¿De la Rúa cruzó el charco? La crisis del Frente Amplio en Uruguay
Fabián Harari
Especialista en Política Internacional- CEICS
“¿Y se acuerdan que el FMI y el Banco Mundial eran cucos con los que no había que negociar, a los que no había que pagar, a los que no queríamos ni ver? Bueno, eran. Ahora no sólo negociamos con ellos, sino que hasta les pagamos por adelantado, y nos elogian, y hasta brindamos con ellos con champagne. […] Un año y poco después de que la izquierda asumió el gobierno, ya se ven autos con pegotines que rezan ‘Yo no los voté’. ¿Qué pensarán a estas alturas los que sí lo hicieron?”
El País, Montevideo,
10 de mayo de 2005
El 1º de mayo del 2005 encontró a Tabaré Vázquez en una gran demostración nacional por el día de los trabajadores, organizada por el gobierno y la central sindical PIT-CNT. Estuvieron allí el Partido Comunista Uruguayo, el Partido Socialista y todas las corrientes que apoyaron al Frente Amplio (FA). El 1º de mayo del 2006 encontró a Tabaré Vázquez en la Casa Blanca estrechándole la mano a George W. Bush, besándose con Condelezza Rice y ofreciéndoles, a ambos, las mejores condiciones para un Tratado de Libre Comercio (TLC), a la manera de Colombia. Una imagen que no es meramente decorativa, sino que es la expresión más visible de un rápido giro político.
Una política de clase
El gobierno “progresista” acaba de pagarle al FMI nada menos que 1.049 millones de dólares como anticipo por futuras deudas, presentándolo (igual que en Argentina) como una política de “desendeudamiento”. Pero, a diferencia de nuestro caso, Vázquez paga para que le permitan tomar nuevos créditos. El costo de vida aumentó el 30%. Para evitar que los reclamos sindicales eleven las remuneraciones, el gobierno conformó un Consejo del Salario condicionado a que éstas no aumenten más allá del 5%. Asimismo, se lanzó la Reforma Tributaria, que no es más que un duro ajuste fiscal. Se trata de retenciones al salario, aumento del gasoil y del boleto del transporte público y de una suba de impuestos al consumo. Si el lector desconfía de quien escribe, puede consultar la opinión del diario El País1, el cual no puede ser sospechado siquiera de “progre”.
En el plano político, el FA mantiene la línea del Partido Colorado, su antecesor. Ha reforzado el contingente uruguayo en Haití, donde las “fuerzas de paz” asesinan a 8 civiles por día. Se opuso a la extradición de los militares implicados en el asesinato del chileno Berríos, por parte de agentes de la DINE. Consecuentemente con esta medida, el presidente uruguayo se opone a la anulación de la amnistía a los militares implicados en la última dictadura, lo que causó la indignación de muchos organismos de derechos humanos. Pero hay más: las protestas por las papeleras atrajeron a muchos activistas extranjeros, no sólo argentinos. El gobierno del FA ha decidido impulsar una Ley de Extranjeros Indeseables, que permite expulsar del territorio a todo extranjero que esté involucrado en: “la grave alteración del orden público” y/o “la realización de actos directos que atenten contra el honor de un jefe de Estado extranjero o sus representantes diplomáticos”.2
La piedra de toque, la medida que amenaza conmocionar a todo el espectro político uruguayo y sudamericano es el TLC con Estados Unidos. Un acuerdo que sólo Chile logró imponer con el consenso de su población.
La estrategia del enano
La alineación internacional de Uruguay no es el producto de una “traición” de Vázquez, sino que obedece a que la burguesía uruguaya está condicionada por una serie de determinaciones materiales. El MERCOSUR tiene como función cohesionar a los países de América del Sur en torno a Brasil y Argentina (fundamentalmente al primero) para conseguir mejores condiciones de asociación con capitales de mayor envergadura, por la vía de un proceso de concentración y centralización a nivel regional. En esta estrategia, la burguesía oriental recibiría las migajas de los pactos a los que llegue la burguesía brasileña. Es por eso que lo más conveniente, para esos capitales más chicos, es la alianza directa con los Estados Unidos. ¿Qué tiene la burguesía uruguaya, en particular, para ofrecer? Su posición estratégica, que le permite, en primer lugar, constituirse como elemento de disolución del MERCOSUR. En segundo, una base política de acción ante un estallido a nivel regional (Bolivia o ¿Argentina?). Pero estas elucubraciones no se trazan en el aire. Requieren ser tamizadas por la lucha de clases.
¿Hacia una crisis?
En sus primeros meses de gobierno, Tabaré Vázquez podía jactarse de poseer el 70% de imagen positiva. Sin embargo, para el mes de marzo la aprobación de su gestión rondaba el 54%, cifra no despreciable. En abril, el porcentaje cayó hasta llegar al 44%, a raíz del conflicto de las plantas de celulosa. Cabe aclarar que la encuesta fue relevada antes de la reunión con Bush, del intento de motorizar el TLC y del anuncio de la Reforma Tributaria. Se observa, asimismo, un aumento en los enfrentamientos en el plano económico. Según un estudio de la Universidad Católica, en lo que va del 2006 se han cuadruplicado las huelgas (llevan 26 contra 6 en el mismo período en 2005). Mientras en el año 2005, sólo el 15% de los conflictos se prolongaba en una ocupación del establecimiento, en el 2006, ésta constituye el 50%. Las ocupaciones son instrumentadas al margen de la central sindical. Las más importantes se concentran en la metalúrgica Becam (donde ya se obtuvo una victoria), en Bregoni y Asociados, en la textil Dacontex, en la curtiembre Naussa, en el Consejo Directivo Central (Codicen, organismo de educación) y la más relevante: la ocupación que 75 trabajadores mantienen desde noviembre en la Imprenta Vanni. Los trabajadores que han ocupado Becam han desconocido a la PIT-CNT, debido a que ésta ha exigido la entrega de la dirección de las negociaciones. Solicitaron, en cambio, el reconocimiento de su personería gremial. En el caso de Vanni, los trabajadores tomaron la imprenta debido a la quiebra de los propietarios. Una vez instalados en la fábrica, constituyeron una cooperativa: la CoProGraf. El gobierno, por su parte, procesó a todos los trabajadores implicados y encarceló a tres. El bloqueo a la
Cárcel Central desató una feroz represión.
El abandono del prometido reformismo no podía dejar de influir en el seno del FA. La coalición gobernante es una amplia alianza entre una treintena de partidos políticos del más diverso pelaje. Desde ex colorados hasta ex tupamaros. Sin embargo, las bancas parlamentarias se repartieron entre los sectores de derecha del frente. El PC sólo tiene un senador de los 16 del FA y un diputado de los 56. En los comienzos del gobierno, la oposición interna estuvo a cargo de partidos como el Partido para la Victoria del Pueblo (PVP) o la Corriente de Izquierda. El PC y, por su puesto, el PS, defendían la política de Tabaré. El problema interno tomó seriedad con el envío de tropas a Haití, que provocó la renuncia de un diputado, emblema histórico del PS y del FA: Guillermo Chifflet (quien había protagonizado la marcha del FA en 1972). Por su parte, Marina Arismendi, Ministro de Desarrollo Social y dirigente del PC, puso el grito en el cielo. El ajuste fiscal, el virtual congelamiento salarial y una polémica ley contra las ocupaciones (que permite al Estado reprimir) han enajenado las simpatías de la PIT-CNT, que comenzó sus críticas al gobierno y se declaró “en estado de alerta”. El caso Berríos y la negativa del ejecutivo de dar cauce a la anulación de la ley de amnistía han puesto a las organizaciones de derechos humanos y a personalidades como Juan Gelman, con todo su ascendente sobre la pequeño burguesía, en la oposición política. No obstante, como anticipamos, la piedra de toque es el TLC. Este acuerdo viola el principio nº 29 de la carta orgánica del FA. Por eso, fue el propio Tabaré quien convocó a un congreso extraordinario de esta coalición para que lo habilite a firmar el tratado. El PC, el PS, el PVP y la Corriente de Izquierda presentaron un documento opositor que fue rechazado y reemplazado por una fórmula ambigua que permite cualquier pacto comercial. La resolución poco transparente del congreso derivó en denuncias de los opositores. El senador Eduardo Lourier, del PC, desoyó el expreso mandato del presidente y votó contra el Tratado de Inversiones con Estados Unidos, que pone al Uruguay de cara al ALCA. Ante una crisis en el seno de la alianza gobernante, Vázquez pidió la colaboración de todos los partidos (burgueses). El Partido Blanco ofreció sus bancas para la votación del TLC. En cambio, el Partido Colorado le negó todo apoyo porque apuesta a una crisis política. Una ruptura del FA no amenazaría la mayoría parlamentaria gubernamental. El problema no está en el palacio sino en la calle. El FA es un partido construido a través de una gran movilización popular y de un amplio espectro de comités de base. De otra forma, no se explica que un presidente deba convocar a un congreso partidario para tomar una resolución que debería ser privativa del poder legislativo. Esta alianza siempre representó un fuerte caudal electoral y su virtual victoria fue, una y otra vez, expropiada por las leyes electorales.3
Por lo tanto, estamos asistiendo a la enajenación del reformismo de su base política de masas en ausencia de organización burguesa alguna que las contenga. En Argentina, el tímido reformismo de Kirchner tuvo dos características. En primer lugar, fue el resultado de una insurrección popular en el corazón del poder político. Fue el precio a pagar por la burguesía para sostener una dirección que se le esfumaba. Gran parte de los recursos estatales debieron emplearse en cooptar organizaciones que se habían inscripto en el campo revolucionario. En segundo lugar, ese reformismo tuvo que ser llevado a cabo por el mismo partido y un personal político que fue parte (aunque en roles menos visibles) del elenco que dirigió los destinos del Estado y que lo llevó a la crisis. En Uruguay, el reformismo llega al poder como programa de masas, pero no como un último recurso. Por su parte, la dirección del Estado recae en una nueva organización y en un nuevo personal político. Es decir, en Uruguay aún no se observa un fenómeno de equilibrio entre clases como en Bolivia, Venezuela o Argentina. Sin embargo, Uruguay, luego de Bolivia, tal vez sea el escenario más cercano de un próximo estallido, en el mediano plazo. Esto es porque Tabaré se consumió, en tiempo récord, toda su base electoral (la pequeño burguesía y la clase obrera) a la que está atacando con una virulencia que ni el propio Partido Colorado hubiera osado. No es descabellado pronosticar que va en camino a ser el próximo De la Rúa.
Notas
1El País, 12/05/06, en edición digital www.elpais.com.uy
2Extracto de la Ley publicada en Brecha, 17/03/06.
3En 1994 fue la lista más votada y perdió por una variante de la Ley de Lemas argentina. En 1999, su triunfo fue expropiado en un balottage para el que se unieron todos los partidos en torno a la candidatura de Jorge Batlle.