Rodolfo Puiggrós y los peligros del nacionalismo de izquierda
¿Es posible ser nacionalista y revolucionario en la Argentina? Defender la liberación nacional es defender un programa reformista burgués. Aquí veremos, a través de la trayectoria de Rodolfo Puiggrós, la génesis de este programa cuyo eje central es la conciliación de clases.
Por Julieta Pacheco (Grupo de investigación de la lucha de clases en los ’70-CEICS)
Rodolfo Puiggrós fue un intelectual del denominado “pensamiento nacional”, recuperado por el kirchnerismo como parte de su política cultural. El Instituto Nacional de Revisionismo Histórico Argentino e Iberoamericano Manuel Dorrego, lo considera como un “intelectual necesario”, un pensador pro-peronista, que, junto a otros, formó la corriente de izquierda nacional. Asimismo, en diversos acontecimientos de la cultura y de la educación la figura de este intelectual es reivindicada junto a la de otros militantes de la “izquierda nacional”, como Abelardo Ramos, Juan José Arregui y John W. Cooke. Algunos espacios llevan su nombre, como la sala de profesores de la Facultad de Filosofía y Letras, uno de los salones del Archivo Nacional de la Memoria (ex ESMA) y hasta una agrupación de docentes vinculados al kirchnerismo en Paraná bautizó con su nombre a la organización. El propio Daniel Filmus llamó a continuar el camino de Puiggrós para “profundizar el modelo”.1
Está claro que su recuperación tiene el objetivo de ubicarse en una tradición histórica vinculada al “peronismo de izquierda”. En este caso, Rodolfo Puiggrós, reconocido intelectual comunista durante los años ’30, ayudó a la construcción y propagandización de un programa consecuente con la estrategia política del Partido Comunista (PC) durante aquellos años, que le permitió crecer en el seno de la clase obrera. Luego, abandonó el partido para apoyar al peronismo y, finalmente, ingresó a Montoneros en 1977, incorporándose la Conducción Nacional. Este desarrollo, del PC al peronismo de izquierda, y la posibilidad de ser reivindicado por el kirchnerismo muestran el desenlace de una política coherente de un militante consecuente, que jamás claudicó en la lucha por la imposición de su programa. Su tarea no fue otra que desarrollar y propagandizar una línea política (la liberación nacional) alejada de la tarea inmediata que se le imponía a la clase obrera en los ‘70 (el socialismo).
Su producción intelectual no fue ajena a las disputas programáticas que se dieron en el marco del proceso revolucionario iniciado en 1969. Sus posiciones se plasmaron claramente en los debates sobre la cuestión nacional en los ’70. En general, cuando se le atribuye un carácter revolucionario al programa montonero, se hace referencia a que fueron las Fuerzas Armadas Revolucionarias (FAR) quiénes introdujeron el marxismo-leninismo, luego de la fusión entre ambas organizaciones a mediados de 1973. Esto se debía a que los militantes de las FAR que ingresaron a Montoneros habían sido miembros del PC y, como tales, habrían tenido una tradición política en el marxismo-leninismo. A su vez, la fusión también fue vista como parte del proceso de peronización de las FAR que, de este modo, habría sido capaz de articular la “cuestión nacional” –el peronismo- y el marxismo. Lo que no logran ver estas posiciones es que el PC, la supuesta vertiente marxista-leninista, sentó las bases para la construcción del programa de liberación nacional y que Puiggros fue su constructor.
En la actualidad, la importancia de hacer una revisión de los postulados de los “pensadores nacionales” cobra relevancia para develar las consecuencias de sus planteos teóricos y prácticos. La defensa de tareas nacionales en la Argentina fue un error en los ’70 y lo continúa siendo hoy. La falta de cuestionamientos a estos planteos tuvo una consecuencia histórica catastrófica. La trayectoria de Rodolfo Puiggrós es un ejemplo transparente en este sentido.
Un acto de coherencia: del PC al peronismo
Como anticipamos, Puiggrós fue un importante cuadro del PC. Allí desarrolló su militancia escribiendo y publicando sus interpretaciones sobre la realidad argentina, hasta el momento de irrupción del peronismo en la vida política. Las posiciones del PC frente a este nuevo movimiento generaron la crítica feroz y el definitivo alejamiento de Puiggrós. Luego de su desvinculación pasó varios años relacionándose con otros disidentes intentando dar la discusión sobre los errores del partido, aduciendo que no dejaban de ser comunistas, sino que el problema pasaba por la dirección de aquella organización. Durante este período, entre otras cosas, se dedicó a escribir sobre la cuestión nacional en la Argentina y, particularmente, sobre la función del peronismo en el proceso de liberación nacional y el accionar de las izquierdas tradicionales. Con estos escritos, Puiggrós formó parte de la construcción del programa de liberación nacional del peronismo de izquierda, a través de artículos periodísticos o, lo que fue uno de sus libros más conocidos, Historia crítica de los partidos políticos argentinos, publicado en 1956.
Si bien no estuvo vinculado orgánicamente al peronismo hasta 1972, año en el que se afilió al Partido Justicialista (PJ), sus relaciones con el movimiento y el propio Perón eran muy estrechas. Esto llevó a que fuera nombrado interventor de la Universidad de Buenos Aires durante el gobierno de Héctor Cámpora, en 1973. En este período, Puiggrós contó con todo el apoyo de Montoneros, representado en la Juventud Universitaria Peronista (JUP), incluso cuando meses más tarde la ofensiva de las fracciones de la derecha peronista lo desplazaron de ese cargo. Este hecho, lejos de hacerlo tomar distancia del peronismo de izquierda, reafirmó su confianza en el proceso y en líder peronista. En este punto, podemos afirmar que no solo ratificó su convicción programática, sino que mantuvo su lealtad hacia la dirección burguesa del movimiento, dejando en evidencia la otra cara de la moneda del “nacionalismo de izquierda”. Luego de su desplazamiento, Puiggrós siguió vinculado a tareas intelectuales y universitarias hasta que el avance de la represión clandestina lo obligó a exiliarse en México. Allí desarrolló actividades en organismos de Derechos Humanos, ayudando a exiliados políticos argentinos que denunciaban los secuestros y asesinatos del Estado argentino. Fue allí, donde se enteró de la caída de su hijo Sergio, oficial mayor montonero. En este marco, se incorporó a Montoneros en 1977.
Es este el derrotero político que llevó a Puiggros del PC al peronismo de izquierda, lo que terminó expresándose en la militancia orgánica dentro de Montoneros. Veamos ahora concretamente qué ideas desplegó a lo largo de esta trayectoria, las cuales verifican que, entre una militancia y otra, no hubo modificaciones sustanciales en la línea programática que llevó adelante.
El programa (equivocado) para la Argentina
Con cerca de 30 libros en su haber, la tarea intelectual de Puiggrós se centró en la justificación de la necesidad de un proceso de liberación nacional para la Argentina. Dicha propuesta se sintetiza en la respuesta que dio a cierto problemas vitales: la caracterización de la estructura económico-social argentina, la teoría de las causas internas y externas, el lugar del movimiento obrero y la burguesía nacional dentro del proceso de liberación, el reconocimiento de un sector progresivo dentro del ejército, y su caracterización de Perón y el peronismo. Todas estas premisas dieron como consecuencia la defensa de la conciliación de clases y la certeza del impedimento del desarrollo de una política independiente de la clase obrera.
Durante los años en que Puiggrós militó en el PC se dedicó a escribir libros sobre el periodo colonial en el territorio que luego conformaría la Argentina. Esto se debía a que caracterizaba que la estructura económica y social era producto de los errores y fracasos cometidos en aquella época. En estos escritos, sostenía que la Argentina era una sociedad feudal, debido a que no se produjo la revolución burguesa. Es decir la Revolución de Mayo de 1810 había fracasado. Por lo tanto, la Argentina era aún un país colonial. Sin embargo, esta caracterización fue modificada años más tarde, con la irrupción del peronismo. A partir de ese momento, la Argentina sí sería un país capitalista, pero de carácter deformado y dependiente. Por esta razón, las tareas revolucionarias inmediatas debían circunscribirse a todas aquellas tendientes a profundizar el proceso de liberación nacional. Esto significaba, entonces, que existía un potencial en la burguesía nacional. De modo que, la clase obrera debía dirigir el proceso revolucionario pero tejer, a su vez, alianzas con fracciones de la burguesía. Una invitación a marchar junto con el enemigo. Del mismo modo, identificaba diferencias en el interior del imperialismo, reconociendo elementos positivos en el europeo.
Uno de los ejes más significativos del pensamiento de Puiggrós fue su énfasis en el carácter determinante de las causas internas frente a las externas en el acaecer social nacional. Desde esta perspectiva había formulado duras críticas a las posiciones del PC, fundamentalmente a su caracterización del peronismo como fascismo. Si bien esta concepción está presente en los análisis sobre el período colonial y la conformación de la sociedad argentina, con la aparición del peronismo se vuelve vital para profundizar su apoyo al movimiento. Muchos años después, será el argumento central de los sectores del PC que decidieron volcarse al peronismo, como el caso de las FAR, en 1970.2
Sus puntos de vista en torno a este enfoque metodológico quedaron plasmados en Historia crítica…3 Aquí Puiggrós sostenía que “las causas externas intervienen en los cambios sociales por intermedio de las causas internas y en la medida que estas últimas se lo permiten”. En realidad, el eje central del planteo giraba en torno al debate entablado acerca del lugar que el peronismo tenía en el proceso de desarrollo nacional. Mientras el PC, dentro de lo que se denominaba la izquierda tradicional orientaba sus políticas en la Argentina ateniendo los problemas de índole internacional, marcados por el Partido Comunista de la Unión Soviética (PCUS), Puiggrós proponía partir de las cuestiones nacionales. En este caso, se trataba de una posición en donde se sostenía que lo que había que observar eran las necesidades de la nación para avanzar en su pleno desarrollo económico, político y social. En Argentina, el peronismo era la “cuestión nacional”, la particularidad nacional de la cual había que dar cuenta, aquello que había que entender y analizar. Había que sumarse a ese proyecto ya que el movimiento obrero así lo había hecho, pues había tenido cierta clarividencia que le permitió identificar las tareas inmediatas. Este punto fue, en los ’70, el elemento que dividió aguas entre las denominadas “izquierda peronista” e “izquierda marxista”. Mientras para la primera el peronismo era el elemento nacional que había que tener en cuenta para comprender las necesidades de la clase obrera, la segunda habría priorizado el carácter internacional de la lucha, caracterizando al peronismo como un movimiento burgués que tendía a la realización de un programa que recogía los intereses históricos de esa clase.
Sobre esta base, Puiggrós definía sus posiciones respecto al lugar del movimiento peronista y de Perón dentro del proceso de liberación nacional. El surgimiento de este movimiento era ubicado como parte de un proceso histórico, en un contexto económico, político y social particular. En este sentido, el movimiento obrero, por un lado, desencantado de sus representaciones tradicionales, y, por el otro, el surgimiento de un sector nacionalista dentro del ejército, en donde se destacaba la figura política de Perón, se habrían conectado dando lugar al surgimiento del peronismo. En este proceso se desatacaba al movimiento obrero como la fuerza directriz del proceso, por lo que era el que debía marcar las pautas de lo que era necesario realizar.4 En este punto, a pesar de adjudicarle un carácter espontáneo al desarrollo de la conciencia de los trabajadores, Puiggrós consideraba necesaria la intervención de un factor externo que termine de potenciar y canalizar sus cualidades revolucionarias. Se presenta así la necesidad de una dirección política que aparezca como su expresión a la vez que se convirtiera en su dirección.
En este proceso, Perón, como político “intuitivo”,5 habría ocupado el lugar que correspondía a los dirigentes considerados marxistas. Según Puiggrós, Perón ayudó a desarrollar la conciencia política del proletariado, superando la espontaneidad de la lucha económica, pero no habría establecido la separación política entre los intereses de la burguesía y los del proletariado. En este sentido, habría sido el peronismo quien habría impreso al movimiento espontáneo de las masas un “sello de nacionalismo popular […] de liberación nacional”. Pero, esta doctrina no era “una teoría revolucionaria del proletariado, sino la plataforma de lucha que corresponde a todas las clases sociales que integran la unidad del país como nación”. Nuevamente, vemos la figura de Perón como encargada de englobar a todos los sectores bajo una misma doctrina basada en las cuestiones nacionales. Por este motivo, dentro del movimiento “podrían convivir ideologías absolutamente dispares”, en donde “la unidad en la diversidad se produce por la presencia del jefe carismático”. Asimismo, “la conjunción de clases sociales distintas bajo la misma bandera nacional constituye, a la vez, la fuerza y la debilidad del peronismo.” De esta manera, vemos que el reconocimiento de las contradicciones y los límites del movimiento peronista no supone su necesaria superación. En este caso, sin sacar los pies del plato, la propuesta era luchar desde adentro para volcar la balanza a favor de los intereses de los trabajadores. De esta manera, vemos que Puiggrós reconocía las contradicciones del peronismo. Las oscilaciones del movimiento se basarían en su composición social y, por tanto, la capacidad de presión de las fracciones de clase que lo componen se tornaría determinante a la hora de fijar el rumbo político. De este modo Perón siempre habría tenido en cuenta a “la fuerza más poderosa de cada momento, la presión más importante.” En este marco, la “fuerza de las masas” se habría tornado un factor decisivo. Por eso cuanto “Perón vaciló […] bajo la presión de los reaccionarios y del imperialismo, la fuerza de las masas le impuso finalmente el rumbo.”
Para Puiggrós la caída del gobierno peronista dejaba como enseñanza que la única forma de que un frente nacional y antiimperialista triunfase era contar con la “dirección de una fuerza política propia de la clase obrera”, que se planteara como objetivo la “conquista del gobierno”. Asimismo, el sujeto revolucionario era encarnado por las “masas trabajadoras”, las cuales debían dirigir y orientar el movimiento de liberación nacional. La construcción de este frente era, entonces, la tarea. Además, para garantizar este triunfo y eliminar los elementos que llevaron al peronismo a la derrota en 1955, frente a la ofensiva de la derecha peronista, Puiggrós proponía la centralización del poder en Perón.6 Es decir, en pleno proceso revolucionario, este pensador en vez de asumir la ruptura, le indicaba a las masas que siguieran las directivas de Perón. Ante su planteo de no romper con el movimiento peronista y de defender la centralización del poder en manos de su representación burguesa, Puiggrós se artículo con la misma línea política que luego arrasaría con la izquierda peronista y con las bases que la reconocían como dirección, desarmándola ante el avance de la contrarrevolución.
Ni ayer, ni hoy
En este artículo analizamos los principales ejes del pensamiento de Rodolfo Puiggrós con el cual aportó a la construcción del programa de liberación nacional durante su militancia en el PC, que fuera retomado por el peronismo de izquierda y puesto en práctica por Montoneros en los años ’70. De esta manera, observamos un intelectual que realizó una trayectoria consecuente con el programa que con convicción construyó a lo largo de toda su vida. En este sentido, Puiggros no rompió con el PC, pues nunca abandonó su programa, sino que rompió con su aparato. Su defensa del programa de liberación nacional, lo llevó a la defensa a ultranza del liderazgo de Perón, aún padeciendo en carne propia la censura y la represión clandestina. A su vez, su pensamiento influyó de manera tajante y definitoria en los debates sobre la “cuestión nacional” entre las organizaciones de la “izquierda peronista”, planteando tareas que en nuestro país ya estaban resueltas. De esta manera, Puiggrós, como cuadro del reformismo, contribuyó a la limitación del desarrollo de la fuerza social revolucionaria que se enfrentó al Estado en los años ’70. A pesar suyo, posibilitó el avance de la contrarrevolución, que se volvió contra sus intereses y que logró, en 1976, el cierre del proceso revolucionario. Esta experiencia debe servir como lección a quiénes tienen la ilusión de la existencia de una “izquierda nacional” o creen, como señala el Gobierno, que “la verdadera izquierda revolucionaria de este país siempre fue el peronismo”. Ideas de este tipo fueron las que pusieron –y ponen hoy- a la clase obrera en manos de su enemigo.
Notas
1 http://goo.gl/J6GHHf.
2 Ver el debate entre Carlos Olmedo, líder de las FAR y un grupo de militantes del Partido Revolucionario de los Trabajadores (PRT), en 1970. Reportaje a las Fuerzas Armadas Revolucionarias: “Los de Garín”, en Gramma, diciembre de 1970. Reproducido en Militancia Peronista para la liberación, n° 3, 28 de junio de 1973, p. 36-49. Para un análisis de esta discusión sugerimos Lissandrello, Guido: “¿Existe un potencial revolucionario en el peronismo? La naturaleza política de las Fuerzas Armadas Revolucionarias (FAR)”, en El Aromo, nº 70, enero-febrero de 2013; y Pacheco, Julieta: “Reformistas armados. Coincidencias programáticas y diferencias organizativas en la unidad de FAR y Montoneros”, en El Aromo, nº 71, marzo-abril de 2013.
3 Puiggrós, Rodolfo: Historia crítica de los partidos políticos, Editorial Argumentos, Buenos Aires, 1956. Las citas a continuación corresponden al mismo texto.
4 Puiggrós, Rodolfo: El Peronismo: Sus causas, Colección Los porqués, Carlos Pérez Editor, Buenos Aires, 1971.
5 Puiggrós, Rodolfo: El proletariado en la revolución nacional, Editorial Sudestada, Buenos Aires, 1968.
6 Puiggrós, Rodolfo: ¿A dónde vamos, Argentinos?, Corregidor, Buenos Aires, 1972.