Vino para quedarse… – Por Carolina Martino

en El Aromo nº 80

aulas_vacias_BYNLa institucionalización del Plan FinEs 2 a través de la reforma de la secundaria para adultos en la Provincia de Buenos Aires

La propuesta de reforma organizacional y curricular para la secundaria de adultos tiene como molde al Plan FinEs 2. En breve, la educación para adultos se transformará en un mero curso a distancia.

Por Carolina Martino (GES – CEICS)

Tal como lo previmos, el Plan FinEs vino para quedarse.1 Junto a él, la destrucción de la modalidad de adultos. El pasado noviembre, la Dirección General de Cultura y Educación de la Provincia de Buenos Aires puso a disposición de directivos y profesores de CENS, un material de trabajo titulado “Documento Base para la discusión y consulta” en el que se describen las líneas de una nueva “propuesta curricular y organizacional para la Educación Secundaria de Jóvenes y Adultos”. De propuesta y discusión sólo tiene el título, ya que presenta explícitamente las bases de lo que será la reforma. El documento sintetiza una serie de “acuerdos básicos” previos ya alcanzados por las Direcciones Provinciales de Educación Secundaria, de Educación de Adultos, Educación Técnico Profesional, de Educación de Gestión Privada, de Educación Física y Artística. Una vez más, la impronta que caracteriza la propuesta es la de mejorar la “flexibilidad” a la que los CENS y bachilleratos resistirían. Veamos entonces, porqué el FinEs 2 fue solo el primer paso en la degradación de la modalidad de adultos y del sistema educativo en su conjunto.

El Experimento

Explícitamente, el documento de la reforma brega por reordenar el sistema en pos de la positiva interpelación de los nuevos planes de terminalidad como el FinEs 2. El Fines habría evidenciado que la población estudia cuando se le brindan alternativas de horario y nuevas “prácticas”, menos rígidas. En sintonía con esta oda al FinEs 2, se propone una disminución progresiva de la presencialidad y una reducción de la cantidad de materias simultáneas distribuyendo el tiempo entre horas obligatorias y optativas. Además, acorde con los designios de la nueva escuela secundaria establecida por la LEN, postulan la “unificación de planes de estudios”, articularse con la formación profesional y la presencia de “contenidos específicos del nivel secundario” con formación común y orientada.

En el nuevo esquema, cada materia contendrá horas de presencia docente-alumno y horas de estudio autónomo por parte de los cursantes. En las horas optativas, el docente se dedicará a clases de consulta, tutorías y elaboración de materiales. Resulta evidente que la propuesta impulsa la radical transición del docente hacia la figura del tutor. La presencia del docente en el proceso de aprendizaje se desdeñada en pro de un supuesto alumno con responsabilidades, con problemas personales y con poco tiempo disponible. Sin embargo, ese mismo sujeto dispondría de gran capacidad para el estudio autónomo, situación que, a la luz de su misma descripción, no resultaría muy creíble.

La reducción del tiempo de cursada sería compatible con la planta docente existente prevista para una cursada presencial. Abriendo el paraguas ante una posible oposición sindical, el documento da un paso más y aclara que la transformación curricular y organizativa no afectará los derechos laborales de los docentes. Así, se resolvería una de los principales escollos del FinEs: el desconocimiento completo del Estatuto Docente. Ahora bien, la disminución “progresiva de la presencialidad” supone el viraje hacia la modalidad a distancia. El mismo Estatuto dispone el pase a disponibilidad de todos aquellos que no se encuentren frente a curso por dos años. La reforma, entonces, habilitará al despido de docentes “conforme a Estatuto”.

Pero el espíritu del FinEs 2 no se encarna sólo en la modalidad de cursada y la figura del tutor. También lo hace en la propuesta curricular.

El fabricante de mentiras

La “excesiva” cantidad de materias simultáneas del plan actual se sortearía con una cuatrimestralización o trimestralización de la cursada. Estas posibilitarían a los estudiantes “concentrar la atención en menor número de objetos de estudio, de manera coherente con la forma de aprender de los adultos”. Asimismo, las materias tendrán distintos formatos, talleres, laboratorio, ateneo, seminarios. Los jóvenes entonces entrarían en contacto con formas de estudio más “propias de su edad”. Sin embargo, ¿cuáles son las formas propias de estudio de los expulsados del sistema? ¿No será que tienen que adquirirlas en la escuela? El esquema presupone pericias para un sujeto inexistente, porque si tuvieran esas habilidades adquiridas no estarían en la situación escolar en la que están. Pero calma, el FinEs 2 también ha avanzado sobre ello: el consenso sobre la forma de evaluación con los alumnos y trabajos prácticos para todos aseguran que nadie desaprobará nada nunca.

La reforma se encomienda la tarea de “unificar los diseños curriculares para Bachilleratos, CENS o BAOT y demás opciones”. Esto brindaría coherencia a la modalidad y facilitaría la movilidad de las personas entre instituciones. Sin embargo, no implica avanzar en homogeneizar ni el currículum ni la estructura de funcionamiento: se insiste en que todo debe responder a “aspiraciones, características y necesidades de la población destinataria” en conexión con “el desarrollo local y territorial”. Difícilmente se avance en unificar la modalidad de este modo. Esto ya se encontraba en el Plan Fines 2. Si bien cuenta con un plan de estudios unificado, el aprobado por la resolución 6321/95, se insiste una y otra vez en que la propuesta se adapta y adecua a las necesidades, intereses y características de la población destinataria (Reso. 444/12 CGCyE).

Es decir, la homogeneidad será trastocada en su contrario por el “acuerdo” con los estudiantes. En ese sentido, la aplicación de los “proyectos pedagógicos” que los tutores elaboran, no conforma más que una selección de contenidos, divergente y desigual, de ese plan de estudios. Selección comprimida que en el tiempo de cursada, con dificultad se cubre en forma total. El currículum prescripto se esfuma en la selección personal de cada tutor. Está claro, a la hora de conformar el proyecto pedagógico, cada tutor debe remitirse a dicho plan de Estudios, pero también es evidente, que este conforma sólo una fachada, tras la cual se oculta la fragmentación del currículum. Además, la necesidad de vincular el programa con el desarrollo local y territorial permite ligar el proceso de formación con las necesidades productivas locales. Una vez más, la formación se fragmenta y su pauta global reside en el vaciamiento de contenidos. Se trata del discurso que inicia la idea de la flexibilidad como motor para la terminalidad masiva de los niveles educativos y que postula a la presencialidad como un obstáculo.

Las cosas por su nombre

El escueto documento se erige sobre la base de una caracterización previa del sujeto destinatario de la oferta educativa: jóvenes y adultos con trayectorias educativas discontinuas que presentan a temprana edad responsabilidades familiares y laborales. Estimarían la terminalidad del nivel como una asignatura pendiente, para apoyar a sus hijos, para insertarse o mejorar su situación laboral y/o continuar estudios superiores. Es decir, todas características de la clase obrera. A este sujeto, la modalidad de enseñanza actual, que replicaría el modelo de la secundaria común, no le daría respuestas. Es por ello, que la reforma avanza sobre la “escasa vinculación de la formación con el mundo del trabajo”. La nueva estructura contendrá como respuesta, una Formación Común, un campo de Formación Orientada, y un Campo de Formación para el Trabajo y vinculación con los estudios superiores. Sin embargo, la articulación con Formación para el Trabajo sería optativa. Es decir, la propuesta ni siquiera resulta coherente con el diagnóstico inicial que realiza.

Se trata de los mismos argumentos con los que se implementó el Plan FinEs 2, cuyo objetivo prioritario es la titulación, no el desarrollo del conocimiento. Cuanto más se empuja en la prioridad por la titulación, más se avanza en la disolución de la escuela y con más fuerza se promueve la ignorancia y la incapacidad intelectual de la clase obrera.

Cabe recordar que las escuelas de adultos brindan históricamente varias posibilidades que contemplan las necesidades de sus estudiantes: funcionamiento en distintas franjas horarias, cursada por ciclo o asignaturas, orientaciones laborales, regimen de cursada especial para padres de familia, e incluso algunas cuentan con guarderías y brindan clases de apoyo. Entonces, lo que está detrás del proceso de reforma no es la flexibilidad vs. la rigidez, sino todo aquello que se juega en términos de presupuesto, infraestructura y formación cultural. La elección de la semi-presencialidad sienta posición a favor de la reducción de esos aspectos clave. Llama la atención que partidos que se dicen revolucionarios, como el PTS, promuevan esta reforma.

El tiempo no para

Mientras quienes debieran emprender sin rodeos la defensa de la educación pública para la clase obrera, vacilan con excusas sobre lo más sencillo, enarbolar una consigna sólida que represente una meta clara, “No al Plan FinEs 2 y los programas de terminalidad y precarización del conocimiento”2, la burguesía avanza a pasos firmes y sin pausas. El pasado 7 de agosto, el decreto presidencial 1263/2014 hizo efectivo el pedido del Ministerio de Educación y estableció la continuidad de los programas de “terminalidad” que viene implementando desde el año 2008. Mediante el anexo del artículo nº 2, el decreto indica que debe coordinarse la “planificación, sistematización e integración” del Plan FinEs, la articulación entre los ministerios, organismos gubernamentales y no gubernamentales, organizaciones sindicales, barriales, civiles, sociales y políticas. Al mismo tiempo, se señala el desarrollo de una “estrategia comunicacional” que asegure la difusión del Plan y la implementación de un cuerpo normativo y un sistema federal de información para la producción de informes y evaluación del Plan. El 2015 no será entonces el fin del FinEs, como la normativa lo había establecido, sino que sólo será el principio de una nueva etapa. Su traslado abierto a la Secundaria de Adultos inclusive en versiones mejoradas o institucionalizadas, como la que se propone en provincia. La clase trabajadora es la principal afectada. La que ahora sí, no tendrá opción y recibirá un papel que certifique un proceso que fue vaciado de conocimientos. La que verá pisotear sus derechos laborales como ya lo hizo el FinEs 2. La clase obrera debe reaccionar para frenar un proceso que se viene desarrollando desde hace décadas, pero que está acabando con la escuela de forma acelerada desde el año 2003. COAS, Fines I, COA-FinEs, FinEs 2, “terminá la secundaria”, Nueva Secundaria de Adultos. ¿Vamos a dejar que sigan?

Notas

1 Véase los artículos del suplemento en los nº 70, 76, y 78 de El Aromo.

2 Véase los artículos de De Luca, Romina en este mismo suplemento.

 

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