Romina Urones
En medio de un ataque profundo a las perspectivas piqueteras, no está de más reivindicar las victorias de su programa, por pequeñas que ellas sean. Las elecciones en la Facultad de Filosofía y Letras son un ejemplo, limitado, pero ejemplo al fin, que cuestiona la idea dominante acerca de la “despiqueterización” de la pequeña burguesía y el aislamiento del movimiento piquetero. Examinemos, para ello, los programas que fueron derrotados y el programa que ganó.
Además de los consabidos programas de “derecha”, escondidos otra vez detrás de algún personaje no desprestigiado del todo (como Elisa Carrió), representados por Franja Morada, se ofrecieron también programas de “izquierda”. Una de las estrellas de las elecciones fue el programa autonomista, enarbolado por varias agrupaciones que, con el verso de “construir desde abajo”, pretendieron ocultar su oportunismo y su compromiso con la gestión dominante en la Facultad, de matriz kirchnerista. Es el caso de La Mariátegui, de la carrera de Historia, que se encolumna detrás de un nombre ilustre, se reivindica zapatista, se dice ligada a los MTDs y firma sus carteles con el subtítulo “autonomía insurgente”. Explica su origen como una “construcción desde abajo” (cuando en realidad provienen del Frente Grande y del PC) y defiende una organización sin “dirigentes ni dirigidos”, lo que no impidió que su principal referente ocupara un cargo político bien rentado. A lo largo de cuatro años de dominio de la Junta de Historia no hicieron otra cosa que promover aliados y censurar opositores. Beneficiados por su condición de oficialistas, la escondieron a fin de mantener esa imagen “autonomista”, de la misma manera que los MTDs kirchneristas, que tiran la piedra por izquierda y esconden la mano por derecha.
El programa autonomista no habría tenido esa presencia en la Facultad de no ser por la existencia de agrupaciones que se dicen trotskistas, pero viven coqueteando con sus representantes y construyendo alianzas con ellos. Es el caso del MST, que viene gobernando el centro de estudiantes con aliados estilo Mariátegui, o su equivalente en la carrera de Letras, la Walsh. Sabiéndose derrotado en Historia, el MST no dudó un segundo en lanzar, sin fundamento alguno, una campaña rastrera y macartista contra una no docente de la Facultad y contra un docente del Departamento. Esos son sus métodos. RyR integró un frente con el Partido Obrero (cuya agrupación en Filosofía y Letras lleva el nombre de La Movida) y obtuvo con su programa un rotundo triunfo en Historia, con casi 600 votos. No sólo se obtuvo la mayoría sino que estuvimos a punto de quedarnos también con la minoría. No menos importante fue el tercer puesto obtenido en Letras, con casi 300 votos restados en su mayoría a la Walsh y a la Franja. Cabe destacar que la Walsh había sacado en la elección anterior el 60% de los votos, que se redujeron a un magro 30% esta vez, contra casi 15% de RyR. Teniendo en cuenta que Historia la militamos casi solos y Letras solos por completo, esos 900 votos nos convierten en la agrupación más votada de toda la Facultad. En Centro, donde la participación de los compañeros de PO fue decisiva, colaboramos en la obtención del segundo lugar.
RyR reivindica ese trabajo y un programa de ese tipo. Un programa científico, armado a partir de una experiencia de trabajo, de investigaciones, de contacto directo con los intereses reales de los estudiantes. Un programa que busca poner la carrera de Historia al servicio de la clase obrera, eso significa Por una Historia Piquetera. Razón y Revolución presentó un programa claro, definido como piquetero y no ocultó ni una sola coma. Esto fue lo que ganó, la apuesta a una verdadera transformación de la universidad de la mano de la clase obrera y su fracción más dinámica, la que integra la Asamblea Nacional de Trabajadores. Desmiente así, a los agoreros de derecha y de izquierda que creen que el movimiento piquetero está en retirada.