El reflujo kirchnerista impuso, en numerosos sectores de la sociedad, la idea de que el 19 y 20 de diciembre “no había pasado nada”. En el mejor de los casos, la clase media se había enojado por el corralito y algunos lúmpenes habrían aprovechado la desbandada para saquear. Lo que habría caracterizado a todo el proceso sería su carácter “espontáneo”. Otros, a pesar de saludar al Argentinazo como un hecho decisivo, sentenciaron que al sujeto que lo había protagonizado, la clase obrera desocupada, ya le había pasado el cuarto de hora. Contra ellos discutimos, en un doble sentido: planteamos que la rebelión del 19 y 20 de diciembre de 2001 no fue un hecho espontáneo, y que el Movimiento Piquetero había llegado para quedarse.1 En junio de 2003, frente a la desmoralización de muchos, asegurábamos que “aunque parezca que no ha pasado nada, el enorme trabajo realizado en estos años de desarrollo político dará sus frutos apenas regrese el calor del verano”.2 Hoy, a casi ocho años de las jornadas del 2001, el invierno kirchnerista parece llegar a su fin.
De nuevo a las calles
La crisis del gobierno K ha sido acompañada por el regreso del Movimiento Piquetero, que cobra impulso en 2009, al calor de la lucha de los obreros de Kraft. Veamos, para ponderar esta aseveración, un resumen de la evolución de los cortes de calles y rutas.
El primer dato que salta a la vista es que el año con mayor número de cortes ha sido el 2008 seguido, con un número bastante inferior, del 2002. El conflicto intraburgués del año pasado y el Argentinazo se muestran, entonces, como los principales de los últimos diez años. A su vez, y a pesar del reflujo kirchnerista, los datos muestran que los niveles del siglo XXI no retroceden en relación a los de fines de la década de 1990. Por el contrario, se mantienen muy por encima de ellos. Al igual que en el desbande de la Alianza, en el 2008, una nueva disputa al interior de las fracciones burguesas reabrió la crisis política. A pesar de restar aún un tiempo para finalizar, el 2009 ya superó, en promedio, la cantidad de piquetes mensuales realizados en el 2002, el período de mayor movilización del Argentinazo.
Sin embargo, analizar a “los piquetes” como un fenómeno homogéneo nos llevaría a desconocer las diferentes clases sociales y programas políticos que los dinamizan. Atendamos, entonces, a las diferencias entre el Movimiento Piquetero y los “piquetes de la abundancia”, sin dejar de señalar que la metodología impuesta por el Argentinazo se consolida como instrumento general de lucha de casi todas las clases y fracciones sociales del país.
De los piquetes revolucionarios a los piquetes burgueses (2001-2008)
Las jornadas de diciembre del 2001, lejos de tratarse de un hecho espontáneo, fueron largamente preparadas por una serie de organizaciones y sectores sociales definidos. ¿En qué momento y en qué espacio se preparó el plan de lucha que impulsó el proceso a nivel nacional?: durante las 3 semanas de protesta conocidas como “el piquetazo”.3 Ellas formaron parte de un plan de lucha contra la ley de déficit cero y el ajuste fiscal, votado por unanimidad, el 24 de julio de 2001, en la I Asamblea Nacional Piquetera. Participaron de este encuentro la Federación de Tierra, Vivienda y Hábitat (FTV), la Corriente Clasista y Combatida (CCC), el Polo Obrero (PO), el Movimiento Teresa Rodríguez (MTR), el Movimiento de Trabajadores Desocupados (MTD), el Movimiento de Desocupados “17 de julio” y el Frente Unido de Trabajadores Desocupados (FUTRADE); además de centrales sindicales como la Central de Trabajadores Argentinos (CTA) y comisiones internas fabriles, como las de los obreros gráficos y del transporte. El plan de lucha votado buscaba: 1) la derogación del decreto y la ley de ajuste y 2) la libertad de los presos, el retiro de la Gendarmería de Salta y el desprocesamiento de los luchadores. En los cortes, entonces, se unificaron las acciones de obreros ocupados y desocupados, además de jubilados y estudiantes.
En contraposición a los piquetes del 2001, ¿cuál fue la composición social y el programa político de los piquetes del “conflicto del campo” del 2008? Las organizaciones que dirigieron las acciones fueron las principales entidades burguesas del agro: Sociedad Rural Argentina (SRA), Confederaciones Rurales Argentinas (CRA), Confederación de Asociaciones Rurales de Buenos Aires y La Pampa (CARBAP) y Federación Agraria Argentina (FAA). Las protestas contaron, además, con la adhesión de importantes empresas capitalistas y asociaciones patronales como AAPRESID (siembra directa), la Bolsa de Granos del Noroeste Argentino, la Asociación Agrícola Ganadera de La Pampa, Rosario y de Santa Fe, la Asociación de Maíz Argentina, la Asociación Argentina de Consorcios Regionales de Experimentación Agrícola (AACREA), la Asociación de Productores de Leche, la Cámara de la Industria Aceitera, el Centro de Exportaciones de Cereales y el grupo Pampa Sur. Incluso, en algunos piquetes, participó la Iglesia, que ofreció su apoyo celebrando misas y dando su “bendición” a los reclamos patronales. La burguesía agraria pudo incorporar también al personal político de partidos de la oposición: el PRO, la Coalición Cívica, el Partido Nuevo, el Partido Socialista y miembros del PJ “disidente”. Sorprendentemente, entre sus filas también militaron organizaciones que se reivindican de izquierda, como el MIJD, el MST y la CCC-PCR.4
Más allá de la diferencia de programas y clases sociales que dinamizan ambos procesos, esto demuestra que, luego del 2001, los piquetes se han instalado en la Argentina como el método principal de combate. Su legitimidad es tal que ha dejado de ser una herramienta de lucha exclusiva de la clase obrera, y hasta la propia burguesía, tal vez sin medir los prejuicios a futuro, apela a ellos para defender sus intereses.
El fin del reflujo kirchnerista: el avance piquetero de 2009
En 2007, según el análisis de Nueva Mayoría, sólo el 3% de los 608 piquetes del año fueron realizados por organizaciones piqueteras. El resto correspondió a vecinos, estudiantes y comerciantes (52%), organizaciones sindicales (23%), comunidades aborígenes (2%), burguesía agraria (4%) y otros sectores (16%). El año siguiente, como ya hemos señalado, también fue testigo de un descenso de la intervención independiente de los trabajadores, debido al predominio de los “piquetes del campo”, realizados por la burguesía y pequeña burguesía agraria. Los piquetes “no agrarios” se redujeron a 515.
Sin embargo, el 2009 ha sido testigo de un salto cualitativo considerable con respecto a sus predecesores. Hasta octubre se han contabilizado 2110 piquetes. Sin embargo, ellos son radicalmente diferentes a los del 2008 ya que expresan el regreso de las mismas organizaciones que construyeron el Argentinazo. Es así como, mientras que entre noviembre de 2008 y agosto de 2009 el promedio de cortes realizados por el Movimiento Piquetero fue de dos por mes, en septiembre y octubre el número se elevó a 57 y 69 cortes, respectivamente.
De hecho, la situación es cualitativamente superior a la de 2001, debido a que la experiencia política y organizativa acumulada se une a la crisis del nacionalismo popular, lo que se refleja en la vuelta a las calles de organizaciones otrora kirchneristas, como Barrios de Pie. Esto se expresa en datos cuantitativos y cualitativos. Por un lado, el número de piquetes realizados este año ya supera a los de 2001 y 2002, los años del corazón del Argentinazo. A su vez, en septiembre de 2009, se registraron piquetes en 20 de las 24 provincias argentinas, lo que nos habla del alcance nacional que ha recobrado este método de lucha. Del mismo modo, los piquetes expresan el retroceso de la burocracia sindical. En el 2007, la CGT, CTA y MTA realizaron 140 piquetes (23% del total). En el 2008 la cantidad aumentó a 198 piquetes (4%), además de los “contrapiquetes” de los Transportistas de Moyano (20%), durante el conflicto agrario. Semejante evolución es abortada en 2009. Desde enero hasta junio de este año, la burocracia participó en tan sólo dos piquetes (1%) y, entre julio y octubre, fueron 25 los piquetes realizados, reduciéndose notablemente las acciones de los dos años previos.
El relanzamiento de la lucha piquetera se da en el marco de las contradicciones crecientes del kirchnerismo. Agotadas todas las ilusiones que creó, al igual que sus predecesores, el gobierno sólo puede ofrecer planes sociales más imaginarios que reales. Es así como se sucedieron una serie de manifestaciones piqueteras y acampes, que lograron arrancarle más concesiones a los K de las que estaban dispuestos a dar.
En el acampe del 5 de noviembre último se manifestaron el Frente de Organizaciones en Lucha, el Frente 26 de Junio, el Movimiento Teresa Rodríguez por la Democracia Directa, el MTD Aníbal Verón, el MTL rebelde y la Agrupación Víctor Choque, logrando acceder a cinco mil puestos de trabajo cooperativos.5 Poco tiempo después, el 1 de diciembre, una movilización y acampe de unos 12 mil piqueteros, instalados durante 37 horas en Avenida de Mayo, pudo arrancarle al gobierno la incorporación de numerosos compañeros al plan “Argentina Trabaja”.6 Esta vez, las organizaciones dirigentes fueron el Bloque Piquetero Nacional, el Polo Obrero (PO), el Movimiento Sin Trabajo Teresa Vive (MST), el Frente de Trabajadores Combativos (FTC), la Coordinadora de Unidad Barrial (CUBA) y las agrupaciones Darío Santillán, Aníbal Verón y Barrios de Pie.7 En esa oportunidad comenzaron a notarse los primeros atisbos de la alianza que protagonizó el 2001: el apoyo que le dieron los músicos del Teatro Colón expresa un, aunque incipiente, acercamiento de la pequeña burguesía a la lucha piquetera.
¡Piqueteros carajo!
La gravedad de la crisis política argentina es reconocida por los principales intelectuales burgueses, como Rosendo Fraga, que plantea preocupado que “desde 1983, la Argentina registra un record como el país en el cual más cantidad de presidentes han dejado el poder anticipadamente en democracia. Esto mismo sucedió con Alfonsín, De la Rúa, Rodríguez Saa y Duhalde”.8 Pero las inquietudes no se circunscriben al pasado, ni a las peleas intra-burguesas. El verdadero problema para la burguesía se encuentra en el programa de sus enemigos. Como señala Fraga, en quienes hoy encabezan las protestas: “no kirchneristas, maoístas, trotskistas y guevaristas”. Y en sus niveles de organización, que le permiten realizar cortes “en 14 provincias” y movilizarse en coordinación junto a los obreros ocupados en lucha, como los de Kraft y el subte. Y lo más grave del asunto, su acción independiente, a pesar del bonapartismo K: “desde el 2002, nunca se utilizaron tantos recursos en planes de asistencia social para mantener bajo control la calle y, aún así, nunca la conflictividad en el llamado espacio público fue tan alta”.9
Al calor de la agudización de la crisis mundial, las perspectivas de la izquierda en la Argentina crecen. La vanguardia obrera se encuentra movilizada por las mismas organizaciones que encabezaron el Argentinazo. A más de una década de su nacimiento, el Movimiento Piquetero muestra que su inserción entre las masas es real. Incipiente, pero real. Siete años de reflujo kirchnerista no han podido liquidar al núcleo de la vanguardia obrera que protagonizó los combates que derribaron a cinco presidentes entre 2001 y 2002.
Notas
1 Véase Sartelli, Eduardo: La Plaza es nuestra, Ediciones ryr, Bs. As., 2005.
2 Sartelli, Eduardo: “Días y flores”, en El Aromo, Año 1, N° 2, junio de 2003.
3 Cominiello, Sebastián: “Tres semanas de corte que iniciaron el Argentinazo”, en Anuario CEICS 2007, Ediciones ryr, Bs. As., 2007, p 158-178.
4 Sartelli, Eduardo; et. al: Patrones en la ruta, Ediciones ryr, Bs. As., 2008, p. 176-209.
5 http://www.ambito.com/noticia.asp?id=494273
6 http://www.comunicados-po.com.ar/content/balance-del-masivo-acampe-piquetero-y-de-los-acuerdos-logrados-con-el-gobierno
7 http://www.po.org.ar/node/23506
8 La Nación, 3/12/2009.
9 Idem.