El keynesianismo suele ser asociado a regulaciones de la economía, “beneficiosas” para la clase obrera. El Estado se “metería” en la economía, ajustaría unos factores y listo. Se acabó la pobreza y todos vivimos mejor. Así, varios se adjudicaron ser keynesianos. Desde Perón a Kicillof. Incluso hay quienes creen que Keynes era de “izquierda”. Otros (como Macri) no lo dicen, pero aplican algunas de sus recetas, contra lo que creen los izquierdistas que lo consideran un liberal ortodoxo.
Lo primero que tenemos que aclarar antes de continuar es qué es y qué no es el keynesianismo. En primer lugar, el keynesianismo no es de izquierda. Al contrario, fue un combinado de recetas del economista John Keynes que buscaban salvar al capitalismo en una de las crisis más profundas de la historia (la de Wall Street en 1929).
En ese contexto, los economistas –liberales ellos- hablaban de un “dejar hacer”. Su idea era que el mercado corregía todos los descalabros de la economía. En cambio, Keynes –que en el fondo, también era liberal- apuntó que era necesario el intervencionismo estatal para corregir los problemas de forma más rápida y eficiente. Así, su propuesta era ordenar unas variables para que la rueda siguiera girando.
Por otro lado, el keynesianismo no “beneficia” a la clase obrera. Obviamente, porque el capitalismo tampoco lo hace. Pero también, porque contra lo que muchos creen, no busca el “salario alto”.
Keynes decía algo muy concreto: si queremos que el capitalismo funcione, tenemos que estimular el consumo y la inversión, de modo tal de expandir la tasa de inversión y con eso ampliar el capital. ¿Quién lo va a hacer? El Estado. ¿Cómo? Regulando las tasas de interés. Al bajar las tasas, ahorrar se haría más caro para los capitalistas, por lo tanto, les iba a convenir invertir.
A la vez, Keynes proponía que los salarios bajaran de forma sutil con la política monetaria: si el Estado emite, provoca inflación y los salarios reales retroceden. Sí, las recetas de Cristina y Mauricio. La idea de Keynes era buscar con eso un equilibro de pleno empleo. O sea, que la tasa se mantuviera más o menos adecuada para equilibrar ahorro e inversión, creando nuevos asalariados y garantizando la ocupación plena.
Ahora bien, hay más: según Keynes, las conductas empresariales podían no responder al estímulo. ¿Por qué? Porque al aumentar los ingresos, no aumenta al mismo nivel la inclinación a consumir. Eso lleva a la larga otra vez a ahorrar. Keynes entonces alentaba la inversión pública (o sea, del Estado), incluso al costo del déficit. Su razonamiento es que eso acercaría la producción real a su nivel potencial, garantizando el desempleo más bajo y aumentando así la cantidad de asalariados.
Ahora bien, el keynesianismo solo manipulaba algunos síntomas para patear las crisis. Pero no daba con el nudo del problema: el capitalismo (como ya vimos) lleva a crisis cada vez más profundas por su propio funcionamiento. Y eso es inevitable. Por otro lado, hay que decir que los años “dorados” del capitalismo (los ’50) no tuvieron mucho aporte de Keynes. En realidad, fueron resultado de la destrucción de capitales y población sobrante al por mayor. Pensemos en la Segunda Guerra, el Holocausto, las bombas atómicas o las expropiaciones de los años ’30 en Estados Unidos. Lo que dejó más de 50 millones de muertos, y solo sirvió para tirar unos años, porque en los ’70 todo volvió a estallar. Esto es lo que necesitan los keynesianos y los capitalistas para relanzar la economía. Más miseria, muerte y destrucción. Como se ve, no hay nada que rescatar de esta gente.
KEYNESIANISMO = MISERIA. LO QUE ACARREA TODOS LOS MALES SOCIALES, ECONÓMICOS, POLÍTICOS Y DEMÁS. POLÍTICA QUE LA APLICAN COMO BUENOS ALUMNOS LOS NEOLIBERALES QUE SIGUEN A PIE JUNTILLAS SUS DICTADOS. PARA ESTA Y POLÍTICAS SIMILARES CREARON INSTITUCIONES PERVERSAS:FMI, BM, BID, OMC, ETC.