Nuestra organización, Razón y Revolución, nace en 1995 en el contexto marcado por la caída del muro Berlín y el apogeo de la barbarie intelectual que significó el posmodernismo. Contra eso, se constituyó como un grupo de teoría marxista con la finalidad de conservar las tradiciones marxistas y recuperar la historia de la clase obrera y sus luchas.
Con el ascenso de la lucha de clases en 2001, pasamos a la agitación en las calles. Nace nuestro periódico El Aromo, y nos hacemos presentes en Asambleas Populares, gremios en lucha y todo tipo de actividades políticas. Participamos de las luchas de la etapa en el marco del movimiento piquetero, teniendo presencia activa en las Asambleas Nacionales de Trabajadores Ocupados y Desocupados. En una de ellas, añadimos una línea al programa revolucionario en formación, el que defendía la lucha cultural como parte del combate general.
En 2003, al observar el inicio del reflujo de la lucha de clases, decidimos abandonar la agitación y aprovechar la situación para estudiar de forma rigurosa y sistemática la sociedad que queríamos transformar. Dicho de otro modo, construir un programa político sólidamente apoyado en la producción científica. Considerábamos que el principal problema de la izquierda argentina era su desconocimiento del país en el que desplegaba su energía militante. El tiempo nos dio la razón ya que por sus debilidades teóricas, la izquierda termina siempre a la cola del peronismo. Esa es la conclusión más importante de una década de trabajo intelectual y que arroja una consecuencia política: la clase obrera argentina necesita un nuevo partido.
Esa es la razón por la cual Razón y Revolución se encuentra hoy en la necesidad de una nueva transformación. No solo porque la etapa de clarificación programática ha terminado, sino porque la coyuntura política lo exige. El final de la primavera kirchnerista, durante la cual la plata de la soja contuvo las luchas y pateó para adelante los problemas estructurales argentinos, nos llama de nuevo a la acción.
La Hoja Socialista surge en este marco. Mes a mes, pondremos sobre la mesa las cuestiones más acuciantes en inmediatas para la clase obrera. Pero también explicaremos agotamiento del capitalismo como forma de organizar la sociedad y garantizar una vida decente. Planteamos sin tapujos la necesidad de construir el socialismo a una escala continental, abolir la propiedad privada de los medios de producción y organizar una economía planificada racionalmente en función de las necesidades de la clase obrera y no de un puñado caótico de empresarios ávidos de lucro.