Lo dijimos el número anterior, vamos camino hacia una nueva reforma educativa. Una más y ya van tres en menos de tres décadas. Si la Ley Federal emulaba el “sistema español” este nuevo capítulo tendría origen finlandés. Que Argentina no es Finlandia es algo que salta a primera vista al comparar cualquier indicador social más o menos serio. Para el caso, uno: 7,6 millones de chicos argentinos sufren de carencias estructurales mientras que Finlandia es uno de los países con estándar de vida más elevados. El resultado de la copia de modelos será, en el mejor de los casos, inútil y en el peor inverso al buscado abriendo el camino para un nuevo “genocidio” educativo. ¿Por qué? Empecemos.
El modelo finlandés tiene una gran impronta en el e-learning. Un alumno con sólido manejo de las tecnologías, alfabetizado tradicional y digitalmente desde sus primeros años de vida por su familia, aprende en forma autónoma guiado por su docente, en escuelas que cuentan con equipamientos digitales de punta. En Argentina, el nivel de inversión en infraestructura es mínimo, lo que incluye para el “e-learning” escuelas con conexión wifi de tipo doméstico y gabinetes obsoletos. La diferencia es abismal. No es todo. En Finlandia, los docentes reciben uno de los salarios más altos mientras Argentina les paga un tercio del valor del salario de hace cien años atrás, sueldo que apenas cubre la mitad de lo que se necesita para no ser pobre hoy.
Finlandia incluye en su currículum orientación laboral, pasantías y garantiza una inserción “más o menos” real en el mundo del trabajo. Argentina no le garantiza empleo a gente con o sin educación dados los niveles de desocupación estructural lo que vuelve las “prácticas profesionalizantes” de la reforma en una fantochada. El currículum mínimo finlandés puede servir a una población con niveles altísimos de lectura y estímulo externo para “ampliar” su bagaje, para el caso argentino implicará un mayor embrutecimiento. ¿Cómo aprenderá solo un alumno que no comprende lo que lee? La pregunta duele pero va asociada a la mágica solución encontrada: cada quien tendrá sus propios objetivos según su “riesgo educativo”. Mientras en Finlandia “personalización de la enseñanza” puede implicar desarrollo autónomo, en Argentina es condescendencia, vaciamiento y degradación. Por eso, el currículum se reforma, una vez más, y se reagrupa en áreas. Que esos reagrupamientos implican vaciamiento y pérdida de contenidos es una discusión que los pedagogos saldaron hace décadas. Que implica una menor cantidad de docentes, también. Por eso, ahora cada escuela trabajará con proyectos curriculares propios y podrá contratar a sus propios docentes. Adiós Estatuto del Docente. Ninguna novedad, el Fines 2 lo hizo. Lo avisamos hace tiempo y dijimos “se viene la fineslización” de toda la escuela. Teníamos razón. Precarización laboral, para-estatalización (cursada en iglesias, parroquias, empresas) y degradación curricular.
Curiosa escuela del futuro que se cierra y atrinchera cuando se propone el tratamiento de problemas que afectan a la vida real, como la desaparición de Santiago Maldonado. En esas ocasiones se reclama una falsa neutralidad: o acaso no machacamos día a día sobre la construcción de una identidad falsa (el nacionalismo), no enseñamos que si existe eso llamado evolución “convive” con la idea del diseño inteligente (creacionismo), que la democracia no reprime ni mata (a pesar de los cientos de miles de muertos y desaparecidos de Yrigoyen para acá), que los ’70 es el resultado de los dos demonios, la geografía esencial a la Nación y la lista sigue.
Ese es el corazón del asunto: la escuela es un campo de disputa ideológica aprovechado por la burguesía y desaprovechado por nosotros, los trabajadores. Una nueva reforma va a adaptar la escuela a las necesidades del capital. Menos educación para una población sobrante que no se pretende educar. La educación se pierde en cada una de estas reformas. Dicen educar y nos pagan con embrutecimiento. La escuela va a estallar una vez más. Llegó el momento de volver a preguntarnos: vamos a estallar con ella o vamos a buscar el camino para construir nosotros la escuela del futuro. Gritemos ¡basta de reformas! Porque nos sobran los motivos.