Un oscuro retorno
La burguesía nacional y el regreso de Perón
Verónica Baudino y Dara Costas1
Grupo de Investigación sobre la Historia de la Burguesía
El retorno de Perón al país, en 1972, suele ser presentado como un triunfo de la izquierda peronista. Sin embargo, existe una historia negra de ese hito: la intervención de amplios sectores de la burguesía (incluso la vapuleada “oligarquía”) a favor de la “operación retorno”. Entérese quiénes trajeron al “tirano prófugo”, luego de proscribirlo durante casi 20 años.
Del Cordobazo a Perón
El Cordobazo estableció una ruptura respecto del curso de la crisis de hegemonía abierta en 1955. Las jornadas de mayo de 1969 abrieron paso a una tendencia insurreccional en el seno de la clase obrera, a la formación de una fuerza social revolucionaria y a la apertura de un proceso revolucionario.
La “oligarquía” peronista…
El período 1966-1971 marcó un momento de unidad de las corporaciones agropecuarias, inédito hasta ese entonces. El apoyo a la dictadura de Onganía fue unánime, como así también su oposición al plan económico (y a las retenciones) de Krieger Vasena. Las corporaciones no solo actuaron como un polo opositor, sino que operaron en favor de la caída de Onganía y su ministro de Economía. Como cristalización de este proceso de unificación se conformó la Comisión de Enlace, compuesta por Federación Agraria Argentina (FAA), Sociedad Rural Argentina (SRA), Confederaciones Rurales Argentinas (CRA) y Confederación Intercooperativa Agropecuaria (CONINAGRO).
En el contexto de la discusión sobre la transición democrática, hacia 1972, se abrió una nueva situación política, que dividió al frente agrario. La vuelta del peronismo a la escena política partió aguas en el sector. FAA se pronunció abiertamente por la apertura y se alineó con quienes impulsaban el retorno de Perón. En enero de 1972, Humberto Volando, presidente de la entidad, señaló que “el país debe volver a sus causes democráticos”, acentuando la crítica a una conducción económica que consideraba “liberal, monetarista, conservadora e integrada a las estrategias de los grandes capitales internacionales”2. La Federación Agraria no solo se opuso a la continuidad dictatorial, sino que se encolumnó tras los postulados reformistas, pronunciándose abiertamente a favor del retorno de Perón, desde su lugar en la Confederación General Económica (CGE). Este giro de 180 grados respecto a las demandas de orden y represión al movimiento obrero3 encuentra su explicación en la coyuntura abierta tras el Cordobazo. Antonio Di Rocco, presidente de la entidad, así lo explicó en 1971. Luego de instar al diálogo entre todos los sectores sociales, llamó a los empresarios a realizar las concesiones que permitan recomponer la situación crítica:
“El empresariado argentino, más que nadie, tiene la obligación moral y material de campear permanentemente por la solución definitiva de los males que nos aquejan, muy especialmente la de tratar de evitar aquéllos mayores que puedan sobrevenir, dando origen a la descomposición social que precede y es caldo de cultivo para el comunismo materialista y ateo.”4
SRA y CRA, por su parte, no se pronunciaron explícitamente acerca de sus preferencias políticas, aunque canalizaron su rechazo al reformismo en los debates sobre la reforma agraria y los aumentos salariales. Ambas advirtieron sobre los peligros de las “salidas demagógicas”, en explícita referencia al peronismo, rechazando los proyectos elaborados por la alianza CGE-CGT. Se pronunciaron contra la promesa de aumentos salariales, la distribución de riquezas y las referencias a la “reforma agraria” presentes en las plataformas electorales de radicales y peronistas. También dividió aguas la reactualización, hacia 1972, de la discusión sobre el Impuesto a Renta Normal Potencial de la Tierra, impulsado por FAA y agitado desde círculos oficiales. Este tipo de reforma apuntaba a sancionar impositivamente las tierras que producían por debajo de su productividad potencial, desalentando la tenencia ociosa de parcelas. En este marco, las objeciones de CARBAP y SRA a tal proyecto no constituían sólo una defensa de sus intereses económicos inmediatos, sino que marcaban el terreno en relación a lo que estaba por venir.
SRA, por su parte, manifestó “su satisfacción por el llamado a un acuerdo nacional efectuado por el Señor Presidente electo Dr. Héctor J. Cámpora”6. Apoyó el Acta de Concertación y sus objetivos en la asamblea convocada a tal efecto, organizada el 14 de junio. En ella, Rubén Carnaval, presidente de CRA, expresó su adhesión a los puntos del Acta. En el mismo encuentro el presidente de CONINAGRO, Alberto Mandel, manifestó “su firme y unánime decisión de contribuir a los propósitos de pacificación nacional y bienestar social, por lo cual nuestra entidad comparte los objetivos y propósitos del acta” 7. La única voz opositora que se alzó en el frente agrario fue la de CARBAP, que se negó a suscribir el pacto. Sin embargo, no pudo imponer su posición al interior de CRA, a la cual pertenecía. Es más, el rechazo a firmar el Acta se impuso por un escaso margen dentro de CARBAP (21 votos en contra, 16 a favor). Lo que muestra que, incluso en el interior de la corporación más fuertemente opositora al peronismo, existía un sector dispuesto a darle algún tipo de respaldo.
…y los señores industriales
Conocida es la alianza histórica de la Confederación General de Económica y el peronismo. Desde comienzos de los ’70 la entidad había comenzado sus negociaciones con Perón en Madrid, que terminaron cristalizando en la elaboración del plan económico del tercer gobierno de Perón, el “Pacto Social” encabezado por José Ber Gelbard.
Menos conocido es el apoyo de la UIA a Perón. Las aguas dentro de la entidad comenzaron a bifurcarse entre “liberales” y “reformistas” ante la creciente influencia de la CGE y un próspero panorama económico que hacía posible nuevamente la gravitación de los pequeños capitales. Una corriente interna liderada por la Asociación de Industriales de Córdoba, acaudillada por los dueños de Arcor, amenazó con separarse de la entidad si no se le otorgaba mayor representatividad. Dicho sector simpatizaba con el programa de la CGE, y su fuerza marcó el destino de las alianzas de la UIA, especialmente dentro de la Acción Coordinadora de Instituciones Empresarias Libres (ACIEL), que defendía los postulados “liberales”, tradicionalmente opuestos al reformismo peronista.
Un retorno compartido
Como hemos visto, el retorno de Perón no fue un resultado exclusivo de la movilización impulsada por la izquierda peronista. En primer lugar, porque la salida democrática “sin proscripciones” fue avalada primero por los partidos burgueses que habían dejado a Perón fuera de juego durante años (el más importante de ellos, la UCR). En segundo lugar, porque los militares recogieron el guante e impulsaron el GAN, que más allá de ciertas restricciones, contemplaba también el retorno del peronismo. Por último, porque buena parte de la burguesía, que también convalidó los regímenes anteriores, militó por la vuelta del General. Conocidos son los casos de las corporaciones de la burguesía más chica, como CGE y FAA. Sin embargo, la impronta de la reconstitución de la alianza reformista inclinó hacia esa posición a representantes de los “monopolios”, como la UIA, y a sectores de la “oligarquía”, como aquellos que se expresaron en las internas de SRA o CRA. Y que esto sea así resulta lógico: las condiciones insurreccionales abiertas con el Cordobazo, la radicalización hacia la izquierda de sectores que hasta entonces habían actuado bajo el ala de la burguesía reformista, y la constitución de una alianza que amenazaba con destruir las bases del capitalismo local operaron en este sentido. El retorno de Perón daba una salida institucional y reencauzaba dentro de los marcos del sistema una situación social que comenzaba a desbordarlo. Como finalmente lo demostró, Perón pretendía ser una garantía para el mantenimiento de las relaciones sociales y, para ello, no dudó en blindar el sistema a sangre y fuego.
Notas
2 La Nación, 9/1/1972
3 Recordemos que la FAA dio su apoyo al golpe en 1966 e hizo una defensa cerrada de la renta agraria, impulsando el recorte de gastos estatales y los despidos de empleados públicos para no tener que pagar más impuestos.
4 La Tierra, 3/6/71.
5 La Nación, 26/5/1973
6 Memoria y balance de la SRA 1973.
7 Ídem.
8 La Prensa, 26/5/1973.
9 La Nación, 3/8/1974.