Las fracturas en la UIA en torno al gobierno kirchnerista
Por Verónica Baudino (Laboratorio de Análisis Político – CEICS)
Desde el día en que asumió, el elenco kirchnerista no dejó de proclamar que su tarea era la “reconstrucción” de la burguesía nacional. En términos más reales, esta declamación no implicaba otra cosa que una particular alianza con la fracción industrial de la burguesía. El tipo de cambio alto como herramienta privilegiada para proteger a los capitales menos competitivos, sumado a ingentes subsidios, acercó a todos estos sectores a su programa.
No obstante, los últimos eventos parecen poner en entredicho semejante matrimonio. La paralización del promocionado Acuerdo del Bicentenario debido al conflicto con el campo es muestra de dicho alejamiento. La falta de solución a los reclamos empresariales, principalmente en materia salarial y de tipo de cambio, acicatean el pasaje de vastos sectores al ya nutrido campo opositor al gobierno. El problema se torna trascendental para la continuidad del actual gobierno, ya que frente a la rebelión de la burguesía agraria, los industriales parecían su único sustento real. Trataremos, aquí, de reconstruir las principales posiciones políticas de esta fracción.
El Gran Desacuerdo Nacional
Desde el inicio del conflicto con el agro, la UIA se posicionó del lado del gobierno. La UIA asumió el papel de defensor de las medidas, por la vía de fuertes intervenciones públicas contra el sector del campo. En este sentido, Lascurain (presidente de la entidad) acompañó a Lousteau en la conferencia de prensa en la que ratificó la vigencia de las retenciones, allí arremetió contra las protestas “son una exageración, un exabrupto”.1 El 22 de marzo, el mismo representante, en una entrevista en Radio 10 declaró que “es el momento del diálogo en la Argentina. Hay que calmarse, reflexionar, y tender a ese diálogo”.2 Esta búsqueda de acuerdo fue inclusive expresada en una solicitada en la que llamaron a solucionar el conflicto, reconociendo la centralidad del sector agrario en la cadena productiva nacional, sin el cual no se puede avanzar en la consolidación de un “Acuerdo Económico y Social”.
Las vísperas del 200º aniversario de la Revolución de Mayo constituyó el pretexto para justificar el relanzamiento del kirchnerismo. Para tal fin, se lanzó el Pacto del Bicentenario, una suerte de Pacto Social destinado a sellar un acuerdo de partes que ratifique el rumbo económico vigente. Cristina lo anunció a principios de su gestión e intentó utilizarlo como aglutinante para llevar agua para su molino durante pleno conflicto con el campo. Es por eso que había planeado firmarlo y anunciarlo en el acto del 25 de mayo. No obstante, los industriales le bajaron el pulgar. Su negativa se fundó en la ausencia del sector agropecuario. Es que, aunque no lo expliciten, saben que sin el campo no hay viabilidad económica posible. Inclusive, fue iniciativa de la UIA intentar reunirse con dirigentes del campo para mediar en el conflicto, aunque sin éxito. En efecto, la distancia entre los dos sectores se mantuvo cuando la UIA rechazó el llamado del campo al paro general del 2 de junio.
La organización que nuclea a los industriales presentó su batería de pretensiones para el Acuerdo, que consisten en el siguiente programa: convergencia en una tasa de crecimiento del producto bruto interno (PBI) del 5% anual y de la industria del 6%; PBI per cápita de US$ 11.000; inversión del 25% con relación al PBI; exportaciones de US$ 100.000 millones, cuyo 40% correspondan a manufacturas de origen industrial; superávit fiscal primario (antes del pago de la deuda) superior al 3% del PBI y que el sector privado fondee la mitad de las erogaciones científicas y tecnológicas; que la renta per cápita de las provincias más prósperas no sea más de cuatro veces mayor que la de los distritos más rezagados y, por último, un crecimiento del 5% anual de la oferta energética.3
El kirchnerismo, por su parte, tiene previsto facilitar la repatriación de capitales con un blanqueo impositivo, a condición de que los destinen a la compra de empresas o a inversiones específicas.4 Seguramente la operación será efectuada sin el pago de impuestos, ni intereses ni multas, lo que implica un beneficio para estos capitales. Asimismo, creó un Consejo para el Diálogo Económico Social, que en términos generales, propuso una nueva ley de ART, de la cual aún no se conocen los detalles. Por último, proyectó la construcción de un fondo con parte de las reservas del Central para financiar proyectos productivos (especialmente en infraestructura energética). Esta política ya cuenta con opositores, principalmente, Martín Redrado, quien argumenta que las reservas del Banco Central deben estar disponibles para los depositantes, dado que no son de libre disponibilidad.5
No tan cercanos
Aunque por el momento la UIA expresa un apoyo general al gobierno, un sector de la entidad comenzó a hacer públicos sus reclamos por distintas medidas que los perjudican. La más significativa es la de la caída del dólar. En los últimos meses el precio de la divisa presentó una tendencia a la baja, debido a que Banco Central no compró dólares para mantenerla subvaluada. Una razón es evitar una mayor inflación. Otra es la falta de liquidación de exportaciones por los paros y por la caída del precio de la soja en un 25%.
Las voces de alarma comenzaron en el momento en que el dólar bajó a 3,10 minorista y 3,08 mayorista. En ese entonces, ciertos industriales advirtieron tímidamente una pérdida de rentabilidad y de competitividad ante la entrada de bienes importados (textiles, juguetes, electrodomésticos), mientras otros se mantuvieron tranquilos, sosteniendo que la caída es sólo coyuntural. Esta diferencia de actitud se fue profundizando con el paso de los días. Es que las fluctuaciones del tipo de cambio no afectan a todos los capitales por igual. Y esto se expresa en los alineamientos en torno al gobierno de Cristina.
La UIA está conformada por Cámaras que representan a los diferentes sectores industriales. El gobierno de la entidad es rotativo entre dos listas. La que actualmente ejerce el poder es los “Industriales”, que nuclea a Techint, Arcor y Peugeot como las principales empresas. Su rival es la “Celeste y Blanca” comandada por la COPAL (Coordinadora de Industrias de Productos Alimenticios).6 Las autoridades son propuestas por la lista a la que le corresponde asumir la dirección, aunque sus candidatos deben tener la venia de la oposición.
Actualmente la conducción está a cargo de Juan Carlos Lascurain como presidente, Luis Betnaza (a cargo de las Relaciones Institucionales de Techint) como vicepresidente 1°, Federico Nicholson (de la empresa azucarera Ledesma) como vicepresidente 2°, De Mendiguren como vice 3°, Héctor Massuh (empresario de la industrial del papel) como vice 4°, Luis Ureta Saenz Peña (presidente de Peugeot Argentina) como vice 5° y Miguel Acevedo (directivo de Aceitera General Deheza) como 6° vicepresidente.
Dentro de esta misma lista surgieron las diferentes opiniones con respecto al rumbo de la economía. Por un lado, como vocero de quienes son cada vez más críticos se encuentra De Mendiguren, quien sumó a las quejas por el tipo de cambio las relacionadas con la inflación y la situación del INDEC. Este empresario textil parece aglutinar a las industrias textiles, de indumentaria, calzados, plásticos, con el papelero Massuh como principal aliado.7 Estos son quienes se ven más perjudicados por la caída del dólar y en consecuencia la afluencia masiva de competidores extranjeros. Su propuesta, según sus dichos no es devaluar la moneda, sino desalentar su revalorización, dado que su pronóstico es que “el retraso cambiario termina en diciembre de 2001”.8 Además de esta señal de alerta al gobierno, el directivo se despachó contra Lascurain, a quien acusó de tener negocios con obras públicas que definirían su apoyo incondicional al gobierno K. Estos industriales fueron la cara visible de la devaluación del 2002 y su principal dirigente, De Mendiguren, participa del movimiento que está construyendo Eduardo Duhalde.
Quienes se presentan como potenciales “detractores” son aquellas pequeñas y medianas empresas cuya viabilidad económica depende exclusivamente de la protección estatal. Inclusive, ya se oyen rumores de una posible alianza de éstos sectores, representados por De Mendiguren con Duhalde, con un dólar a $4 como elemento aglutinante.9 Asimismo, esta política cambiaria podría congregar al sector agropecuario liderado por Eduardo Buzzi, quien afirmó “debemos tener un dólar de 3,50 a 3,80 pesos para recuperar lo que se pierde”.10
Lascurain, presidente de la entidad industrial, salió al cruce de De Mendiguren matizando las críticas al gobierno, solicitando paciencia para la renovación del INDEC. En su enfrentamiento con el vice de la UIA, lo acusó planear una candidatura a diputado junto a Eduardo Duhalde.11 La posición de Lascurain puede ser una táctica más cuidadosa. Sin embargo, su distinta posición hacia el gobierno parece obedecer a que es la voz de aquellos sectores, como los siderúrgicos, metalúrgicos y autopartistas, que cuentan con mayores márgenes de rentabilidad. En este sentido, el presidente de la UIA suele ser definido como el representante de la siderúrgica Techint. Uno de los argumentos que se esgrimen entre los empresarios de la UIA es que la alianza se funda en un acuerdo firmado entre las PYMES metalúrgicas, representadas por Lascurain en ADIMRA (Asociación de Industriales Metalúrgicos) y la multinacional por la provisión de acero.12
Lascurain dirige la empresa metalúrgica Royo, que se dedica a la fabricación de caños con costura. Se trata de una rama de escasa concentración. Sin embargo, es proveedora de Techint. La alianza con este gigante se corporiza en que la hija del dirigente industrial es parte del directorio del emporio de Paolo Rocca. Otra posible razón de la continuidad del apoyo a Cristina es que efectivamente Lascurain entró en el negocio de las obras públicas: la empresa metalúrgica Royo obtuvo la licitación para la construcción de una central eléctrica en Villa Gesell por 90 millones de dólares.13
El gobierno sigue profundizando las fracturas iniciadas con la crisis del campo. Ahora le toca el turno al sector industrial. Dentro de éste parece aún contar con el apoyo de los capitales más competitivos, quienes aún conservan márgenes de ganancia más allá del tipo de cambio alto, así como de los relacionados con obras públicas.
El dato más importante de la coyuntura es que la alianza agraria avanza sobre sectores industriales. En principio, sobre los menos competitivos. El gobierno conserva, por ahora, el apoyo de las grandes empresas, aunque sumamente condicionado. Condicionado, porque nadie va a firmar un acuerdo que no implique cierta pluralidad. La incapacidad del gobierno de juntar un amplio espectro burgués va enajenando voluntades progresivamente. Por lo pronto, la base industrial del gobierno ha comenzado a resquebrajarse.
Notas
1 Infobae, 18 de marzo de 2008.
2 La Nación, 22 de marzo de 2008.
3 La Nación, 19 de abril de 2008.
4 La Nación, 2 de junio de 2008.
5 Ídem.
6 La Nación, 24 de febrero de 2008.
7 El Litoral.com, 19 de agosto de 2008.
8 Tomaydaca.blogdiario.com
9 La Política On Line
10 www.primeraedicionweb.com.ar
11 Ídem y www.perfil.com
12 La Nación, 24 de febrero de 2008.
13 El litoral.com, op. cit.