Cintia Baudino
La EPM (Escuela popular de música), con sede en Av. Belgrano 3655 de la ciudad de Buenos Aires, depende del SADEM (Sindicato argentino de músicos). Es un instituto privado que tiene la cuota más baja en una ciudad donde no existe una escuela pública de música popular. En ella funcionan dos carreras (la de músico intérprete y la de músico), de las cuales ninguna tiene materias pedagógicas, ni sociales. Se trata de una formación exclusivamente musical.
Como estudiantes de este instituto, a fines del año pasado recibimos una circular en la que se nos informaba que a partir del año entrante (2004) la cuota de la carrera de músico intérprete subiría de $120 a $150 debido a la devaluación que había sufrido la Argentina en los últimos años, el encarecimiento de los servicios, etc.. Fenómenos que han afectado a todos, incluyendo por supuesto a los estudiantes quienes en la mayoría de los casos trabajan, y se les dificulta alcanzar a pagar esta cuota. Conseguir medias becas es muy complicado, cada vez se presentan más trabas para su acceso, el número de alumnos que obtienen becas es un porcentaje muy pequeño respecto al total. La escuela no tiene biblioteca, o sea que cuando necesitamos información sobre biografías de músicos, u otros temas, tenemos que ir a bibliotecas fuera del instituto. El precio de las fotocopias, sin descuento por cantidad, y los precios del bar también son altos. Dos veces por año, una a mitad y otra hacia el final, los estudiantes tenemos que hacer muestras de ensamble y de instrumento, las que se realizan en el bar de la EPM. Para sorpresa de muchos la escuela cobra una entrada de $3 por persona invitada… Ese dinero queda para la escuela, que utiliza a sus estudiantes como mano de obra gratuita.
Por asuntos presupuestarios existe una materia anual llamada Lenguaje Musical, en la cual se combinan audioperceptiva y armonía. La lógica es: cuanto menos horas de clase den los profesores, menos se les paga y menos se les cobra a los alumnos. Esta materia “dos en uno”, se evalúa por separado, no se promedia. Pero si no se aprueba en diciembre una de las dos ,o ninguna de las dos, hay que volver a rendir toda la materia en marzo. Y si no, hay que recursarla, porque no se puede rendir como libre.
La respuesta de las autoridades a los cuestionamientos de los estudiantes es siempre la misma y terminan dejando por entendido que “estas son las reglas, al que no le guste, ahí tiene la puerta”. Y no sólo que a muchos no les gustan las reglas, sino que se les hace imposible cumplirlas, y esto se manifiesta en la cantidad de estudiantes que dejan la escuela, y en la pequeña matrícula de los últimos años.
Los problemas que se presentan al estudiar en la EPM, como en todo instituto privado, dejan ver claramente la necesidad de la apertura de una escuela de música popular pública en la Ciudad de Buenos Aires. Tal vez así, estudiar música popular se vuelva algo más “popular”…