El marxismo de Onganía. Los enfrentamientos gobierno-Sociedad Rural Argentina, 1966-2006

en El Aromo n° 32

Por Fernando Dachevsky

Grupo de investigación de la Historia Económica Argentina – CEICS

Las peleas entre los ganaderos y el gobierno de Kirchner son cuestiones de todos los días. No faltan diatribas e insultos de uno y otro lado. El gobierno intenta sacar patente de “nacional y popular” combatiendo contra la “oligarquía ganadera”. Sin embargo, las acciones patagónicas en este terreno no son nada originales. Un repaso de las relaciones de la Sociedad Rural Argentina (SRA) con el personal político burgués de turno, en los últimos cuarenta años, pueden echar luz sobre las causas de una relación tan necesaria como conflictiva y poner en contexto histórico las bravatas K.

Contra Krieger Vasena… El 19 de diciembre de 1968, tuvo lugar una asamblea de capitalistas. El objetivo: discutir si el gobierno militar de Onganía era anarquista o marxista. Los ganaderos se preguntaban si el programa económico de quien se presentaba como el Francisco Franco argentino era una amenaza para la acumulación de capital. Curioso, pero real. Lejos del delirio o de la embriaguez, esta discusión tenía motivos válidos para los presentes. El problema no era que el proyecto económico de Onganía hubiera dado un giro a la izquierda al punto de convertirse en una amenaza para el capitalismo. Nada más lejos de eso. Es que estaban siendo comprometidas las perspectivas de acumulación de un grupo particular de capitalistas: los empresarios de la SRA. Ellos veían al plan económico de la dictadura como responsable de la amputación de sus ganancias. La organización patronal apoyó, en sus inicios, al gobierno militar instaurado en 1966. En este sentido, declaraba en un comunicado, hacia finales de 1966, que el programa económico de Onganía “expresa un verdadero plan de gobierno en materia económica que servirá de guía y orientación en un futuro inmediato” y que “restablece la confianza imprescindible para salir ordenadamente del estancamiento y lanzarnos a un desarrollo sostenido”.1

Sin embargo, sólo un año y medio después, la aplicación de impuestos al agro socavaban las ilusiones ruralistas en la Revolución Argentina: “El hombre de campo se siente castigado injustamente […] mientras el Estado siga siendo el primer obstáculo, será imposible modificar el retraso evidente y el pesado letargo que caracteriza a la producción agropecuaria”, se quejaban en mayo de 1968.2 Meses después, el desencanto dará paso a la oposición abierta. La tensión que generaba la presión tributaria sobre el agro obligará a la SRA a clarifi car sus posiciones. Esto lo vemos en la asamblea extraordinaria de socios reunida el 19 de diciembre de 1968. Convocada para considerar el proyecto de anticipos de los réditos agropecuarios, la reunión dará muestras del profundo descontento de la burguesía agraria nucleada en la SRA con el rumbo general de la economía. Los productores “se sienten defraudados, insultados y agraviados en forma personal”, argumentaba uno de los socios participantes, que desconocía entonces que una de sus hijas llegaría a princesa de Holanda.3 Se denunció que, detrás del proyecto, se escondía una clara intención confiscatoria. La intervención de uno de los socios marcará que el programa económico dirigido por el entonces Ministro de Economía, Krieger Vasena, se acercaba al principio anarquista enunciado por Proudhon de que “a la propiedad hay que atacarla por detrás, quitándole la renta”.4 Otro socio advertía que el proyecto en cuestión no sólo cuestionaba la libre apropiación de la renta, sino las bases mismas de la propiedad privada, por lo cual le reconocía cierta esencia marxista: “Este impuesto es definitivamente confiscatorio, es un impuesto marxista que destruye la propiedad”.5 A su vez, agregaba como respuesta a los argumentos acerca de la evasión fiscal como justificación de la aplicación del nuevo impuesto:

“Es insultante, este es el único sector que paga sus impuestos, la industria y el comercio los trasladan al consumidor”.6

Las resoluciones de la asamblea mostrarán que el descontento era generalizado entre los productores de la asociación. Los más de mil asociados presentes votaron por unanimidad:

“Considerando que la filosofía que entraña el fundamento colectivizante (de los impuestos), se aparta de las claras tradiciones y definido estilo de vida y contradice los enunciados de la Revolución argentina (…) Esta Asamblea Extraordinaria resuelve declarar su total oposición al proyecto originado en la Secretaría de Hacienda”

A la vez que se planteaba una clara oposición al rumbo económico, se marcaba un plan de acción definido: “Tenemos que impedir que el Presidente de la Nación sea defraudado por su Ministro de Economía, para evitar que este gobierno se desprestigie definitivamente”.7 Si bien la oposición a la dirección económica no llegó a traducirse en una oposición abierta contra el gobierno, fue lo suficientemente importante para que la SRA exigiera la remoción de su Ministro de Economía Krieger Vasena.

…y Martínez de Hoz

Con el gobierno militar de 1976, la actitud de la SRA será similar, aunque en menor magnitud. En principio, la SRA apoyará sin reservas al gobierno de Videla. Motivos no faltaban. Éste prometía la liberación de las exportaciones y la reducción en las retenciones, lo que ofrecía un marco bastante optimista para la burguesía agraria agrupada en la corporación. Por su parte el fl amante Ministro de Economía era un emblemático socio. No obstante, lo que aseguraba el apoyo de los ganaderos no era una aparente afinidad ideológica, sino la convergencia del proyecto con sus intereses económicos. Ni bien estos se vieron afectados, no dudaron en mostrar su oposición. Esto puede verse en los repetidos llamados de atención a Martínez de Hoz por el mantenimiento en las retenciones a la exportación de lanas:

“Las reiteradas promesas de la conducción económica de que la futura zafra se comercializaría al tipo de cambio libre sin retenciones, crearon un gran optimismo en el mercado lanero. Sin embargo, la falta de concreción de esta medida ha tenido efectos paralizantes”.8

La oposición a las medidas del ministro se endureció al promulgarse la Ley 20.538 que fijaba un impuesto a la tierra. En una carta dirigida a Martínez de Hoz, el entonces presidente de la SRA, Celedonio Pereda, le decía:

“Ignoramos las normas y aún los principios, bajo los cuales se proyecta instrumentar un nuevo impuesto a la tierra, pero nos preocupa que pueda relacionarse de alguna manera con la llamada renta potencial, de negativa memoria para los productores agropecuarios”.9

Durante la década de 1950 y 1960, más de uno fue calificado de comunista por proponer la aplicación de un impuesto a la renta potencial. Ahora Martínez de Hoz parecía llevarlo a la práctica. Así, de una manera no tan sutil, Pereda le señalaba que se estaba convirtiendo

¿Militares nac & pop?

En el imaginario del “nacionalismo popular” y en parte de la izquierda, existe un supuesto por el cual el enfrentamiento con la SRA sería atributo exclusivo de gobiernos democráticos y populares. Si bien tanto la dictadura de Onganía como la de Videla fueron promovidas por la SRA, cuando los intereses agropecuarios comenzaron a verse afectados, la entidad no dudó un instante en hacer públicas sus manifestaciones de descontento. Incluso exigiendo, en el primer caso, la remoción del Ministro de Economía. Lo que sus críticas expresaban es el desarrollo particular del capitalismo en Argentina en base a la apropiación de renta agraria. En un país donde las industrias competitivas a nivel internacional se cuentan con los dedos de una mano y en donde el agro siempre fue el sostenedor de la economía, tanto los gobiernos civiles como militares tuvieron que recurrir a la extracción de riqueza agraria y en consecuencia, mantener algún grado de enfrentamiento con la burguesía rural. El gobierno de Kirchner no es la excepción. Desde el 2002 hasta el día de hoy, se evidenció nuevamente que el agro constituye la base de la economía nacional.10 Sin las retenciones a las exportaciones agropecuarias hubiese sido imposible el crecimiento y el superávit fiscal de los que tanto se jacta el gobierno. De esto es consiente la burguesía agraria cuando lanza críticas al gobierno y exige, entre otras cuestiones, la eliminación de las retenciones. Por su parte, el kirchnerismo presenta dichas críticas desde un ángulo bastante llorón: se trataría de una avanzada de “sectores ultraderechistas” cuyo fin sería debilitar a un gobierno “nacional y popular”. Sin embargo, los ejemplos de las últimas dos dictaduras militares nos muestran que el hecho de ser criticado por la Sociedad Rural no le da a Kirchner ningún carácter especial. Las críticas de la llamada “oligarquía vacuna” lejos están de ser expresión de un supuesto renacimiento de la economía argentina sobre nuevas bases sociales. Al igual que todos los gobiernos anteriores, reproduce el desarrollo adoptado por el capitalismo en Argentina desde sus inicios. Eso no hace a Kirchner más antioligárquico que Onganía o Videla.

 Notas

1 Memorias de la Sociedad Rural Argentina, 1966- 1967, p. 52.

2 Declaración de prensa de la SRA, en Memorias de la Sociedad Rural Argentina, 1968-69, p. 85.

3 Intervención de Jorge Zorreguieta, Presidente de la Comisión Coordinadora de Entidades Agropecuarias en Memorias…, Op. Cit., p. 53

4 Intervención de Orlando Williams Alzaga, en Memorias…, op. cit, p. 53

5 Zorreguieta, op. cit., p 53.

6 Intervención de Alfredo Peralta Ramos, en Memorias…, op. cit., pág. 53

7 Idem, pág. 53

8 Nota presentada por el entonces titular de la SRA Celedonio V. Pereda al Ministro de Economía José A. Martínez de Hoz, 1/9/1976, en Memorias…, 1977, p. 49.

9 Idem, 14 de octubre de 1976, en Memorias…, op. cit., p. 52.

10Ver Baudino, Verónica: “Honestidad brutal. Las posiciones de la derecha sobre las bases económicas del gobierno de Kirchner”, en El Aromo, nº 31, Septiembre de 2006.

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