Inauguramos esta nueva sección de La Hoja Socialista, titulada “¿La década ganada?” para combatir, número a número, los mitos que el kirchnerismo construyó sobre sí mismo. Para mostrar que defiende, igual que todos los que nos gobernaron (y gobiernan), a nuestros enemigos: los capitalistas. Para dejar bien en claro que la verdadera oposición a todos ellos, solo podrá surgir de nosotros: los trabajadores.
En 2011 en una conferencia de prensa, Cristina prometía: “nunca vamos a criminalizar la protesta”. Hace unos días, cuando fueron reprimidos docentes por intentar instalar la Escuela Itinerante, volvió a insistir con el tema al señalar que en 2013 se había armado una carpa opositora y ella no la había reprimido. La idea de que el kirchnerismo toleró la protesta se vio reforzada también por la propia oposición burguesa, que lo acusaba de ser “permisivo” y de fomentar la “cultura del piquete”. ¿Qué hay de verdad en todo esto?
Vayamos a la realidad misma. Desde 2003 hasta julio de 2013, plena “década ganada” se registra un mínimo de 445 hechos de represión de protestas, por parte de las fuerzas estatales. Es decir, casi 50 hechos represivos por año. No parece un número pequeño, mucho menos para quien dice no reprimir… Pero las cifras se incrementan si incorporamos un fenómeno menos visible: la represión irregular, a cargo de patotas sindicales o estatales. Aquí observamos el número de 466 acciones represivas entre 2003 y 2014. Si sumamos ambos números, llegamos a 911 represiones, lo que nos da un promedio de 76 intervenciones por año. ¿El total de muertos? Nada menos que 36… Cuesta decir que el kirchnerismo fue “permisivo”.
La represión irregular o paraestatal sobrepasanotablemente a la que llevan adelante las fuerzas estatales (policía, gendarmería, etc.). Las razones no son raras: es más rápida, no requiere ninguna orden judicial y la participación en ella del Estado es generalmente menos visible. Las patotas realizan tareas que la policía no podría hacer sin generar escándalo. Se pueden usar para dispersar una movilización, desalojar una toma o para amenazar o secuestrar dirigentes y ejecutar atentados a locales sindicales o partidarios. Pero, por sobre todo, son muy útiles porque, ante cualquier denuncia, el Estado puede presentarse como ajeno.
Los principales encargados de la represión irregular son las direcciones sindicales, esos que debieran ser nuestros defensores en el gremio, y los intendentes. Utilizan para sus acciones, obreros del gremio, barrabravas y delincuentes comunes. Entran aquí los lazos con el narcotráfico, el juego y tantos etcéteras. ¿Quiénes son los principales receptores de los palos? Adivinó: nosotros, los trabajadores. En particular los docentes, por lejos. Son quienes más han sido golpeados, amenazados, secuestrados y cuyos locales han sido baleados o incendiados. A los ataques económicos (bajos salarios) y verbales (“son vagos”) se les agregan los palos. Y a Cristina le da la cara para usarlos justamente como ejemplo de su tolerancia…
Y hay aquí un elemento importante para entender el sentido de la represión: ¿por qué se reprime? Para dispersar protestas, para evitar el crecimiento de alguna variante de izquierda en un gremio o para asustar a algún dirigente disidente. En todos los casos, en todos, los beneficiarios de la represión son las empresas, el Estado y sus adictas direcciones sindicales. En todos los casos, en todos, los reprimidos son obreros (en cualquiera de sus formas), o sea gente que no tiene más que sus brazos. Y, en particular, los de izquierda.
¿Qué nos dice todo esto? Que la represión no depende de tal o cual gobernante más progresista o más reaccionario, sino del conflicto social. Porque “progresistas” y “reaccionarios” defienden, ante y por sobre todo, a una clase social. La clase dominante. Por lo tanto, su “dureza” está depende de la fuerza que sea necesaria para mantener todo en su lugar. Bajo el kirchnerismo, la represión estatal y paraestatal superó el promedio anual del menemismo. No porque Cristina sea más o menos “derechista” que Menem, sino, sencillamente, porque bajo el kirchnerismo la conflictividad social fue mayor. Para dar otros ejemplos, el democrático Yrigoyen asesinó más ciudadanos que el dictador Onganía y no fue la “década infame” sino el primer Perón quien, con 500 muertos a cuestas, inauguró las fosas comunes, mucho antes que Videla.
totalmente de acuerdo. Pero de donde sacan los datos?
muy buena la columna! quizás se podría explicitar un poco la metodología. estaría bueno contar con una base de datos de «hechos represivos» para captar series, variaciones históricas y cambios cualitativos. Saludos!
Coincido con los anteriores. Lejos de defender al kirchnerismo y aún coincidiendo en lo personal con los «datos» que expone la nota, si no se aclara alguna fuente, no se cita el origen de los mismos, carece de rigor periodístico por completo y por ende el argumento se diluye dejando sólo una opinión chata.
Sobre los datos: Fue un trabajo de investigación de varios años en base al relevo de fuentes periodísticas de distintos medios. Si buscan en esta página, podrán encontrar avances de la investigación y próximamente, un libro entero.