Entre Ríos cerraba el mes de mayo con solo 5 casos de Covid-19, y se acercaba a la quinta y, supuestamente, última fase del confinamiento. Sin embargo, aún restaba desandar las últimas etapas de la fase 4 en casi todos los departamentos de la provincia. Los hechos no siguieron el curso que esperaba el gobernador.
El 1 de junio, se presentó un caso activo en Concepción del Uruguay. Se trataba de un camionero que había estado en Buenos Aires. El trabajador, oriundo de San Justo, quedó aislado en el Hospital Urquiza. En el lapso de los 3 días posteriores se dieron 3 nuevos casos en la provincia. Por estos motivos, en San Justo, el Frigorífico ServiAves –conocido por la lucha de sus trabajadores contra su patrón– cerró sus puertas y dejó a casi 200 obreros en la calle. Como si fuera poco, los compañeros no sabían que pasaría con su sueldo, siendo que se acercaba el cobro de quincena y no tenían respuesta por parte del propietario Domingo Lopardo, con antecedentes probados de estafar a sus trabajadores.
En paralelo a estos sucesos, se dio un nuevo brote con circulación comunitaria en Colón. El 3 de junio se dieron a conocer 4 contagios, luego de un mes y medio sin casos. Hoy ya llegan a 27 para todo el departamento. La respuesta de las autoridades consistió en volver a la Fase 1 de aislamiento, primero en la ciudad cabecera y luego en el resto del departamento. Localidades de otros departamentos reaccionaron impidiendo la entrada de personas provenientes de Colón.
La respuesta del gobierno, en Colón y en todas partes del país, es cargar las tintas sobre “responsabilidades individuales” y, por tanto, su única acción concreta es llamar a la “cordura”. En este caso en particular, el culpable habría sido un mate. Lo que quienes gobiernan no confiesan, es que ellos han promovido desde la hora cero la flexibilización y levantamiento de la cuarentena. Primero, abriendo una a una las actividades económicas, aunque no fueran esenciales. Luego, lavándose las manos respecto al control en el cumplimiento del confinamiento.
La irresponsabilidad individual puede existir, pero esta se desmadra cuando va acompañada de la irresponsabilidad de los que dirigen el Estado en favor de los patrones, más en una enfermedad de rápida propagación. El “relajamiento” no es “ciudadano”, es un reclamo de los patrones y una política de quienes gobiernan. Ni hoy ni al comienzo de la cuarentena se privilegió la salud por sobre la ganancia. Todo lo contrario.
A todo esto, sumemos que la gobernación hizo poco y nada por reforzar el sistema sanitario. Al igual que a nivel país, el sistema de salud pública provincial arrastra décadas de deterioro y pésima gestión. En las muchas localidades pequeñas existen pequeñas salas, siempre mal abastecidas. No solo no están en condiciones para enfrentar casos relativamente complejos, sino que en ellas hasta los problemas más leves obligan a los pacientes a un largo peregrinaje por hospitales de otras ciudades, hasta dar con el que tiene el equipamiento necesario y en condiciones, para atenderse. A eso se suma que hospitales relativamente importantes como el de Colón están abocados casi exclusivamente al tratamiento de casos Covid-19, mientras que pacientes con otras dolencias tienen que esperar a que pase el vendaval, o irse a la salud privada, lo que para muchos ni siquiera es opción. Se han registrado casos de pacientes del interior de la provincia que debían tratarse en Paraná a los que se les reprogramaron los turnos o que se les impide viajar por provenir de ciudades en cuarentena.
No son mucho mejores las condiciones en la salud privada cuando se requiere tratamientos complejos, dado que muchas obras sociales que funcionan sin mayores contratiempos en Buenos Aires, en Entre Ríos no funcionan, o con suerte, tienen convenio con alguna clínica en Paraná, Crespo o Villa Gobernador San Martín. Por lo tanto, aun en los casos en que se cuenta con cobertura médica, un entrerriano de la costa del Uruguay debe viajar unos 250km para atenderse en la costa del Paraná o directamente en Buenos Aires o Santa Fe. Esos problemas estaban antes de la pandemia, fueron agravados por esta y seguirán mientras sigan gobernando quienes privilegian la ganancia por sobre la vida.
Los trabajadores entrerrianos, así como los de todo el país, tenemos nuestra vida en peligro. Por el Coronavirus, sí, pero sobre todo, por los patrones y sus gobernantes que nos condenan al hambre, la miseria y la enfermedad. No podemos quedarnos de brazos cruzados. Exigimos:
Una cuarentena sin despidos, suspensiones ni hambre.
Por un sistema de salud centralizado y bajo control de los trabajadores para hacer frente a la pandemia.
Que la crisis la paguen los capitalistas.