Las aguas bajan turbias. El aumento de la conflictividad en el Mar del Sur de China
La profundización del conflicto en el Mar del Sur abre la posibilidad de un enfrentamiento a gran escala, en el cual las distintas potencias se verán involucradas. Si se produce, sería el inicio de un conflicto mundial a una escala no vista desde la posguerra.
Nadia Bustos
Grupo de Análisis Internacional-CEICS
El Mar del Sur de China puede parecernos uno de los lugares más alejados del planeta, pero al día de hoy posee una importancia económica y geopolítica muy importante. Desde hace algún tiempo que la región es objeto de disputa de varios países. China es el principal demandante, configurando a su alrededor un bloque opositor que se ubica bajo el ala de Estados Unidos. Las hostilidades en la región van en aumento, y abren la posibilidad de impulsar un conflicto a gran escala.
Antecedentes
Durante la Segunda Guerra Mundial, el archipiélago del Mar del Sur fue invadido por Japón. Al finalizar la contienda, diversos países iniciaron el reclamo por la soberanía del territorio. En 1946, Filipinas logró la independencia de los Estados Unidos y reclamó la soberanía de las islas. China respondió al año siguiente reelaborando el mapa de sus fronteras e incorporando la totalidad del Mar del Sur a su dominio. El reclamo chino fue acompañado por Taiwán, que también tenía sus intereses sobre la región. La firma del tratado de paz con Japón en 1951, implicaba la renuncia de este país sobre los derechos de las islas, pero no especificaba a qué país correspondía la soberanía del territorio. Durante ese tiempo, fueron Estados Unidos, Francia y Reino Unido quienes controlaron el tránsito en esas aguas.
En 1968, Filipinas inició la ocupación de las islas pertenecientes al archipiélago Spratly.
Al año siguiente, Vietnam del Sur ocupó algunas islas del archipiélago Paracelso, lo que provocó un enfrentamiento con China en 1974. Finalmente, China logró avanzar sobre la resistencia vietnamita y le arrebató el control de las islas.
Hacia 1982, la Convención de las Naciones Unidas sobre el Derecho del Mar (UNCLOS) estableció la extensión de las plataformas continentales, las zonas económicas exclusivas, los mares cerrados y los límites territoriales.
Malasia se incorporó al conflicto en 1983, al desembarcar su primer contingente militar en una de las islas pertenecientes al archipiélago de Spartly. Le sigue Brunei, con el reclamo de extensión de la plataforma continental, en 1985.
Paralelamente, China envió un barco de expedición hidrográfica y navíos de guerra a la región. Durante los meses de febrero y marzo de 1987 se produjo un enfrentamiento entre China y Vietnam por los arrecifes Firey Cross, Cuarteon y Union. En febrero del año siguiente, ambos países volvieron a enfrentarse en el arrecife Johnson. Esto impulsó la expansión de la ocupación de islas de ambos bandos. Vietnam ocupó, en el mes de abril de 1988, quince nuevos arrecifes, mientras que China hizo lo propio con seis islas. En 1995, Pekin construyó algunas instalaciones portuarias en el arrecife de Mischief, región cercana a Filipinas. La respuesta del gobierno filipino fue la destrucción de las construcciones en el arrecife. El incidente en Mischief impulsó una advertencia por parte de Estados Unidos hacia China. Mediante una resolución, el gobierno norteamericano aclaró que el libre tránsito en el Mar de China Meridional era uno de los intereses prioritarios para su seguridad. Por este motivo, envió un comando para adiestrar a las tropas filipinas estacionadas en las islas.
Las disputas entre las diversas burguesías por el control del Mar del Sur no son una novedad en la región. Sin embargo, en el último tiempo asistimos a un cambio en las alianzas de los bloques regionales y un aumento de la conflictividad. Dos procesos fomentaron este proceso: el crecimiento chino y la crisis capitalista.
El teatro de operaciones
El Mar del Sur es rico en reservas petroleras y gasíferas, la mayoría de ellas difíciles de estimar, producto de las disputas territoriales. Estas reservas se clasifican en probadas, probables y posibles. Las reservas probadas, son las que se estima que existen, son técnica y económicamente recuperables con una probabilidad del 90%. Las reservas probables son que se estima que existen y pueden recuperables para comercializar con una probabilidad del 50%. Mientras que las reservas posibles, tienen una probabilidad del 10% de existir y ser comercialmente viables. Según los estudios más conservadores, como el que realizó la Administración de Información de Energía de Estados Unidos (EIA) en el año 20131, se estimó que la región posee 11billones de barriles de petróleo en reservas probadas y posibles. Esto significa que el nivel de reservas alcanzaría las de México y representarían el 14% del total de las reservas de Arabia Saudita. Por otro lado, la Compañía de Petróleo Nacional Chino (CNOOC) afirma que las reservas posibles podrían alcanzar los 125 billones de barriles de petróleo. Es decir, las estimaciones sitúan a las reservas como poco despreciables, en el peor de los casos, y como las mayores del mundo, en el mejor.
Al observar las reservas gasíferas, vemos que el conjunto de las reservas probadas y probables alcanzan los 190 trillones de pies cúbicos, superando las reservas de Irán y Rusia. Por lo tanto, el país que controle estos territorios se convertirá en el primer productor de gas del mundo. Además, la región es importante por su riqueza pesquera. Se estima que el 8% de la pesca mundial proviene de estas aguas2.
Otro aspecto relevante de la región es su ubicación estratégica. Por estas aguas transita un tercio del comercio petrolero y la mitad del comercio de gas licuado del mundo. Se trata fundamentalmente del 80% de los suministros de petróleo de China, el 60% de Japón, Taiwán y Corea del Sur. Es una ruta vital para el comercio entre los países asiáticos, Europa, África e India.
Los actores
En los últimos años, la conflictividad ha ido en aumento. En mayo de 2009, Vietnam y Malasia presentaron un reclamo conjunto a la Comisión de Límites de la Plataforma Continental de Naciones Unidas, respecto a la extensión de sus plataformas continentales. Desde 2011 a hoy, Vietnam duplicó la ocupación militar de islas en el archipiélago Spratly. En mayo de 2014, se produjo un estallido de reclamos contrarios a China por parte del pueblo vietnamita. Los manifestantes se oponían al establecimiento de una plataforma petrolera de CNOOC cercana al archipiélago Paracelso.
Malasia mantuvo silencio frente al conflicto, ya que China es su principal socio comercial y fuente de inversión extranjera directa. En este marco, la capacidad china de presión sobre el pequeño estado es muy importante.
China por su parte, llevó adelante negociaciones bilaterales con los países involucrados en el conflicto con el objetivo acercarlos a sus reclamos. De esta manera, lograron el apoyo de Camboyaen 2012. Ese mismo año, el gobierno chino creó una organización administrativa para regir los archipiélagos Spartly y Paracelso. En 2013, comenzó a inspeccionar los barcos de otros países que transitaban los territorios en disputa. Es decir, desarrolló de forma paulatina las alianzas en la región que le permitan expandir su hegemonía.
Esta situación preocupó al gobierno de los Estados Unidos que, en 2015, envió un buque de guerra y realizó diversos ejercicios militares en la zona. Paralelamente, apoyó los reclamos de Filipinas y Vietnam, e instó a Japón a armarse para contrarrestar el poder chino.
En julio de este año se dio a conocer la sentencia de la corte de La Haya, que da lugar al reclamo filipino por los territorios. A partir de entonces, iniciaron nuevas negociaciones con el gobierno chino. El fruto de estas reuniones no se hizo esperar. En octubre, el presidente filipino Rodrigo Duterte, anunció que abandonaba su alianza con Estados Unidos para unirse a China. Uno de los principales términos del acuerdo negociado incluye inversiones de capital hacia ese país.
Desde hace algún tiempo, China se encuentra construyendo islas artificiales cercanas al archipiélago en disputa que funcionan como bases militares. Además, realiza diversos ejercicios militares en esas aguas. El último de ellos fue en el mes de septiembre, junto con la flota rusa del pacífico. China y Rusia realizaron su primera operación conjunta en 2012 y mantuvieron los ejercicios anualmente.
A este escenario se suma el aumento las pruebas nucleares del régimen de Korea del Norte. Durante el gobierno Kim Jong-Un, Pyongyang llevó a cabo 37 pruebas demisiles, más del doble de las que padre, Kim Jong-Il, llevó adelante en 17 años de gobierno. China es uno de los pocos aliados del gobierno de Jong-Un y uno de sus principales socios comerciales. En este marco, Estados Unidos anunció que iniciara el despliegue de un sistema antimisiles THAAD en Corea del Sur.
Por otro lado, diversas compañías se encuentran trabajando en la región. Algunas son estatales, como PetrroBrunei (Brunei), CNOOC, Sinopec, CNPC (China), PT Pertamina (Indonesia), PNOC (Filipinas), PTTEP (Tailandia), PetroVietnam (Vietnam), Petronas (Malasia) y Zarubezhneft (Rusia). Es decir, en estas hay un predominio de la alianza chino-rusa. BHP Billiton (Australia-Reino Unido), Hess Corporation (Estados Unidos), Kulczyk Oil Ventures (Polonia), Mitsubishi Corp (Japón), Murphy Oil (Estados Unidos), Polyard Petróleo, QAF Brunei (Brunei), Shell (Anglo-Holandesa), Total (Francia), BG Group (Reino Unido), BP (Reino Unido), Chevron (Estados Unidos), ExxonMobil (Estados Unidos), Eni (Italia), Husky (Canada), Newfield (Estados Unidos), Santos (Australia), StatOil (Noruega), Kufpec (Kuwait), Lundin (Suecia), Korea National Oil Corp.(Korea del Sur), ConocoPhillips (Estados Unidos), Geopetrol (Francia), Premier Oil (Reino Unido), PTTEP (Tailandia), SK Corp (Korea del Sur), Zarubezhneft (Rusia). Aquí, en cambio, encontramos un predominio de capitales ligados a la alianza norteamericana.
Las aguas del Mar del Sur son foco de disputa de diversos estados nacionales y compañías privadas. China logró nuclear a su alrededor a las burguesías más débiles de la zona, a cambio de beneficios económicos claves para esos Estados. Así se consolida el bloque compuesto por China, Rusia, Malasia, Korea del Norte, Camboya, Filipinas y Taiwán. En el otro frente, encontramos a Japón, Vietnam y Corea del Sur, secundados por Estados Unidos.
De cara al futuro
El crecimiento del bloque chino también se evidencia en el aspecto militar. En el año 2015, China estableció una pista de aterrizaje de 3km de largo en el arrecife Fiery Cross y está construyendo otra en el arrecife Johnson South, junto con un puerto y torres de vigilancia. Japón y Corea del Sur, se preparan para hacer frente a esta expansión por la vía militar. Estados Unidos aumentó la presencia militar de 6 mil efectivos, en 2007, a 52 mil en 2015 en Japón. En Corea del Sur las tropas se incrementaron de 20 mil efectivos en 2007, a 47 mil en 2015.3 Washington anunció además el despliegue de un sistema antimisiles THAAD en Corea del Sur, que estará funcionando para fines de 2017. El crecimiento de la hegemonía china frente al bloque de Japón, Vietnam y Corea del Sur, impulsa una mayor intervención estadounidense para pertrechar a sus aliados.
Desde hace algún tiempo advertimos sobre la tendencia al aumento de la conflictividad entre los distintos bloques imperialistas.4 La profundización del conflicto en el Mar del Sur abre la posibilidad de un enfrentamiento a gran escala, en el cual las distintas potencias se verán involucradas. Si se produce, sería el inicio de un conflicto mundial a una escala no vista desde la posguerra y demandará a una masa de la población obrera gigantesca que deberá sacrificarse en nombre del patriotismo o, lo que es lo mismo, de las ganancias ajenas.
Notas
1https://goo.gl/wvBJKM
2https://goo.gl/YHXLlM
3The Military Balance 2007 y 2015, IISS
4https://goo.gl/4RlAOK