Impresiones del Chaco

en El Aromo n° 44

Tobas, correntinos, gringos, criollos, wichis son distintos habitantes del Chaco. La pobreza, o la desnutrición no son en esta provincia un patrimonio exclusivo de un grupo étnico sino que alcanza a la gran mayoría de la población, como pudimos comprobarlo en nuestro primer viaje.

Por Juan Manuel Iribarren y Joaquín Vázquez

Taller de Estudios Sociales – CEICS

El Taller de Estudios Sociales ha iniciado una investigación sobre la situación de la clase obrera en Chaco. Durante finales de julio, realizamos un primer viaje a esta provincia,para relevar datos y preparar una expedición de mayores proporciones. Recorrimos las ciudades Resistencia, Sáenz Peña, Tres Isletas, J. J. Castelli y Villa Río Bermejito.

Nuestras primeras impresiones allí confirmaron las hipótesis que habíamos planteado: la población aborigen pertenece a la clase obrera argentina y, al igual que la mayor parte de los habitantes de esta provincia, forma parte de la sobrepoblación relativa, capas obreras que la mecanización de los ingenios y de los cultivos regionales ha dejado en esa condición.

Plástico, garrafa y bidón

Cuando un ladrillero con 6 empleados vive en una carpa con su mujer e hija desnutrida y un bebé recién nacido sin intestino ¿Qué se puede esperar de la clase obrera? Si quien controla los medios de producción, aunque precarios, y contrata obreros,vive en condiciones de vida que rozan lo inimaginable, no podemos esperar mucho para quienes sólo tienen su fuerza de trabajo como medio de vida. Un empleado municipal, cuidador del camping de Saenz Peña nos comentaba sus impresiones sobre el futuro: “De acá nosotros no vamos a salir nunca, pero gracias a Dios tengo un trabajo y podemos vivir así con lo poco que tenemos, pero vamos a morir acá,así pobres”.

Suele pensarse que en el Chaco quienes viven en peores condiciones son las comunidades étnicas.Sin embargo, resulta llamativo que en Villa Río Bermejito tanto el barrio norte (el barrio Toba) como el barrio obrero tengan idéntica infraestructura, que se repite en mayor o menor medida en las distintas ciudades/pueblos que visitamos.

¿Cuáles son sus características? Casas construidas con materiales diversos (plástico, barro, paja, madera, chapa o ladrillos en los mejores casos), con letrinas precarias alejadas de las casas (y en el caso de encontrarse adentro de la vivienda van acompañadas de un olor nauseabundo), con gran cantidad de personas viviendo dentro de ellas, sin agua potable, sin gas natural, sin cloacas ni cámaras sépticas, sin posibilidad de salir en caso de lluvias…

A su vez, cada pueblo tiene problemas específicos que agravan aun más la situación. Por ejemplo, en Zaparinqui, ubicado a 15 km. de la ciudad de Castelli, como no hay agua potable, en cada manzana se encuentran tanques de 5.000 litros. Éstos se llenan dos veces por semana, pero en cada ocasión tardan sólo mediodía en vaciarse. Por ello, los pobladores deben comprar bidones a $12 cada uno lo que encarece la canasta básica en el lugar. A su vez, las garrafas (única forma de proveerse de gas) tienen un costo de $35 y los carros de leña $30.

En Castelli tuvimos la oportunidad de conocer la calidad de los planes de vivienda provinciales. Allí el gobierno construyó un barrio. Sin embargo, no completó las viviendas y se limitó a edificar los baños. Donde debiera haber una casa hay sólo un baño (o en el mejor de los casos una habitación de ladrillo). De esta manera uno se encuentra con decenas de baños que tienen al lado un gran rancho o toldo donde vive la familia. Cuando llueve, los habitantes de estas precarias viviendas van todos al baño por ser el único refugio de material. Demás está decir la carencia de los servicios públicos por lo que, algunos elecrodomésticos entregados en épocas de elecciones, deben ser vendidos porque no hay corriente eléctrica a la cual conectarlos.

Un médico por allá…

Sin embargo, estas pésimas condiciones de vida de la clase obrera y de sectores de la pequeña burguesía totalmente pauperizados, se ven empeoradas cuando se evalúa el sistema de salud.Es importante aclarar que en la ciudad de Castelli, el porcentaje de la población sin cobertura social ronda el 80%.En una entrevista, el director del hospital municipal de Castelli, cabecera del departamento Güemes, nos comentó: “Este hospital es categoría 4, pero no tiene terapia y tiene un quirófano solo. Tiene 6 puestos sanitarios y 28 puestos rurales en el resto de la región. Contamos con pocos recursos humanos, acá un medico atiende 20 pacientes por día y a veces no hay médicos para la guardia. Hay un medico por 4 mil habitantes aproximadamente. Y en esta zona al haber pésimas condiciones de vida y por eso muchas enfermedades, se necesitaría 1 medico por 500/700 habitantes, más que en otros lados.”

Más allá de las pésimas condiciones edilicias del hospital, la falta de recursos humanos es notable, especialmente para la atención primaria, en donde se podrían evitar gran cantidad de enfermedades. A su vez, las condiciones en las que se desarrolla la atención son sumamente pobres. Así, una casa con un baño, un pasillo y hall que hacían de sala de espera y un cuarto pequeño como consultorio, ofician de puesto sanitario dedicado a la atención de una población de 4.000 personas. En esta misma ciudad, la tasa de mortalidad infantil es del 51%.Tal como nos dijo el director, “Hay un problema de raíz por eso se debe cambiar todo”.

La cultura del trabajo ataca de nuevo

 Durante todo el viaje,al ver la pobreza y abandono que presentaba el paisaje, nos hacíamos una pregunta básica con la cual más de uno se ha quedado sin respuesta: ¿de qué vive esta gente?

Con recorrer los 50 Km. de la ruta 5, entre Tres Isletas y Castelli, uno puede observar el escenario que presenta el “portal del impenetrable”. Decenas de familias habitando “ranchos” en tierras fiscales ubicadas entre la ruta y las vías de un tren que ya no pasa, emplea- das en minifundios que no están produciendo por la sequía y que esperan el subsidio del estado ya que no resulta rentable el negocio del algodón (uno de los cultivos principales de esta región). Mientras tanto, la gran mayoría, los trabajadores rurales, viven de “lo que Dios les dio” y de lo que la  tierra permita (por la sequía muchos debían darle a los animales agua de bidón o dejarlos morir).

El éxodo del campo a la ciudad lleva a la gente soñar con un empleo municipal o algún plan social,y tener acceso a ciertos servicios públicos. Sin embargo, la oferta es escasa y mala. Como sucede en otras provincias del interior, fuertes migraciones rurales se dirigieron hacia las ciudades de la provincia, que crecieron significativamente sin que se ampliara la infraestructura para albergar a esta acrecida población. La zona de Barranquera es un ejemplo de esto. Se trata de una ciudad industrial que quedó en el abandono con 60 mil habitantes prácticamente desocupados, muchos casos de desnutrición y un centro de salud, que en un momento iba a ser el hospital de la ciudad, pero que sólo cuenta con una doctora, sin ambulancia ni camas de internación. En este escenario,quienes luchan y tratan de eliminar estos problemas sociales sufren amenazas y persecuciones. Los militantes de esta localidad hoy pelean por el cierre de la “casa de la tortura”, ex comisaría donde todas las semanas se escuchan los gritos de jóvenes.

En muchas localidades, la desocupación se esconde tras la caridad pública, como Villa Río Bermejito, donde más del 70% de la población recibe planes sociales. Entre los obreros ocupados, encontramos por un lado aquellos que trabajan en los ladrilleros y aserraderos y aquellos que se dedican de forma estacional o permanente en la cosecha y los obrajes. Sin embargo, en todos es- tos trabajos se pagan salarios muy bajos y se trabaja de forma extensiva e intensiva y en pésimas condiciones: sólo en el departamento Güemes se estima que entre el 10% y el 15% de la población tiene algún tipo de discapacidad, producto de las pésimas condiciones de vida y de trabajo…

Para la burguesía local el problema de los chaqueños son los chaqueños mismos. Según un intendente municipal del departamento Güemes, el gran problema es que los aborígenes son vagos y no quieren trabajar. Por eso “venden o abandonan campos y maquinarias para vivir cerca de la ciudad y reclamar un plan social en la municipalidad,que siempre tiene que andar regalando todo,para que después vengan los periodistas y le saquen fotos a

la gente flaquita”. Esa gente, según el mismo informante debería trabajar la tierra: “con tres hectáreas uno puede tener vacas, gallinas y alguna huerta y no morirse de hambre.” Lo que importa es “que hagan el esfuerzo y trabajen sin pedirle nada al Estado”. El mismo intendente remarcaba el papel que había jugado la iglesia con los aborígenes, ya que les había inculcado “la cultura del trabajo”hoy perdida…

Convocatoria

A poco más de una semana de regresar de nuestro viaje y de asistir al Congreso de Antropología Social, nos queda por sistematizar mucha de la información recogida.Pero no podíamos dejar de brindar a los lectores estas primeras impresiones, cuya elocuencia alcanza para demostrar la necesidad de una investigación objetiva y lo más amplia posible sobre la situación de la clase obrera en Chaco. Por eso convocamos a quienes quieran colaborar con este equipo a acercarse. Porque es necesario conocer para transformar y porque es urgente desnudar la hipocresía de quienes culpabilizan a las víctimas con argumentos “culturalistas” embellecidos por una antropología reaccionaria, que se derrumban ante la simple descripción de las condiciones materiales en las que estas personas viven.

Notas

Ministerio de Trabajo, Empleo y Seguri- dad Social de la Nación: Documento base de análisis territorial. Región Impenetrable, provincia Chaco,marzo de 2006,en base a da- tos del Censo 2001. A partir de aquí todas las estadísticas corresponden a ese documento a menos que se aclare.

2 Existen en el momento denuncias ante la municipalidad de Barranqueras para demoler la casa, incluso la promesa actual intendente, promesa incumplida hasta el momento.

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