El año se cierra con menos optimismo para Su excelencia del que mostraba al comienzo. Como señalábamos en marzo, las ilusiones plebiscitarias de un gobierno que había firmado el canje de la deuda, estabilizado la economía, cooptado a gruesos sectores de la militancia piquetera y de los derechos humanos y frenado el descalabro de su representante en el gobierno de la capital, supieron encontrar su límite.
Poco duró la fiesta kirchnerista. A una semana del “éxito” en las urnas, miles de los “ciudadanos/usuarios” que habrían votado plebiscitariamente a Cristina Fernández estallaron de furia, como explotados y oprimidos que son, ante los constantes maltratos de los encargados de transportarlos a sus lugares de trabajo. La revuelta de Haedo aclaró los límites del espejismo electoral. Diez días después, los herederos del Argentinazo, haciendo uso de los métodos piqueteros impidieron la votación trucha en la Legislatura porteña, evitando que el contubernio de ibarristas, kirchneristas, macristas y carriotistas salvara por un voto el pellejo institucional de ese muerto político que aún respira, Aníbal Ibarra. Las reacciones del gobierno “plebiscitado” mostraron toda su debilidad política real. Sus respuestas fueron la provocación, la persecución y el apriete. De unos minúsculos grupos que no juntaban ni el 6 por ciento de los votos, pasamos a ser los nuevos y temidos agitadores subversivos de siempre. Quebracho y el Partido Obrero fueron demonizados desde los púlpitos del Ministerio del Interior. El local central del PO fue incendiado y sus registros electrónicos robados. La reacción de los ostentadores del 43 por ciento de los votos se completó con burdas operaciones como la “compra” de Borocotó y el “descubrimiento” del responsable de la bengala en Cromañón.
Decíamos en diciembre pasado que se habría una nueva etapa en la lucha de clases abierta por el Argentinazo. El 2004 terminaba con los éxitos del combate sindical de telefónicos y subtes, que continuó ese verano con las victorias del subte, del Garrahan y entre los docentes bonaerenses y salteños. La lucha sindical en Santa Cruz, por ejemplo, no dio respiros al gobierno provincial y nacional. Ni la militarización de la provincia y la mayor campaña de persecución judicial a los piqueteros docentes y petroleros desocupados pudieron quebrar al movimiento, que, luego de arrancar de las cárceles a sus compañeros detenidos, se consolidó políticamente como tercera fuerza electoral. El año del plebiscito termina con las victorias parciales de los trabajadores de Crónica y Atento, cuya importancia es inversamente proporcional al silencio mediático que la encubrió. Termina también con navidades plagadas de conflictos dirigidos por las comisiones internas piqueteras, en Aerolíneas y en Foetra. Tanto es así que los dirigentes que desmovilizaron al movimiento obrero durante los ’90 se “despertaron” y mostraron los dientes para no perder la poca dentadura que les queda. Después de tres décadas de entreguismo, el terror de la dirigencia sindical burguesa a perder la silla frente a una clase obrera ocupada que sale a la acción por mejores salarios, llevó a la dirección del SMATA, de Camioneros e, incluso, de los Gastronómicos, al paro, la movilización, el corte de calles y plantas para arrancar miserables ajustes salariales. Al punto que Moyano debe su lugar de conducción en la CGT a que se muestra como el más piquetero de todos, llegando a encabezar el frente de la burguesía “mercadointernista” de la UIA contra Lavagna. El oportunismo de una dirección superada por las bases e incapaz de conducir las luchas obreras hasta las últimas consecuencias, lo comprobaremos en el desarrollo futuro de la lucha. Lo cierto hoy es que desde 1975 la CGT no sentía la necesidad de “gestos” tan osados para mantener su lugar.
El nido burgués también sigue revuelto. Esta debilidad real que se mostró luego de las urnas alentó a los supermercadistas, empresas de servicios y productores agropecuarios para prepotear públicamente al gobierno. Queda claro que no va a ser por medio de acuerdos de caballeros que los responsables del descontento salarial y del crecimiento de los precios van a ayudar a frenar el descontento de las masas. La puja interburguesa ha llevado al presidente a usar el púlpito para dirimir asperezas. El enfrentamiento entre ministros que representan diferentes fracciones de la burguesía es algo más que una polémica de café. Encubre los límites profundos de la acumulación de capital en Argentina para disciplinar a los competidores. Si la realidad profunda de la economía argentina, que vuelve a la luz bajo la vieja y conocida forma de la inflación, no garantiza la estabilidad de la clase dominante en torno a su gobierno, difícil va a ser que lo logren las apela ciones a la cordura de la Iglesia o el Gran Diario Argentino…
Después del importante esfuerzo de la burguesía por frenar el desarrollo de la lucha de clases abierto hace cuatro años, las tendencias profundas del Argentinazo siguen latentes. El fuego pasó, es cierto. Pero Kirchner no logró reducirlo a frías cenizas. Quedan las brasas, esperando el aliento de las masas para volver a arder.
Por eso El Aromo renueva sus esfuerzos al cumplir sus primeros tres años de vida. Nacimos en abril del 2003. Entre la cuarta ANT y el “triunfo” electoral de Kirchner. En aquel momento la ANT debatió y votó la moción
presentada por RyR de “tomar en sus manos el problema de la cultura”. Orgullosos de esa confianza, escribimos en nuestro primer editorial: “Pero el orgullo no debe hacer olvidar las responsabilidades. En especial, aquella a la que nos comprometimos con nuestros compañeros: la lucha de clases en el ámbito de la cultura y la ciencia. Allí se corporiza nuestra tarea y para eso nos damos un nuevo soporte: esta publicación cuyo nombre evoca la vida que lucha, la vida que se abre paso entre las piedras, que las rompe ‘pa’ salir de adentro de ella’. La realidad parió a su partero: el movimiento piquetero. Y a todos los que los construyen, las flores del aromo. Flores de la vida que lucha”.
Creemos que podemos decir que hemos hecho honor, con mucho esfuerzo, a esa responsabilidad. Tres años después, el partero sigue vivo y luchando y nosotros reafirmamos nuestro compromiso, con más energía. Por eso este soporte renueva el esfuerzo original, mejorando hojas y aumentando tamaño. Porque nos debemos a la vida que lucha y se abre camino.