EL CINE COMO ARMA. RAYMUNDO GLEYZER Y LOS COMUNICADOS DEL E.R.P. (1971-1972)

en Revista RyR n˚ 4

Por Fernando Martín Peña y Carlos Vallina (Investigadores de Historia del Cine)

«E.R.P. es el grupo guerrillero más importante. Comenzaron a partir de un partido trostkista (el PRT, Partido Revolucionario de los Trabajadores) y han desarrollado una línea independiente de Perón. No siguen sus órdenes y, por el contrario, critican sus tácticas `vinculadas a la burguesía’[1]. El E.R.P. realiza el 90 por ciento de las acciones conocidas en este momento. Las más importantes: el secuestro de Stanley Silvester, cónsul británico en Rosario, canjeado por veinticinco millones de pesos en comida para los trabajadores; diversas distribuciones en las áreas pobres de carne y leche robadas; el robo de 450 millones de pesos (unos 6 millones de dólares) del Banco Nacional de Desarrollo, durante la noche del último 29 de enero».
Raymundo Gleyzer en carta informativa a una productora de la
BBC de Londres, 17 marzo de 1972.

En 1971 el cineasta argentino Raymundo Gleyzer tenía detrás suyo media docena de documentales premiados, varios institucionales, un merecido prestigio como periodista televisivo y un largometraje polémico, México, la revolución congelada, rodado en México, compaginado en Estados Unidos y prohibido por censura argentina. Así como otros cineastas políticos del período sumaban su actividad, de modo clandestino, a la de organizaciones peronistas, Gleyzer decidió unirse al FATRAC o Frente de Trabajadores de la Cultura, una iniciativa del PRT-ERP. En una carta a un amigo mexicano, fechada el 15 de septiembre de 1971, Gleyzer expuso con claridad su idea de lo que debía ser el rol del cineasta militante y las diferencias que lo distanciaban de sus colegas peronistas:

“Creo que el cineasta no es ninguna unidad en sí mismo y que plantearse un cine concientizador tiene su mérito, pero más lo tiene cuando el cineasta como revolucionario se incorpora a una estructura revolucionaria. No creo en el cine revolucionario, creo firmemente en la Revolución. Aquello del Che con el escritor conflictuado viene muy bien al caso: «Comandante», le dijo el intelectual. «Soy escritor. ¿Qué puedo hacer por la Revolución?». Che: «Yo soy médico…». De allí que aunque totalmente de acuerdo con las postulaciones de Getino y Solanas (en general y no en particular) no me interesa tanto el elemento cultural que pueda irradiar una obra tercermundista sino su instrumentación política, con la Revolución, desde dentro de la Revolución. Pero, ojo: no la Revolución en abstracto, la Revolución que nos gustaría, sino la que uno, como ser humano, hace. O te juegas entero por la Revolución Socialista o te dedicas a realizar un cine tercermundista y andas escribiendo tu idea sobre lo que hay que hacer, sin hacerlo personalmente. Getino y Solanas, desde su óptica peronista, niegan en los hechos la lucha de clases en Argentina. Y sólo sacan a relucir su papel de brazo cinematográfico de Perón, que, como tal vez tú no sepas, es un viejo decrépito que desde Madrid imparte las más diversas y variadas y contradictorias órdenes a sus seguidores (el 70 % de la población). El hecho de que Getino y Solanas apuntalen la `estrategia’ de Perón, con su política pendular, no es sino una evidencia más de la poca confianza que tienen en la fortaleza del proletariado argentino y su capacidad de crear».

El FATRAC tuvo corta vida pero permitió a Gleyzer consolidar un grupo de trabajo con el realizador Álvaro Melián (estudiante del CERC, la escuela de Instituto Nacional de Cinematografía) y con el sonidista Nerio Barberis. «Las explicaciones para liquidar el FATRAC fueron absolutamente inconsistentes y principistas», recordó Melián dos décadas después[2].

“Se veía claramente la línea «obrerista» desde la conducción del partido y entonces todo lo que sonara pequeño burgués se consideraba peligroso porque incorporaba una serie de malas prácticas, de personalismo, etc., que podían afectar la organización del partido. Una vez tomada la medida, por esta supuesta cuestión de prioridades políticas, quedó un espacio abierto. El mismo buró político hizo una suerte de autocrítica, diciendo que era un tema que tenían postergado. Yo escribí dos o tres notas planteando algunas ideas, que nunca tuvieron la más mínima respuesta, y lo único que conozco de todo ésto es un documento que escribe Benito Urteaga, que era interesante, era por lo menos un buen punto de partida, una reflexión consistente como para empezar a hablar. Pero el objetivo que tenía el documento, que era abrir el debate, no se cumplió y quedó como una contribución ahí, perdida en la vorágine de los hechos. Lo que quedó del FATRAC fue un núcleo, ligado a la parte de propaganda, con la tarea de utilizar los medios expresivos y audiovisuales. En esa experiencia es donde se colocan dos comunicados filmados, uno sobre la acción en el frigorífico Swift de Rosario[3] y otro sobre la toma del Banco de Desarrollo[4]. Eran cortos de agitación, que duraban unos diez minutos cada uno y que se hicieron corriendo. No hubo ni el tiempo ni los recursos como para profundizar demasiado en los hechos que se narraban, quedó poco más que una ilustración de tipo periodístico de los textos escritos. El de Swift lo hicimos con material que conseguimos de la televisión, filmaciones nuestras, pedazos de otras cosas. Había una voz en off que leía el documento público de justificación política de la acción. El del Banco de Desarrollo es distinto, hay una entrevista a los dos «entregado- res», los compañeros que trabajaban en el Banco y que son los que abrieron la puerta y después se fueron con los comandos. Los dos se hicieron en 16mm., en blanco y negro, montándolos a las tres de la mañana en el laboratorio Alex”

A pesar del tiempo transcurrido, los dos films siguen excluidos no sólo de toda revisión histórica sobre el cine del período sino también de la filmografía oficial del propio Gleyzer. En perspectiva, constituyen una rara muestra de la concepción de una comunicación organizada desde la posibilidad estratégica de establecer un poder popular y a partir de la necesidad de intervenir en la imagen audiovisual para cubrir diversas áreas de información y, al mismo tiempo, configurar un desarrollo crítico en la acción consciente de los trabajadores, e influir sobre los medios para ampliar las presencias reales de la llamada «violencia revolucionaria». 

Gleyzer y sus compañeros se organizaron en torno a modos de producción que permitían operar en condiciones de clandestinidad para traducir el registro de conflictos y manifestaciones en contrainformación. El soporte más accesible de realización y difusión con el que contaban era el 16mm., blanco y negro, pero no descartaban otras opciones: «El videotape me parece muy importante», dijo Gleyzer en Pesaro. «En todas las casas más o menos hay aparatos de televisión, de manera que se puede llevar la cinta y pasar cine militante, cine que sirva a la lucha. Es más detectable una persona con un proyector que con un videotape, que inclusive se puede borrar si llega la policía». Como se ve, no tenían una visión apocalíptica sobre los medios, sino que, al estar éstos en manos del autoritarismo, confiaban en producciones que reelaboraban los discursos creativos de las imágenes y las voces insurrectas desde la cultura popular. Los sectores en lucha, las masas anónimas, iletradas o proclives a consumir géneros de difusión basados en la dramatización -como los periódicos de corte sensacionalista o las fotonovelas- eran el objetivo de las prácticas explícitamente amparadas desde este proyecto político. La formación-información y hasta cierto punto la diversión, entendida en términos de atracción del espectador desde un ángulo emocional, se compaginaban a partir de lo concreto.

En este caso, el contacto que estimulaba la sensibilidad era la voz en off que enunciaba cifras, datos y consignas con serenidad expositiva y ceremonial. Se explicaba, por ejemplo, la presencia de Stanley Silvester, cónsul inglés, signo diplomático de los poderes que llegaban hasta el frigorífico Swift. La captura del cónsul y el pedido de rescate genera la fórmula que encabeza la gacetilla fílmica: «Al pueblo…«. El rescate en cuestión consiste en veinticinco millones de pesos en mercaderías a repartir entre las familias obreras de la planta y las barriadas populares. A las entrevistas de un periodista de los medios oficiales, se suma una reflexión de la voz en off por la que se advertía que esta acción particular no garantizaba el fin de la explotación, ni de la represión, ni de la pobreza. A juicio de la organización, sin embargo, se metaforizaba con ella que los frutos de la opresión había que arrancarlos con la sistematización de la violencia y del programa político de quienes componían la parte más combativa del pueblo.

Los comunicados tuvieron una circulación muy restringida en Argentina, básicamente en reuniones integradas por cuadros de vanguardia en las fábricas o en los sindicatos clasistas. En alguna medida cumplieron con el cometido de contribuir al conocimiento de la organización en el exterior: pudieron ser vistos en la IX Mostra de Pesaro, evento que entonces era el máximo referente del cine político mundial. Más allá de su eficacia -nunca realmente evaluada- como instrumentos de contrainformación y propaganda, los cortos jugaron un rol protagónico en la gestación del film más importante de Raymundo Gleyzer. Después de Pesaro, Gleyzer y Melián se trasladaron a París y allí mostraron los cortos al documentalista Joris Ivens. Fascinado por la descripción que los comunicados hacían de la dirigencia sindical peronista, Ivens sugirió que allí había tema para otro documental. Tras discutirlo algún tiempo y decidir que el desarrollo adecuado del tema requería imágenes que nunca podrían obtenerse en forma documental, Gleyzer y Melián se pusieron a trabajar en un guión de ficción, el del largometraje Los traidores, realizado en forma independiente del PRT-ERP. Algunas frases de la entrevista al comandante Feced que está en el comunicado sobre el secuestro de Silvester, fueron a parar a un comisario que en el film se encuentra ante una situación similar.

Aunque está pendiente una investigación más abarcadora sobre las expresiones audiovisuales realizadas por las organizaciones armadas durante este período, corresponde anticipar que la práctica fue muy poco frecuente. En el caso del PRT-ERP corresponde citar, en un registro más informativo y destinado exclusivamente al exterior, los materiales filmados de la Junta de Coordinación Revolucionaria (JCR). En Italia llegó a filmarse -aunque no a divulgarse- un comunicado de la dirigencia de la organización, ya en el exilio.

Apéndices

Comunicado N° 2 del  E.R.P. (texto del film).

Locución off: El Ejército Revolucionario del Pueblo Informa:

Comunicado N°2 sobre la operación realizada en el Banco Nacional de Desarrollo.

Durante la noche del 29 de enero de 1972 los comandos Luis Pujals y Segundo Gómez ocuparon el Banco Nacional de Desarrollo (ex Banco Industrial), expropiando para la guerra del Pueblo la suma de 450 millones de pesos y la totalidad de las armas de que disponía la guardia de seguridad.

En el mismo corazón de la dictadura, a sólo cien metros de la Casa Rosada, a cincuenta metros del Servicio de Informaciones del Estado, custodiado por numerosas guardias permanentes y sometido a continuos patrullajes por parte de vehículos policiales, el edificio fue ocupado por siete horas. Las alarmas fueron neutralizadas, se cortaron cerca de 70 barras metálicas de seguridad y dos puertas de acero debieron ser violentadas hasta arribar a la caja fuerte central a la que se le practicó una abertura de 60 centímetros de alto por un metro de ancho que permitió recuperar todo su contenido.

Esta expropiación ha sido posible gracias a la colaboración de dos miembros de la guardia de seguridad interna del banco, que desde la clandestinidad se dirigen al pueblo:

«Yo soy A. Abús, miembro del Ejército Revolucionario del Pueblo».

«Yo soy O. Serrano. También yo pertenezco al Ejército revolucionario del Pueblo. Hemos sido nosotros, los llamados infieles al Banco Nacional de Desarrollo, los que hemos facilitado el ingreso al banco a nuestros compañeros del ERP con el fin de acceder al tesoro inviolable donde ocultan su dinero; aquel dinero que es robado al pueblo cotidianamente, robado de su esfuerzo. Creemos que esta es solamente una mínima parte de lo que al pueblo le pertenece. Con esta acción cumplimos con lo que desde hace tiempo sostenemos: solo la guerra revolucionaria del pueblo nos permitirá liberarnos de los explotadores.

Locución off: La guerra revolucionaria impulsada por la vanguardia y apoyada por el Pueblo resulta invencible. Abús y Serrano, miembros de la guardia de seguridad y hombres del Pueblo, hicieron suya la causa del ERP. Esto inquieta al enemigo que pretende distorsionar los hechos intentando hacer aparecer a los combatientes como delincuentes comunes.

Pregunta: « Dicen que usted, Abús, ha sido delincuente«…

Abús: «No, es totalmente falso. Yo no he sido nunca un delincuente, como ha dicho la prensa burguesa. La cuestión es que en la mentalidad de este sistema capitalista los valores morales estan ausentes. Ellos piensan exclusivamente en los beneficios materiales y desprecian la moral. Se olvidan que gente con una moral como San Martín, el Che Guevara, Pujals, Mestre, han dado la vida por sus ideales«.

Serrano: «La idea de esta expropiación al banco se fue haciendo presente en la medida en que asistíamos a los sufrimientos de nuestros hermanos Argentinos, en tanto aumentaba la explotación y la dictadura era cada vez mas despiadada en la represión. A medida que podíamos ver como se torturaba y se humillaba, como se negaba respuesta al mínimo clamor popular. Mientras tanto, en el banco y debido a nuestro trabajo, veíamos los grandes negociados en que los personajes que ocupaban la dirección del banco se otorgaban créditos preferenciales a sus propias empresas privadas del orden de los 200, 500 o 800 millones de pesos, violando los propios estatutos del banco en lo referido a los intereses y al mismo tiempo nos negaban el aumento a los trabajadores. Un aumento concedido con tres meses de retroactividad era un aumento mínimo, lo justo para vivir con un poco de decoro y de dignidad. La idea nos venía a medida que veíamos cómo se perseguía a sindicatos como el SITRAC -SITRAM, que eran la voz de toda una Córdoba humillada, cómo se asesinaba a estudiantes en Mar del Plata, cómo desaparecía gente del valor de Luis Pujals, cómo se secuestraba abogados, mientras se concedían licencias y franquicias según el capricho del funcionario de turno, cómo se concedían indemnizaciones de dieciséis millones a gente que después llegaba al banco central con todos los honores. A medida que la situación se hacía cada vez mas intolerable, que nuestras mujeres no tenían lo mínimo para darle a nuestros hijos: yo tengo dos hijos y mi compañero tiene uno. Entonces fuimos tomando conciencia del hecho que podíamos colaborar en mínima parte en razón de que trabajábamos en un lugar clave de la economía capitalista. Por tanto nos incorporamos a una organización acorde a nuestras ideas y hemos colaborado en todo lo posible para que la operación saliera bien«. 

Testimonio de un vocero del E R.P.: «Yo soy otro militante del E.R.P., que por razones de seguridad me veo obligado a ocultar mi cara. Con este tipo de acciones el E.R.P. quiere demostrar que la tarea de enfrentar a la dictadura depende solamente de la voluntad de los hombres y mujeres que exigen justicia, que para esto no se necesitan ni especialistas ni superhombres. Que en definitiva, aquellos que en nuestra organización toman la decisión de luchar son hombres como Abús y Serrano, hombres de carne y hueso pero que tienen conciencia y voluntad para enfrentar a los explotadores; que se proponen la construcción de una Argentina Nueva y Socialista conducida por los trabajadores.La miopía del enemigo ha creído ver en la operación del banco la presencia de especialistas extranjeros y el uso de tecnología ultramoderna. El boquete en la caja fuerte del tesoro fue realizado por un obrero metalúrgico, que utilizó un convencional equipo de acetileno. Esto demuestra que todas las medidas de seguridad impuestas por la burguesía resultan vulnerables ante el ingenio popular».

Abús: «Estas armas que antes servían para la represión, serán empuñadas por nuevos combatientes. No hay que tener temor compañeros. ¡A luchar por la liberacion nacional! ¡A Vencer o Morir por Argentina!».

Locución Off: Las armas y el dinero recuperado servirán para el impulso de la guerra popular. Mantendremos lo que hemos escrito sobre los muros del banco: Armas y dinero para una Argentina Socialista.

Serrano: «Por la unidad de las organizaciones armadas, por una Patria justa, libre y socialista. ¡A Vencer o Morir por Argentina!«.

Locución off: Argentinos: no existe fuerza capaz de vencer la voluntad popular. No hay que dejarse asustar por la represión policial y militar. Frente al desarrollo de la Guerra Popular no hay fortalezas seguras. El enemigo se rodea de policías y soldados, pero olvida que la mayoría de ellos provienen del pueblo. Inevitablemente abandonarán el ejército y la policía de los explotadores y pasarán a integrarse al ejército Popular.

Comunicados N° 5 y 7 del  E.R.P. (texto del film).

Locución off: El Ejército Revolucionario del Pueblo informa: comunicados n. 5 y 7 sobre la detención del cónsul inglés y gerente del frigorífico Swift en Rosario.

Al pueblo: El señor Stanley Silvester, puesto a disposición de la justicia populare está siendo sometido a juicio revolucionario por el E.R.P. El señor Silvester representa simultáneamente a los intereses enemigos del imperialismo británico y del poderoso monopolio yanqui Deltec.

Desde principios de siglo el frigorífico Swift amaso sumas fabulosas de dinero que, producido por los trabajadores argentinos, engrosaron los bolsillos del imperialismo. Empresas como la Swift han influido en los gobiernos argentinos titere: funcionarios como Krieger Vasena son a su vez personeros de la Deltec y otros monopolios, y curiosamente estos señores son los acusan de ser portavoces de ideologías foráneas.

Entrevista al comandante Feced, jefe de la policía y la represión en Rosario:

Periodista: «Comandante Feced, ¿cuáles son las últimas novedades relacionadas con el secuestro del cónsul británico?»

Feced: «Bueno, señores, novedades de importancia sobre el lugar donde pudiera encontrarse el señor cónsul, en este momento no tenemos nada concreto«.

Periodista: «¿Hay alguna persona detenida con relación a este hecho, señor Feced?»

Feced: «Bueno sí. Se han practicado en el curso de la noche aproximadamente cincuenta allanamientos en toda la zona urbana de la ciudad, y hay una cantidad de personas, una veintena, aproximadamente veinte, que han sido detenidas y están siendo interrogadas, hasta ahora sin ningún resultado positivo«.

Periodista: «¿Qué disposiciones se han tomado para este caso?”

Feced: “¿Medidas de seguridad policial se refiere el señor periodista luego del hecho?»

Periodista: «Efectivamente«.

Feced: «Bueno sí, se ha desplegado toda la fuerza policial en las operaciones que son típicas en este caso: bloqueo de las carreteras en las entradas de la ciudad, allananientos, como ya dije, patrullajes, identificación de automotores y de personas, con todos los efectivos«.

Locución off: Swift, en colaboración con la dictadura militar, organizó la maniobra de las carnes transformando a éstas en un artículo de lujo para el pueblo. Para los obreros del frigorífico significó la perdida del trabajo durante varios meses. Un obrero de Swift gana alrededor de 20.000 pesos por mes: ¿Viviría el señor Silvester y su familia en la mansión de Fisherton con ese salario? En la actualidad, Swift y Deltec continúan en estrechas relaciones con el presidente de turno, general Lanusse, cuya familia es una de las mayores propietarias de hacienda y proveedoras del frigorífico. Pero donde más claramente se ve el carácter de pulpo chupasangre de esta empresa es en las condiciones de vida y de trabajo a que son sometidos los trabajadores de la carne, los peor pagados de la industria. En el frigorífico existe un régimen de trabajo inhumano. Los topes de producción son inalcanzables. Se ven a diario compañeros con heridas en las manos, enfermos que son enviados de vuelta al trabajo bajo amenazas de suspensiones o despidos. El hecho de que los dirigentes sindicales no convoquen a la lucha no se debe a la falta de conflictos sino a su papel de traidores a los obreros y cómplices de los explotadores.

Entrevista al señor Baroccio, alto funcionario de Swift:

Periodista: «Sr. Baroccio: usted es un alto funcionario del frigorífico Swift. ¿Ud. ha tenido alguna vez problemas con el personal?»

Baroccio: «Absolutamente de ninguna clase y puedo decir que en asuntos gremiales no hay absolutamente nada de esta clase«.

Periodista: «Podemos decir que el personal siempre lo ha respetado«.

Baroccio: «Siempre ha sido respetado y el personal puedo decir que está sumamente indignado con este hecho«.

Locución off: Dirigentes como Cabrera y otros, que prefieren defender los intereses imperialistas, deben reflexionar seriamente sobre las consecuencias que tendrán para ellos su traición. Es en función de todo esto que el ERP reclama para la liberación del señor Silvester:

-Reincorporacion y pago de lo adeudado a los trabajadores cesantes.

-Cese del trato policial por parte de los jefes internos.

-Reducción del tope de producción.

-Disminución del frío en las secciones que ya han afectado la salud de numerosos compañeros y obligado a abandonar el trabajo a las mujeres embarazadas. En carácter de indemnización a los trabajadores de la carne, la empresa Swift deberá distribuir 250 millones de pesos en alimentos en barrios a determinar.

Periodista (frente a Swift): «Faltan instantes para las 15 horas, hoy es viernes 18 de mayo de 1971, estamos en la planta del frigorífico Swift, en el lugar donde en instantes hara abandono de su trabajo el turno de la mañana. He aquí uno de los bolsos con provisiones que va a ser entregado al personal. Un kilo de arroz, una botella de aceite, leche en polvo, y esto es azúcar. Tengo entendido que van a entregar frazadas, ¿es así, señor?»

Señor: «Bueno mire, creo que sí, no estoy seguro«.

Periodista: «¿Van a entregar frazadas, señor?»

Señor 2: «No se han conseguido las frazadas, estamos tratando. Esperamos mañana entregar una parte de eso, porque es difícil obtener tantas frazadas en Rosario».

Periodista: «Azúcar, aceite, leche en polvo y arroz. Estas personas van a recibir en este preciso momento cada bulto, uno por cabeza. Además, mañana posiblemente puedan entregarse dos frazadas a cada operario, a razón de 3.700 personas. El frigorífico Swift, se nos comunica, compró diez mil frazadas, pero todavía no han llegado. No es fácil reunir las frazadas en Rosario y parece que van a mandar a traer desde Buenos Aires también. Van a ser aproximadamente 7.500 para el personal del frigorífico Swift y el resto van a ser repartidas en las villas de emergencia. Vemos que hay mas de 3.000 personas aquí tratando de recibir su paquete por consiguiente se hace un poco dificultosa la tarea, es un amontonamiento muy grande de gente. Cada obrero presenta una tarjeta, una ficha, con sus datos de identificación, que son tomados en una planilla que tiene el personal. Entre- vistamos aquí en el patio, frente mismo al lugar donde se está repartiendo la mercadería ordenada por el E.R.P., a un operario. ¿Cómo se llama, señor?»

Obrero: «Ventura Borgón«.

Periodista: «¿Qué le han dado aquí en este bolso?»

Obrero: «Aceite, azúcar, leche en polvo…»

Periodista: «¿Qué opina usted de todo esto?»

Obrero: «Muy bien«.

Periodista (a otro obrero): «¿Las frazadas para cuándo se las han prometido?»

Obrero 2: «Bueno, no sé, parece que aquí no hay frazadas, pero esperamos que vayan a cumplir…»

Periodista: «Decían que cuesta trabajo encontrar tantos miles de frazadas en la ciudad, dicen que no hay«.

Obrero 2: «Ese es un problema de ellos, no nuestro«.

Periodista: «Decían que iban a llegar entre hoy y mañana«.

Obrero 2: «Bueno, esperemos que cumplan«.

Periodista: «Comenzó a repercutir en la zona este reparto de víveres que se está haciendo dentro del frigorífico Swift. Lentamente van acudiendo al lugar vecinos de la zona, que en su mayoría, pienso, serán obreros o ex obreros del frigorífico. Señor, ¿Ya le dieron el paquete?»

Obrero 3: «No, todavía no«.

Periodista: «¿Cuántas personas calcula que habrá aquí?».

Obrero 3: «Y, más de 2.000 personas«.

Periodista: «¿Cuántas personas están trabajando actualmente?».

Obrero 3: «Y, habrá unas 4.000«.

Locución off: Compañeros: fue necesario un acto de violencia revolucionaria para dejar al desnudo la violencia de los opresores, la de todos los días. Sabemos que con esta acción no vamos a solucionar los problemas que esta padeciendo la clase obrera y el pueblo. Sabemos que con las frazadas, los alimentos, los útiles escolares no va a terminar la miseria de los trabajadores argentinos. Sabemos que pronto el frigorífico Swift volverá a las andadas, como cuadra a toda empresa explotadora, pero esta acción de justicia popular ha servido para mostrar que las conquistas para el pueblo no se mendigan, se arrancan mediante la violencia; que la dictadura militar es ineficaz para la represión de la invencible guerra revolucionaria que ya ha comenzado. Compañeros: queremos contribuir a la organización y movilización revolucionaria de los trabajadores. Sin la participación activa de las masas es imposible el triunfo, aún el mas pequeño. La potencia del pueblo debe desplegarse con total intensidad y su columna vertebral será el ERP junto a las demás organizaciones armadas. Por encima de los dirigentes traidores, deben surgir nuevas formas de lucha y organización. Comandos del ERP dentro de las fábricas, agrupaciones sindicales ligadas al E.R.P. y todas las formas posibles de prepararse para la lucha popular. Compañeros: la situación de hambre, miseria y explotación ha acentuado las condiciones para la lucha. El virrey Lanusse nos ha declarado la guerra: respondamos con la guerra popular. Sólo el pueblo organizado y armado, a través de una larga guerra revolucionaria, destruirá a sus enemigos, el imperialismo yanqui, los capitalistas y sus fuerzas armadas títeres, poniendo fin a esta sociedad injusta, y logrará finalmente la construcción de una argentina nueva, justa, libre y socialista, sin explotadores ni explotados. Seguiremos el ejemplo del Che. Argentinos, a las armas hasta hacer de cada ciudadano un combatiente, de cada barrio, fabrica, universidad, una fortaleza. ¡Adelante con la lucha revolucionaria, a vencer o morir por la Argentina!. Comando Luis N. Blanco. E.R.P.


Notas

[1] Destacado en el original.

[2] Entrevista con los autores, mayo de 1994, como parte de la investigación realizada para el libro El cine quema: Raymundo Gleyzer, de próxima aparición por Ed. de la Flor.

[3] El 23 de mayo de 1971 el E.R.P. secuestró en Rosario a Stanley Silvester, gerente del frigorífico Swift y además cónsul honorario británico. Fue liberado algunos días después tras negociar con la empresa “un cambio en las condiciones de trabajo de los obreros, [y] el reparto de bienes de primera necesidad en las barriadas pobres de Rosario”. (La Opinión, 2 de julio de 1971).

[4] En la noche del 29 al 30 de enero de 1972, el E.R.P. se llevó 401.835.895 pesos moneda nacional del Banco Nacional de desarrollo. Dos serenos, simpatizantes del P.R.T.-E.R.P., permitieron el ingreso al edificio.

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