La huelga docente, en territorio carioca, contra el ajuste ha llegado a convocar más de 100.00 personas. ¿Por qué fracasó? En este artículo, nuestro colaborador, miembro del MM5 y protagonista de los sucesos, nos explica el papel liquidador de la dirigencia sindical y de algunos partidos de izquierda.
Roberto Simões
Dirigente del Sindicato Estadual de Profesionales de
Educación de Rio de Janeiro-Sepe/RJ y militante del Movimiento Marxista 5 de Mayo-MM5
Las huelgas de los trabajadores de las escuelas públicas del Estado de Río de Janeiro (ERJ) y de la ciudad de Río de Janeiro, iniciadas el 8 de agosto fueron cerradas en los últimos días octubre, el 24 y 25 de ese mes, respectivamente, después de verdaderas batallas campales en sendas asambleas.
El Sindicato Estadual de los Profesionales de la Educación (SEPE-RJ) está compuesto por 48 dirigentes estaduales y por cerca de 500 dirigentes de base, distribuidos en nueve regionales en la capital y 47 núcleos de los 92 municipios del estado. De los dirigentes estaduales, solo nosotros, del MM5, defendimos la continuidad de la huelga en la red estadual, además de una dirigente de la izquierda del Partido Socialismo y Libertad (PSOL), que se sumó a nosotros para defender la huelga de la red municipal.
Es sintomático que las organizaciones de izquierda del Partido Socialista de los Trabajadores Unificado (PSTU) y PSOL, que detentan juntos el 72% de la dirección de la dirección estadual, hayan conciliado con partidos oficialistas en el interior del sindicato (Partido de los trabajadores-PT, Partido Comunista do Brasil-PCdoB y Partido Democrático Trabajador-PDT) para poner fin a uno de los mayores movimientos huelguistas organizados por los trabajadores brasileños.
La derecha y estos partidos de izquierda se hermanaron en la conciliación de clases. El cuerpo de abogados era orientado a dar informes jurídicos en las asambleas cargados de juicios de valor, especialmente después de que el Tribunal de Justicia de Río de Janeiro (TJ-RJ) autorizara el no pago del salario a los huelguistas y una multa millonaria de 500 mil reales por día al sindicato. Los pedidos de cautela y la preocupación con los índices de paro contrastaban con la disposición de los compañeros expuesta en las asambleas.
Unificación combatida
Este compromiso del PSTU y del ala derecha del PSOL con los posicionamientos e intereses de la derecha, se fue consolidando a lo largo de las huelgas. Desde el inicio, el reformismo y el trotskismo procuraron limitar el radicalismo del movimiento, optando por la vía de la conciliación de clases. El prefecto de Río, Eduardo Paes (PMDB) y su vice, Adilson Pires (PT), programáticamente vinculados al liberalismo de tipo “neodesarrollista”, exigían al SEPE el fin de la huelga, mediante promesas de formación de grupos de trabajo conjuntos para discutir las reivindicaciones de los compañeros, entre las cuales estaba el establecimiento de un Plan de Carrera, cargos y salarios (PCCS) y del fin del criterio “meritocrático” de la evaluación funcional. La asamblea de los trabajadores del municipio rechazó la propuesta. Fue la primera gran derrota de la dirección del SEPE en esta huelga. La continuidad de la medida fue aprobada por amplia mayoría de los cerca de cinco mil presentes, que llenaron el Terreirao do Samba, conocido espacio del carnaval carioca. No hubo samba.
La manifestación de los 100 mil asusta a la burguesía
La noche del 15 de octubre, el Día del Maestro, empalmó con dos nuevos elementos de la coyuntura a favor de nuestra lucha. El primero y más importante fue la gran marcha en defensa de nuestra huelga, que reunió más de 100 mil huelguistas, servidores públicos, estudiantes y simpatizantes, con sus banderas rojas y las consignas de nuestras luchas políticas y sindicales.
El segundo elemento fue la maniobra de la burguesía, que se valió del Supremo Tribunal Federal (STF), órgano máximo del Poder Judicial del Estado burgués, para combatir nuestra huelga, apostando a las limitaciones de la dirección del SEPE. De hecho, la dirección indujo a los trabajadores a creer que valía la pena firmar un acuerdo de suspensión de las amenazas de no pago de salarios y de la multa millonaria al sindicato, imputados por el Tribunal Judicial de Río de Janeiro y en suspenso por el STF, como una gran victoria.
El STF intimó a los gobiernos del Estado y de la prefectura de Río de Janeiro a participar de una mesa de conciliación con el SEPE para el día 22 de octubre, en Brasilia. En una clara intervención del gobierno de Dilma Roussef, este movimiento hecho por la burguesía bajo la batuta de un equipo profesional, reunió a los gobernantes del municipio de Río y del estado de Río de Janeiro para solucionar definitivamente un problema que había sobrepasado las fronteras cariocas y fluminenses, tornándose un caso nacional e internacional de represión policial violenta.
El PT atrae a reformistas y trostkistas a la conciliación
La presencia del PT en el gobierno de la República, en el gobierno estadual y en el gobierno de la ciudad de Río incentiva a la conciliación de la izquierda reformista y trotskista con los militantes oficialistas en el interior del sindicato. Esto quedó bien delineado en el más grave episodio de la huelga, el trágico día 22 de octubre, que quedará marcado como el Día de la Rendición, el día en el que la dirección del SEPE se puso de rodillas frente a la burguesía en el STF.
En reunión anterior, la dirección estadual deliberó, en contra del voto del MM5, por la prohibición de la manifestación aprobada en la asamblea, que preveía la concurrencia de caravanas de ómnibus la puerta del STF durante la audiencia en Brasilia. El principal argumento fue elaborado por una de las abogadas del SEPE, durante la reunión: “El ministro Luiz Fux no es afecto a este tipo de presión”. El guión fue, entonces, combinado entre los dirigentes oficialistas, reformistas y trotskistas, que aceptaron las reuniones en el Ministerio de educación y cultura y en la Secretaría Nacional de Derechos Humanos.
Por eso no es motivo de sorpresas, desde un punto de vista marxista, la nota del PSTU en su site (http://goo.gl/uea8yV) es la expresión de sus vacilaciones a lo largo de años de dirección del SEPE, haciéndose pasar por minoría cuando precisa dar respuestas a la base radicalizada del sindicato, pero unificándose con la mayoría del PSOL y de los oficialistas PT/PCdoB/PDT cuando necesita proteger el aparato sindical contra las políticas radicalizadas de la base. El texto en cuestión omite completamente la vergonzosa audiencia conciliadora en el STF, en la cual el PSTU, el PSOL, el PT, el PCdoB y el PDT protagonizaron la mayor rendición explícita del movimiento sindical brasileño de todos los tiempos.
Para nosotros los marxistas, los trostkistas del PSTU, la derecha del PSOL y los reformistas en general, tanto como los anarquistas, pertenecen, a pesar de todo, al campo de la izquierda. No cabe llamar traición a los sucesivos y graves errores que cometen. Y son muchos. Podríamos dar múltiples ejemplos. ¿Qué decir del escándalo que generó el uso para la campaña electoral, de un sindicato importante como el Sindicato de los Trabajadores de la Salud, Trabajo y Previsión Social (Sindsprev-RJ) por una diputada estadual del PSOL? ¿Y de la aceptación por la dirección del SEPE del Terreirao del Samba como tentativa gubernamental de soborno para acabar con la huelga? Todo eso, sin mencionar las prácticas de intimidación y cercamiento que usan cotidianamente en los movimientos sindicales y sociales. El hecho es que la práctica de trotskistas y reformistas está marcada por el espontaneísmo y por el mesianismo propios del método anti-marxista que preside sus principios generales de intervención en la lucha de clases.
La nota del PSTU rechaza las críticas hechas a la dirección, buscando identificarlas con los intereses de la burguesía. Esta, por su parte, intenta descalificar a la dirección del SEPE y al mismo sindicato atacando de todas las formas posibles. La burguesía actúa así. Pero la izquierda no tiene derecho de imitar y reproducir sus métodos, como viene haciendo la dirección del SEPE hace años.
La nota omite también los reales motivos que llevaron al fin de las huelgas, que según el PSTU, fueron suspendidas porque la reunión plenaria evaluó “que era hora de reagrupar sus fuerzas y preparar los enfrentamientos futuros”. Lo que la nota no dice es que sus aliados llevaron a todos los que pudieron para votar en nuestra contra, incluyendo el uso de sus poderosos aparatos parlamentarios para que nos superaran en la asamblea. Evidentemente, bajo la sombra de la espada del SFT amenazando a los trabajadores con despido y proceso.
Con la excusa de que el sindicato estaba siendo atacado, intentan neutralizar nuestras críticas con consignas que buscan acallar las contradicciones internas, como la ya vacía expresión de que “el SEPE somos nosotros, nuestra fuerza y nuestra voz”. Preferimos usar las consignas de los huelguistas radicalizados, que denuncia a los oficialistas en la dirección del sindicato: “Fuera el PT, el Gobierno y ustedes”.
Es preciso insistir, para evitar ataques inmotivados a nuestras posiciones, que no podemos atribuir al PSTU y al PSOL un perfil de traidores. Sólo es posible identificar traidores en el campo de la izquierda en momentos de crisis revolucionaria aguda, en los que la toma del poder se coloca como la consigna de acción inmediata. Decididamente, no vivimos uno de estos momentos, a pesar de que el trotskismo pretende que vivimos permanentemente en una crisis revolucionaria en todo el mundo, en todos los países. Sin embargo, estos partidos vienen desarrollando efectivamente una línea de vaciamiento de la radicalización de la lucha de clases, trabajando en la línea opuesta, para el retorno a la “normalidad sindical” en la cual su dominio de los aparatos no sea amenazado. Se asustan con las críticas más radicalizadas, llegando a rodear la mesa de la asamblea con un cordón de protección. No se disponen a asimilar las críticas y repensar sus prácticas. Sus aliados oficialistas siguen, en tanto, ganando espacio en el sindicato y entre los compañeros. La idea de un reaccionario “sindicato ciudadano” (sin fondo de huelga, con plan de salud privado y diálogo amable con el gobierno) gana cuerpo.
Envilecerán el sindicato y abdicarán de la radicalidad que ostentaran en los días remotos del pasado. La renovación del SEPE, por todo eso, está hoy en las manos de todos aquellos que luchamos por el rescate de los métodos históricos de enfrentamiento con los patrones y sus gobiernos, en todos los niveles. La defensa del SEPE está dialécticamente relacionada a la crítica de su dirección y para eso necesitamos abrir los espacios necesarios al debate político. La construcción de un fondo de huelga no puede posponerse más.
La participación do PSTU y del PSOL en este proceso histórico dependerá de una profunda autocrítica, de la cual ellos se alejan cada vez más, en la misma medida en que se aproximan política e ideológicamente al PT, al PCdoB y al PDT.