El rechazo de la Ley de Interrupción Voluntaria del Embarazo (IVE) en el mes de agosto puso sobre la mesa un tema central: el poder y el peso de la Iglesia. No es para menos. Que hoy en día sigan muriendo mujeres por abortos clandestinos es en buena medida su responsabilidad. A nadie se le escapa que detrás de varios votos negativos en el Senado, estuvo la mano del Papa.
Uno de los bastiones actuales de la Iglesia Católica es ni más ni menos que la educación. No es un tema menor, pues quien se para frente al pizarrón es quien introduce ideas en la cabeza de nuestros hijos.
Vamos a comenzar con algunos datos duros. Puede resultar aburrido, pero es lo que permite entender el tamaño del peligro. Según datos oficiales de 2016, la Iglesia controla más de 4.000 escuelas. Concretamente, 2.022 de nivel primario y 2.160 de nivel secundario. Estas escuelas abarcan todo el país, no hay provincia que no cuente con colegios confesionales. Obviamente, su peso varía aquí o allá. Por ejemplo, en Santiago del Estero, Formosa o Misiones, la Iglesia controla entre el 80 y 90% de los primarios privados. “Bueno, pero el interior siempre fue un punto fuerte del oscurantismo”. Es cierto, pero no se crea que en Capital Federal las cosas son tan distintas. Allí el 58% de los primarios son confesionales. No es poca cosa. Y todos estos números empeoran cuando vemos las escuelas de nivel secundario. En Catamarca la Iglesia domina el 95% de los establecimientos privados, en Mendoza el 84% y en Capital Federal el 60%.
Veamos el mismo problema desde otro ángulo. ¿Cuántos chicos se sientan en los pupitres de las escuelas confesionales? Del total de 1.236.167 de alumnos de establecimientos privados de todo el país, un 60% van a colegios religiosos. Simplificando, son 733.749 chicos a los que se les enseña barrabasadas tales como que el HIV traspasa la porcelana de los preservativos (¿Recuerda lo que dijo el pediatra chupacirios Albino?) o que la vida humana es un diseño inteligente que solo pudo haber sido creado por un ser especial, Dios.
No crea que la Iglesia no se toma en serio el asunto. Para preparar a sus docentes en estas ideas tiene una Junta Arquidiocesana de Educación Católica. Su tarea no es otra que preparar cursos de capacitación docente, de formación de directivos y jornadas educativas para que su personal esté preparado para llevar estas ideas aberrantes a las aulas.
También fue una gran defensora de leyes como la Ley Federal y la Ley de Educación Nacional que promovían la descentralización educativa. Usted ya sabe, lo explicamos varias veces, que la descentralización es sinónimo de degradación. Bueno, a eso también contribuye la Iglesia.
Quizás piense que todo esto está muy mal, pero que al fin y al cabo se trata de escuelas privadas y, por lo tanto, que el que quiere se las paga y el que no, no le afecta en lo más mínimo. Pero no es tan así. En 2014, por ejemplo, el Ministerio de Educación gastó $ 24.795.795.144 en subsidios a escuelas privadas. Leyó bien, no hay ningún error de tipeo: son miles de millones. Y obviamente, buena parte va a parar a la Iglesia porque, usted ya sabe, concentra el grueso de la matrícula privada.
¿Qué conclusión sacamos de todo esto? La Iglesia tiene un peso enorme en la educación en nuestro país. Por eso una de las principales tareas es separarla del Estado. Es un punto fuerte de nuestro enemigo. Pero no debemos perder de vista que es solo el primer paso que debe continuar con otra separación: la de la burguesía respecto del Estado.