Domingo Cavallo, Patriota

en El Aromo nº 3

 

Por Verónica Baudino, Grupo de Investigación en Historia Económica Argentina en el CEICS-RyR

 

Si nos guiáramos por la caracterización que suele hacerse de este famoso funcionario, deberíamos concluir que es un agente de la burguesía financiera extranjera. Que durante la gestión de este Ministro de Economía, la burguesía nacional no jugó ningún papel en el desarrollo del país, sino que llevó a toda la sociedad al estado crítico en el que se encuentra. De estas opiniones se deriva que la crisis actual es producto de la falta de un proyecto propio de la burguesía argentina. El centro del problema, según la CTA, es la “ausencia de una burguesía nacional, que impulse el crecimiento y la inserción en el mundo”.

Pero un estudio detallado de Cavallo nos aleja del sentido común. En primer lugar, porque debemos prestar atención a la institución que ha llevado al economista a la función pública. Estamos haciendo referencia a la Fundación Mediterránea, una entidad fundada en Córdoba en el año 1977, por Astori (empresario de la construcción), y Pagani (dueño de Arcor), además de otros 30 industriales, todos procedentes de la provincia mencionada. El objetivo inmediato era la creación de un centro de estudios, el IEERAL (Instituto de Estudios Económicos para Realidad de América Latina), que aglutinara a un cuerpo muy numeroso de profesionales. En esta dependencia se llevaron a cabo tareas de investigación, todas ellas relacionadas con las actividades económicas a la que se dedicaban los empresarios socios. El staff de economistas era además financiado por el instituto para perfeccionarse en universidades extranjeras. Es así como Domingo Cavallo pudo realizar su doctorado en Harvard, porque fue pagado por este grupo de empresarios.

Hasta aquí tenemos que la FM está conformada por un sector de la burguesía cordobesa, y que su actividad consiste en la formación de intelectuales para tareas de investigación. Es decir, es una escuela donde la clase dominante subvenciona a técnicos para que desarrollen proyectos de acuerdo con sus intereses específicos. Pero además esta entidad participa en la vida política, a partir de la provisión de personal al Estado. Continuamente busca ocupar puestos como funcionarios estatales. Ejemplo de esta situación es la participación de Cavallo, durante la dictadura militar, como presidente del Banco Central (en esta gestión promovió la licuación de pasivos que salvó a muchos empresarios nacionales), y luego, con el advenimiento de la democracia, como interlocutor entre el grupo de los Once y la CGT, como diputado por el PJ (mediante la compra de la banca por U$D 1.000.000), y finalmente desempeñándose como Ministro de Economía, tanto en el gobierno de Menem como en el de De la Rúa. Como puede verse, Cavallo y sus socios no parecen tener preferencia a la hora de activar políticamente: da lo mismo una dictadura que un gobierno democrático, parecen ser iguales el PJ y la Alianza. Ellos actúan desde el Estado para realizar sus intereses de clase. Y a medida que logran posicionarse políticamente, son cada vez más las empresas que adhieren al proyecto de la FM. En plena era menemista, sumaron 598 socios (empresarios), a los 146 que había afiliados hasta el año 1985. Por lo visto, los planes de desarrollo económico por ellos propuestos satisfacían las expectativas de un vasto sector de la burguesía argentina.

¿Creemos aún que Cavallo fue un enemigo del capital nacional? Veamos entonces, que dice su “jefe” Pedro Astori, en la inauguración de la FM: “Todas las investigaciones deberán ser realizadas a favor del interés de la Nación”. Este sector de la burguesía nacional, presenta entonces su programa particular como expresión de los intereses de toda la sociedad. ¿Por qué? Porque pretende ser la clase que hegemonice el poder político y económico. En conclusión, Domingo Cavallo, es un intelectual formado por un sector de la burguesía nacional, que posee un programa político para la Argentina y además lo impulsa. Entonces, la crisis, evidentemente no puede ser producto de la falta de iniciativa de la clase dominante argentina, sino consecuencia de las políticas que aplicaron desde el Estado. Por esta razón la salida no es, como afirma la CTA, una alianza con la burguesía nacional, sino la construcción de una organización política que la enfrente, para alcanzar un gobierno de los trabajadores.

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