Tres hombres y una misma reforma. Acerca de las estructuras educativas propuestas por Onganía, Menem y Kirchner.
Por Romina De Luca
Grupo de Investigación de la Educación Argentina – CEICS
Desde el mes de abril, la provincia de Buenos Aires, anunció que el próximo año implementará reformas en el sistema educativo que parecerían dejar atrás a la desacreditada EGB Polimodal. La reforma anunciada operaría como un gran golpe de efecto sobre la Ley Federal, puesto que es la provincia que estuvo a la vanguardia de su implementación la que pareciera ser la primera en dar pasos hacia su desarticulación. Esta reforma se inscribe dentro del proceso de “Transformación Educativa” y tiene por objetivo principal “profundizar el proceso [de reforma] iniciado corrigiendo aquello que no ha dado los resultados esperados en cuanto a la calidad educativa”1. Claramente, la iniciativa provincial se encuadra en el contexto del impulso oficial de “mejorar la calidad educativa” con el diseño, por ejemplo, de los Núcleos de Aprendizaje Prioritario. Pero nada es lo que parece. La reforma anunciada es una auténtica farsa. Es más, Solá y su Ministro de Educación Oporto, retoman varios aspectos diseñados en la Ley Federal. No es esta la primera vez que la provincia de Buenos Aires se coloca a la “vanguardia” en los procesos de reforma (y es la primera en dar marcha atrás). De hecho, bajo la presidencia de Onganía se procedió a reformar el sistema educativo. Curiosamente -diría un ingenuo lector- esa reforma tiene muchas semejanzas con las actuales. Veamos en qué consistió la reforma EGB-Polimodal bajo Onganía y cómo la actual se coloca dentro de una ya “larga tradición” de reformas que, si de algo carecen es, precisamente, de innovaciones.
Onganía y la Escuela Intermedia
En otras oportunidades nos hemos referido ya, en forma breve, al proceso de reforma bajo Onganía y más específicamente a los motivos que impulsaron la contramarcha oficial2. Aquí nos concentraremos en la estructura que se propuso para el sistema. Le advertimos al lector que muchos de los aspectos que reseñaremos le sonarán más que familiares. El nuevo sistema se hizo célebre bajo el nombre de “Escuela intermedia”. La escuela intermedia formaba parte de un proceso de reforma en la organización educativa; componía uno de los tres grandes ciclos en los que quedaba dividido el sistema. La reestructuración tenía como principal objetivo “ajustar la estructura del sistema educativo en su niveles primario y medio para prolongar la escolaridad obligatoria y el establecimiento de tres ciclos de estudio, los dos primeros obligatorios y de educación general y un tercer ciclo diversificado”, según se establece, en 1968, en el Programa I de la Resolución 572/683. En este sentido, en primer término, se pasa a extender la obligatoriedad escolar de siete a diez años. La educación primaria, a su vez, se articularía en dos ciclos. El primer ciclo conservaba la denominación de escuela primaria reduciéndose de siete a cinco años de extensión. El segundo ciclo, el que recibió el famoso nombre al que hemos aludido, constaba de cuatro años de extensión. El ciclo de la escuela intermedia también se articulaba en dos ciclos de dos años cada uno, el primero era complementario a la escuela primaria y el segundo de orientación vocacional, al mismo tiempo que brindaba capacitaciones para el desempeño en los “oficios comunes”. Uno de los principales motivos por los cuales se establecía esta reforma en la estructura estaba condicionado por la preocupación de “contribuir de alguna manera a resolver el problema de la deserción escolar”. Es por ello que la modificación de la estructura iba de la mano del aumento de la obligatoriedad. Para llevar a la práctica la reforma se proponía un mecanismo de implementación gradual y paulatina que comenzaba en el año 1970 y culminaría en 1975. La provincia de Buenos Aires estuvo a la vanguardia de la implementación y también fue la primera que, en el año 1971, decidió dar marcha atrás con la experiencia a la luz del álgido ciclo de lucha de clases que originó su rechazo. En ese momento, al igual que como aconteció en los ‘90 y sucede ahora, los peda- gogos de la burguesía se encargaron de señalarnos las supuestas “virtudes” de la escuela intermedia. “Tiene como característica ser distributivo, es decir, se ocupa fundamental- mente de retener al alumno, pues considera que cada fracaso representa no solo un fracaso económico […] sino también un fracaso de los educadores”. El alumno, “egresará de la institución escolar comprendiendo el valor del trabajo, entendiendo el significado de un proceso elemental de consumo y de producción [adquiriendo] además una definida flexibilidad para el cambio imperativo de nuestro tiempo”4. Seguramente al lector el argumento le resultará más que familiar.
De necios hombres…
Actualmente vivimos un proceso de autoproclamada reforma educativa en la Provincia de Buenos Aires. Si hace treinta y cinco años el proceso recibía el nombre de Escuela Primaria y Escuela Intermedia, hoy lo conocemos como Escuela Primaria Básica y Escuela Secundaria Básica, (EPB y ESB respectivamente). Estas dos últimas vendrían a reformar a la Escuela General Básica (EGB) y Polimodal. ¿Cuál es el diagnóstico que hacen?El Ministro de Educación provincial, Mario Oporto, ha argumentado que la reforma de los noventa “fue muy apresurada […] se eligió el camino de la inclusión pero con mucho costo”. En tanto, se extiende el funcionario, “no hay que ser necio, y saber que la Ley Federal, la Ley Provincial y la propia Reforma son considera-das por el grueso de la población como una mala experiencia, hay que volver a discutir un proyecto educativo […] hubo fracaso educativo”5. ¿Qué proponen entonces? Veamos.
En sintonía con las iniciativas oficiales, que toman como centro de sus batallas la “calidad educativa”, la nueva reforma de la reforma propone un “aggiornamiento” del viejo secundario. La iniciativa es bastante simple: se crea un director para el tercer ciclo de EGB, que pasa a denominarse ESB, común con el Polimodal. Se propone una especie de fusión entre los dos con lo cual la secundaria estaría establecida en seis años, si bien la obligatoriedad se cumplimenta con la finalización del ESB. Se incrementa media hora la jornada escolar, se aumenta el número de asignaturas, 9 en 7º y 11 en 8º y 9º. Se establece un régimen de promoción de siete puntos de calificación mínima. La piedra angular para medir la calidad educativa es la evaluación integradora “de carácter vinculante para la acreditación y promoción”6 que se tomará al final del “secundario”. Hasta aquí, hemos reseñado “grosso modo” los principales cambios. Pasemos, ahora a detallar, por qué constituyen una verdadera farsa y se colocan en una misma tendencia.
Solá se ¿opone? a Menem resucitando a Onganía
El caballito de batalla de la reforma que se implementará el año próximo es la calidad. Con ese fin es que se implementa la “evaluación integradora”; sería otro de los intentos del “país en serio” que nos proponen Kirchner y Filmus. La madre de todas las cuestiones es que eso que nos presentan como una innovación radical, en realidad ya estaba previsto en la Ley Federal. Todo aquél docente memorioso que, allá lejos por los noventa, haya recibido el videodocumental “Acerca de la Ley Federal” producido por el Ministro de Educación de ese entonces, Jorge Rodríguez, recordará cómo allí nos decía Decibe, Secretaria de Programación y Evaluación educativa en ese momento, que el “elemento novedoso” de la Ley era la asunción por parte del Estado del rol de evaluador permanente. En ese sentido, se preveían evaluaciones al finalizar los ciclos, que diagnosticaran el estado de calidad que se estaba logrando. Nuevamente lo que hoy nos presentan como novedoso no es tal. Solá, Oporto y Kirchner proponen, una vez más, ejecutar a pie de juntillas la Ley Federal de Educación, aunque nos digan que harán lo contrario. Y no sólo eso. Dan un paso más allá, en tanto la aprobación de la evaluación final sería requisito para la obtención del título. Y quien no aprue-be, o bien deserta o bien permanece en forma eterna en el sistema.Otro punto de contacto, en este sentido, gira en torno a la delimitación del primario en 6 años. En el mismo video que mencionábamos antes, vemos cómo nos señalan que hubo “consenso” para establecer, en forma no traumática, una estructura de seis años para la educación primaria. Eso es exactamente lo que sucede ahora. El alumno que en 2006 termine la Educación Primaria Básica recibirá en sexto grado un título que lo acredita. A pesar de que la obligatoriedad esté fijada en diez años es plausible pensar que no todos proseguirán sus estudios. Pero esto tampoco es novedoso. Ya bajo Onganía se preveía lo mismo: al terminar la primaria de cinco años podía ocurrir que no se siguiera estudiando.
Otro de los puntos de “coincidencia” entre las tres reformas descriptas es la vinculación escuela/trabajo. En la reforma de Onganía se preveía que la escuela intermedia posibilite la inserción en el mundo del trabajo. El mismo argumento del “aprender a hacer”, del “valor pedagógico” del trabajo, etc., aparece en la Ley Federal. Oporto sostiene que se debe respon-der a la precariedad laboral actual, aunque no lo menciona en forma tan sincera y se limita a señalar que “la adquisición de competencias […] que garanticen condiciones de empleabilidad a futuro” es una necesidad, en “condiciones en permanente modificación”, por lo que “resulta productivo proponer instancias de aprendizaje que promuevan la conformación de personas “emprendedoras””7.
Todo lo dicho no debe llamar excesivamente la atención. La similitud en las tres reformas separadas a lo largo de tres décadas y media se debe a un elemento muy simple: no hay ningún aspecto de la vida social que escape a las tendencias de la acumulación de capital. La reforma actual se presenta como lo que no es: una innovación. Lo único que se intenta es crear un efecto psicológico-moral que, evaluación integradora mediante, acalle las alarmas que se encienden cuando la sociedad se da cuenta del grado de embrutecimiento al que se ha llegado y frente al cual el capitalismo no tiene nada mejor que ofrecer.
Notas
1Resolución Nº 1045/05 del 1 de Abril de 2005.
2El Aromo, Año III, nº 21, Julio de 2005.
3En dicha Resolución de la Oficina Sectorial de Desarrollo y del Centro Nacional de Investigaciones Educativas se decide priorizar dos programas: el Programa I y el Programa V.
Referido éste último a la reforma de los institutos de formación de maestros y profesores.
4Villaverde, A. (comp.): La escuela Intermedia en debate, Bs. As., Ed. Humanitas, 1971, p. 112 y 116 respectivamente.
5Discurso del 14 de octubre en la inauguración del Centro Educativo Complementario Nº 807 de General Las Heras.
6Resolución nº 1049/05, Artículo 3º.
7Documento 2. “Fines de la Educación. Una redefinición para la secundaria básica”.