Juan Manuel Iribarren
Taller de Estudios Sociales – CEICS
Entre el 5 y el 8 de agosto se realizó el IX Congreso Argen- tino de Antropología Social en la ciudad de Posadas. Lejos de ser un espacio de debate y reflexión, las jornadas se limitaron a ser un desfile de ponencias pobres en contenido y que prácticamente no se relacionaban con las problemáticas actuales sino, más bien, con particularidades y temáticas que se diluyeron en anécdotas y experiencias vacías de análisis crítico. Esto se vio agravado por la pésima organización del Congreso que dificultaba el debate por el escaso tiempo programado para cada una de las 32 mesas simultáneas. Por otra parte, es un agravio a la educación pública y al sistema de investigación nacional, el elevado arancelamiento del Congreso, tanto para estudiantes como para profesionales. A pesar de ser ésta una instancia de desarrollo profesional necesaria, la cifra que debía pagar un estudiante para exponer ($100) o para tener el certificado de asistencia ($30), limitó el acceso a las jornadas.
En las últimas décadas, las corrientes antropológicas posmodernas y relativistas ahondaron el vaciamiento teórico de la disciplina, en virtud de configurarla como una actividad dedicada a cuestiones puntuales, aisladas de su totalidad. No es objeto de este artículo hacer un balance de las corrientes que dominan la antropología (para una aproximación ver la crítica a Gastón Gordillo en El Aromo nº 43), sin embargo, la mayoría de las ponencias presentadas en el Congreso se basan en tales métodos y construcciones teóricas. Las exposiciones terminan siendo el relato de experiencias y anécdotas del trabajo de campo, sin ningún sentido crítico que transforme la realidad. Una de ellas, por ejemplo, se proponía abordar la relación entre desocupados y centros de salud de la provincia de Buenos Aires sin consideración alguna sobre el sistema capitalista ni los cambios en el área de salud en los últimos años. Otra se proponía estudiar a los grupos étnicos de las distintas regiones del país sin indagar en el rol que cumplen en la sociedad actual, analizándolos únicamente como comunidades con particularidades culturales y no como pertenecientes a una sociedad clasista. De esta forma, cada objeto de estudio es pre- sentado como una realidad aparte, entendida en sí misma, cuyos discursos constituyen una realidad incuestionable.
Siendo este el congreso más importante de la disciplina, las perspectivas son absolutamente negativas. Continuando este camino, lo que tiene para ofrecer en tanto que análisis para entender la realidad y actuar sobre ella es poco y nada. Sólo el materialismo histórico y el método dialéctico permiten entender la totalidad de las cosas. En contraposición, el subjetivismo se presenta como una corriente “científica” que fragmenta la realidad y no deja verla como algo objetivo capaz de ser analizado y transformado. Así, despoja a la ciencia de todo su contenido para convertirla en una sumatoria de relatos superficiales que no explican nada. Es hora de recuperar la carrera y volverla capaz de generar conocimiento útil a la lucha de clases. Es hora de hacer ciencia.