Compañeros de RyR:
Asiduo lector de El Aromo, adquirido en cada marcha a los cumpas que lo venden, de acuerdo con más de treinta años de lucha política y social que llevo, en muchos de esos años con Partido -en otros tantos (como ahora mismo) sin él-, no puedo dejar pasar la oportunidad para expresarles la felicitación por el invalorable aporte que hacen con la publicación. Tengo para mí que, más a allá de las innumerables tareas que están planteadas, refiriéndome especialmente a las pendientes -las que por su retraso implican graves fallas a la hora de la ejecución política del agrupamiento revolucionario-, es su aporte de un valor para la formación de las nuevas camadas de luchadores.
Los que hoy no tenemos Partido (lamentablemente), los que para peor lo podemos identificar claramente en la elaboración colectiva de su dirección y su tradición de décadas, pero que tropezamos con categorías formales que se imponen a las tareas y el desarrollo revolucionario de los organismos partidarios, es decir, los amplios baches de despolitización que terminan haciendo militantes y cuadros apegados más a las instancias administrativas que a las categorías políticas revolucionarias. Ante toda esta situación, me parece muy clara y definida su orientación pedagógica y su toma de posición política. Vaya, entonces, mi saludo de camarada y si pudieran encontrar la oportunidad de tocar el tema (urgentísimo hoy, a mi criterio) de la categoría política relativa a la lucha de clases dentro del partido mismo, de su dirección incluso. Creo que allí se dirime (y resuelve) la educación revolucionaria para la formación de cuadros y militantes claramente revolucionarios. Gran parte de la confusión y desviaciones presentes en varias organizaciones son relativas a este aspecto que es (virtualmente) desconocido por la “obediencia” formal en la militancia. Al menos así lo siento.
Un abrazo
Daniel Pereyra, 13 de mayo de 2006.
Aguante Sartelli:
Leí La cajita infeliz y me produjo, por momentos, la sensación de que todos tenemos que saber de estas cosas que no sabemos. Por ejemplo, me quedo con las hamburguesas de la mamá de Sartelli y no con las de Mc Donald’s: si te das cuenta que el capitalismo nos está matando, nos está envenenando en todo, en la comida… (sobre todo en la parte de los pollos, de cómo se preparan los medallones de pollo que ya desgraciadamente uno los eliminó). Y pensar que hay gente que espera atrás de Mc Donald’s y los saca de los restos del comercio. Me impactó también la didáctica de Sartelli. En ese sentido: extraordinario.
Es una excepción a la regla, ya que no sobran profesores así, con esa actitud de compromiso, sino que es lo que hace falta. Si el libro es bárbaro es porque Sartelli utiliza todos los recursos para que el contenido se entienda. A lo que temo es que Sartelli se transforme en otro Altamira, esperemos que continúe así (me refiero a que empiece a joder el también con lo del asunto éste del piquetero).”
Gabriela de La Plata,
Martes 2 de mayo de 2006.
PD: Sí, re-Sartelli… ¿y qué?