pago saldría de la ANSES, o sea, se sacaría plata que aportan los trabajadores en activo y que están destinados a sostener a los trabajadores pasivos. O sea, seguir “redistribuyendo” al interior de la clase obrera.
Entre los objetivos del programa se encuentran acciones como la creación de nuevos barrios, fundación de pequeños pueblos, entrega de tierras a las comunidades agrarias y se cuidaría el medio ambiente promoviendo la utilización de energías renovables. Puesto así parecen objetivos nobles, pero esconden la forma de vida en que Grabois (o deberíamos decir Francisco) piensa que se merecen los trabajadores, que no es otra que barrer de bajo de la alfombra a quienes le sobran al capitalismo. Así, lo que se está proponiendo es llevar a vivir a masas de sobrepoblación relativa lejos de las ciudades, donde se notaría más la pobreza, sin acceso a infraestructura básica como tendido de red eléctrica. Para eso les dan “energías renovables” que es más barato que hacer un tendido eléctrico hasta esos nuevos pueblos, que vaya uno a saber dónde se asentarán. Además, se plantea entrega de tierras y promoción de agricultura familiar. Esto es: no les podemos garantizar una alimentación adecuada, así que arréglense comiendo lo que puedan sembrar o criar, que eso nos sale barato. Grabois, un chico bien que creció entre algodones en zona norte, le propone a la fracción más pauperizada de la clase que adopte formas de vida propias de las sociedades cazadoras recolectoras en pleno siglo XXI. Como a nadie se le ocurre que les van a entregar las fértiles tierras de la pampa húmeda, seguramente la gran mayoría van a terminar en tierras donde cualquier proyecto de crear una huerta tenga poca posibilidad de prosperar.
Si son desocupados y se pretende otorgar un subsidio, que se les dé un subsidio a la desocupación igual a la canasta básica, sin contraprestación. Ahora, si hay trabajo para hacer, y lo hay porque un plan de obras públicas que incluya viviendas y urbanización es urgente, entonces que se contrate trabajadores como corresponde: en blanco y con un salario de convenio. Lo que pretende Grabois es simplemente aprovechar la desesperación de los desocupados para convertirlos en fuerza de trabajo barata y superexplotada y esconder a la clase obrera más pauperizada en lugares donde abunde la miseria con condiciones de vida propias de otro milenio. Así, se somete a gran parte de la clase a condiciones miserables de existencia que, en lugar de buscar revertir, se busca perpetuar.
Lo que ofrece la Iglesia a través de Grabois es una forma barata y miserable de contener a una fracción de la sobrepoblación relativa bajo el manto de un “Plan Marshal” que difícilmente sirva para reactivar la economía. Grabios, o más bien Francisco, postulan un plan de rescate para la burguesía, no tanto en términos económicos, sino en términos políticos: vos que no sabés que hacer con los pobres que generás, escúchame que yo te soluciono con la plata de los jubilados sin que pongas un peso de más. O sea, Grabois se postula ser el barrendero que esconda la basura del capitalismo debajo de la alfombra.
Razón y Revolución
Y ustedes que proponen? Le presentaron alguna idea al gobierno? leyeron el plan? van a ir a hablarle a los sectores de mayor vulnerabilidad socio-económica sobre Marx y Lenin y explicarles por qué lo que sucede ahora es mejor? Muchachos, la realidad es esta, el problema es ahora y acá. Si no les gusta el proyecto de Grabois presenten algo superador o por lo menos tómense la molestia de leerlo. Los revolucionarios de cafetín o bolcheviques de salón no son pragmáticos. Hay que pensar un modelo de país posible. No quiero ser maleducado, pero viven en una nube de pedo, por eso el movimiento obrero argentino en su mayoría es peronista.