Las cosas por su nombre. A propósito de la política de los organismos de DDHH.

en El Aromo nº 9

Por Walter Sánchez
Grupo de Investigación sobre la Lucha de Clases en los ’70 – CEICS

Las consignas que los gobiernos levantaron cuando liberaron a los militares fueron “olvido y perdón”. Los grupos de DD.HH. las combatieron apelando a la “memoria”. Siempre pareció una postura progresista. Sin embargo, memoria es lo único que queda de algo que efectivamente ya pasó, es decir, “ya fue”. Pero ese “algo”, el Proceso militar no “fue”, es. La clase social que fomentó el golpe del ’76 sigue dominando la sociedad y esa dominación, como en los ´70, sigue cobrándose sus muertos (mediante el hambre, la desocupación, la represión policial, etc.). No pasó sino que sigue pasando. Para que esta continuidad se rompa, no alcanza con tener “memoria”, sino arrebatarle el poder a la burguesía. Con esto en mente, podemos analizar lo ocurrido en las reuniones de organización de la marcha del próximo 24 de marzo. Concurrieron diversas agrupaciones de DD.HH., partidos de izquierda y asambleas barriales. Después de discutir cuestiones de organización y seguridad se inició un debate (muy intenso) con respecto a las consignas con las que se convocaba al acto. Hubo dos líneas diferentes: la de los partidos y organizaciones de izquierda (PO, PTS, MAS, MST, RyR) y la de los organismos de DD.HH. encabezados por HIJOS, CTA y Madres Línea Fundadora. Los primeros sostenían consignas como “Cárcel a los responsables de la masacre de Avellaneda”, “Contra la ley de reforma laboral”, “No al pacto Kirchner-FMI”, “Contra la persecución de los piqueteros”. Con el emblema de que la lucha continúa, se exigió que la marcha sirviera para
denunciar explícitamente al gobierno, el representante actual de la misma clase de la que hablamos arriba. Por su parte, los segundos tuvieron una postura claramente reaccionaria: no denunciar al “Señor K” en las consignas, argumentando que el acto no debe tener contenido político ni partidario, y que
sólo debe atenerse a “recordar” el golpe del ’76. Las consignas que levantaban eran, según sus argumentos, consignas históricas en la lucha por los Derechos humanos: “Cárcel a los genocidas”, “Restitución de los hijos apropiados”, “No al terrorismo de Estado”. Pero, ¿qué son los derechos humanos en el capitalismo? Son ficciones jurídicas que sólo puede efectivizar quien tenga los recursos para hacerlo. Los derechos humanos son los derechos de la burguesía, por la sencilla razón de que en la sociedad capitalista hay ricos y pobres, es decir, hay clases. Detrás de estas ideas se esconde la intención conciente de vaciar el acto de todo contenido político revolucionario, de ocultar la continuidad entre las luchas de los ’70 y las de hoy, de domesticar al movimiento piquetero, forzándolo a que abandone la lucha porque este gobierno es “diferente”. Mientras se decía que la marcha no debía tener “contenido político” se le daba un contenido político explícito: el apoyo al gobierno. Un caso extremo de esta degeneración política es el intenso proselitismo kirchnerista de Hebe de Bonafini.

En estos últimos meses sólo se ocupó de disparar contra el movimiento piquetero, de criticar a los partidos de izquierda que “fabrican sus propios piqueteros”, apoyando los proyectos de micro emprendimientos del gobierno con el argumento de que “llegó la hora de construir”. De la reivindicación del terrorismo anti-obrero al reformismo anti-obrero, como siempre dijimos, hay un solo paso. “Memoria”, “Derechos Humanos”, “Genocidio”, son conceptos que lejos (muy lejos) de ser a-políticos y a-partidarios, esconden un programa burgués y una clara intención de encerrar la lucha dentro de los límites de la justicia burguesa, llevando así a la vanguardia a un callejón del que sólo se puede salir “con las patas hacia delante”. Como bien decía Trotsky en su Historia de la revolución rusa: “A menudo, las consignas políticas sirven más bien para disimular intereses que para designar las cosas por su nombre”.

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