Un año más, los docentes enfrentamos la guerra del hambre. El gobierno está dispuesto a ajustar
las condiciones de vida de los trabajadores y el paquete incluye, claro está, el salario docente. A
lo largo y a lo ancho del país, el modelo de negociación es el mismo: pautas por debajo de la
inflación proyectada para el año en curso. La supresión de la paritaria nacional ya es definitiva
luego de la sanción del Decreto 52/18. El gobierno logró correr a la CTERA de la negociación
paritaria y redujo su poder en la mesa de condiciones de trabajo en beneficio de otros sindicatos
más chicos. Que el gobierno ganó la pulseada lo demuestran las tibias medidas de lucha
encaradas por la central y sus entidades de base: apenas 48hs de paro al inicio del ciclo lectivo y
el escenario de una futura (y lejana) marcha federal. Por el momento, eso es todo. Por eso, con
el impulso nacional, en las provincias las ofertas van desde 0% de aumento como ofrecieron las
provincias gobernadas por el kirchnerismo (Tierra del Fuego y Santa Cruz), al 6% de Chaco
(luego mejorado a un 10%), al 12% de la Ciudad de Buenos Aires, pasando por el 13,25%
ofrecido por la “socialista” Santa Fe ofrece para clavarse en el 15% ofrecido por la mayoría. No
extraña que la vía Mendoza se imponga y se cierren las negociaciones por Decreto. El gobierno
se siente fuerte y los sindicatos ya firmaron la derrota. Seguirle exigiendo a CTERA que haga
algo que ya confirmó no va a hacer (luchar) no pareciera una estrategia inteligente.
La gran apuesta del gobierno es imponer en esta batalla la introducción de cláusulas vinculadas
con presentismo, capacitación y títulos y, al mismo tiempo, firmar sin indexación por inflación.
La “racionalización” del sistema y la lucha contra los “abusos” en el uso de licencias aparecen
como las grandes batallas en su lucha contra la “corrupción” docente. Sabe que la división es
funcional a la dominación. De examinar las condiciones reales de trabajo que llevan a cientos de
miles docentes a perder la salud ni hablar, con una obra social que no funciona y una prevención
que no existe. La reforma del sistema previsional docente es la próxima batalla que se viene.
Anticipos por doquier: los docentes misioneros financiarán este año la ‘mejora’ de su salario
con la disminución de los aportes jubilatorios. La forma en la que se cubrirán nuevos cargos es
la contienda que se viene. Basta con ver la reciente modificación del sistema de designaciones,
creación de escuelas y licencias en la provincia de Misiones; los ceses en la provincia de Buenos
Aires y todo lo que traerá la Escuela 2030: reforma del secundario, del nivel inicial, de la
modalidad de adultos, de la escuela técnica.
Nos soban los motivos para ir a la contienda. Para sumar compañeros tenemos que mostrar que
nuestro horizonte de lucha es distinto al de la burocracia. Y eso incluye la referencia del salario:
que Alesso y la izquierda acuerden que el piso no puede ser por debajo de los 17.000$ del
INDEC, debería advertirnos que algo no está bien. En efecto, una familia tipo no vive con ese
dinero. Solo los datos oficiales de la CABA hablan de 27.000$. Sirve conocer la historia y saber
que en la década del ’30 un docente que recién iniciaba cobraba el equivalente a 38.000$ de
hoy. Porque las cifras también sirven para fijarse objetivos. Debemos también pensar nuestra
propia canasta: el docente consume una “canasta especial” de bienes culturales, todo lo incluido
en el gasto de sumas para materiales para trabajar en clase (o preparar las clases, o capacitarnos)
que el gobierno debería pagar. Y el sentido de nuestra actividad: qué vamos a hacer en el aula
cada día y qué vamos a proponer frente a las reformas que se vienen. Si vamos a ir a la batalla
más vale sea por todo el mundo que tenemos por ganar.