El Plan de Convertibilidad como proyecto hegemónico de la burguesía nacional
Verónica Baudino
Laboratorio de Análisis Político-CEICS
La interpretación que los intelectuales radicales prefieren para entender los avatares de la vida política argentina, en particular, las “debilidades” de su “democracia”, enfatiza en un supuesto predominio de los intereses “corporativos” en desmedro de los puramente políticos. La idea tiene incluso sus expresiones académicas. Desde este punto de vista, las corporaciones habrían “copado” los resortes del poder estatal en la disputa por su propio beneficio. Sus exigencias, además de sectoriales, sólo contemplan el corto plazo. Así, la Argentina tendría una clase “dominante”, pero no “dirigente”. El gobierno menemista es, para esta interpretación, la expresión máxima de la crisis de la política. Especialmente, porque advierten que la dinámica reinante privilegió la acción de ciertas corporaciones empresariales que poco se relacionaban con un proyecto propio de la burguesía nacional.
Sin embargo, si observamos el programa de la Fundación Mediterránea y las políticas implementadas por Domingo Cavallo, podemos ver una intención de llevar adelante un proyecto hegemónico que no se destaca por su “corporativismo”. Más bien, lleva adelante una política general, en beneficio de las capas más concentradas de la burguesía nacional.
La Fundación Mediterránea
En 1977, dos empresarios cordobeses, Pagani (Arcor) y Astori (Astori Estructuras) impulsaron el nacimiento de la Fundación Mediterránea (FM). El antecedente de esta entidad fue la ADIC (Asociación de Industriales de Córdoba) cuyos intelectuales y socios se incorporaron a la nueva institución. Conservaron los mismos especialistas e incorporaron a Givogri, Petrei, Arnaudo y Palmieri. A su vez, la FM prosiguió estructurada en torno al mismo grupo de empresarios que la ADIC (Pagani, Roca, Astori, Garayzabal).
Asimismo, desde su fundación, muchos otros capitales, en su mayoría nacionales, se incorporaron a las filas de la Fundación Mediterránea. Una gran parte de los grandes capitales nacionales, y también extranjeros que operan en Argentina, eran socios de la FM. Muchos de ellos, en calidad de socios fundadores. Entre estos últimos, identificamos a Pérez Companc, Corcemar, Astra, Bridas, Laboratorios Bagó, Massuh, Ledesma, Bagley, Fate y Noel entre otros. Junto con Techint, Quilmes, Bunge y Born, Loma Negra y Macri, conformaban el núcleo de los socios activos.
El objetivo inmediato de la entidad era el financiamiento de un centro de estudios, el IERAL (Instituto de Estudios Económicos sobre la Realidad Argentina y Latinoamericana) para el desarrollo de actividades de investigación. A cargo de la organización del centro se encontraba Domingo Cavallo, quien seleccionó a los investigadores procedentes de la Universidad Nacional de Córdoba y delineó el programa de investigación. Paralelamente, Cavallo continuaba con sus estudios de postgrado en Harvard. Por este motivo, la cristalización del proyecto tuvo lugar una vez recibido y en condiciones de dedicarse full time a llevar adelante la tarea. El rol central que desde sus inicios tuvo el ex ministro de economía en la Fundación Mediterránea, confirma la relación entre éste y la fracción de la burguesía nacional que lideraba la institución, cuyo exponente central era Arcor.
Una vez fundada la entidad, la mayoría de los intelectuales que formaban parte del staff se perfeccionaron en universidades extranjeras. El grupo de empresarios ayudó al financiamiento de los estudios de Arnaudo en Yale, Givogri en Vandervild, Dadone en Chicago y Palmieri en Michigan State. Forma parte del sentido común que esta formación teórica en universidades estadounidenses implicaba directamente la expresión de los intereses de capitales extranjeros, concluyendo que la acción de estos técnicos como funcionarios estatales apuntaba a implementar políticas que beneficiaran especialmente al país del norte. Quienes sostienen esto pierden de vista que los empresarios locales financiaron los estudios de los intelectuales que en adelante comenzaron a ocupar importantes puestos gubernamentales. En efecto, la formación de estos intelectuales parece responder a la conjunción de sus intereses con los de una fracción de la burguesía nacional nucleada en la FM.
Con programa propio
El estudio de las ideas divulgadas por la FM con respecto a su opinión sobre el Plan de Convertibilidad evidencia una ligazón política programática. El llamado “Plan Cavallo” se instauró el 1° de abril de 1991, mediante la sanción de la ley 23.928, que estableció la “convertibilidad”. Ésta consistió en la fijación de la paridad cambiaria en 10.000 australes por 1 dólar. A su vez, prohibía la emisión de dinero no respaldado en un 100% por reservas de libre disponibilidad y las indexaciones.
Desde un principio la FM Mediterránea utilizó su revista Novedades Económicas para la propaganda de apoyo a la nueva política económica. En junio de 1991, en víspera de elecciones parlamentarias, la editorial de la revista hizo un llamando al reconocimiento de los alcances positivos de la ley de Convertibilidad impulsada por el menemismo y respaldada por el Senado.
“En realidad, es totalmente natural que ciertos proyectos de ley sufran cambios, en su marcha hacia la aprobación. Lo que corresponde evaluar es si el resultado final de cada proyecto significa o no un avance, respecto de la legislación preexistente. Con este enfoque, el balance de los últimos meses es sumamente positivo, ya que se ha comprobado que es posible ir hacia nuevas reglas de juego consistentes con una economía abierta y desregulada y hacia un sector público racionalizado con amplio consenso público.”
En otras expresiones de apoyo, el artículo “Convertibilidad: base del crecimiento de la economía”, explicitaba:
“En esencia, lo que surge de las proyecciones comentadas es un comportamiento dinámico de la tasa de inversión, y con algún rezago, de las exportaciones, que crecerán más rápido en 1997, momento en el cual las inversiones aumentan a un ritmo similar al del PBI. De este modo, el consumo que en el año ´92 representó un nivel de 84,8 puntos del PBI, pasaría en el año 2000 aun nivel más razonable de 77,8 puntos, con inversiones en ese momento estabilizadas en 21,5 puntos del PBI. Si bien se prevé una expansión a buen ritmo de las exportaciones (se trata de bienes y servicios reales), la apertura de la economía argentina (sin cambios en las restricciones al comercio o incrementos significativos de aranceles) sólo aumentaría modestamente hacia finales del siglo ya que la suma de exportaciones e importaciones representarían el 15,3% del PBI frente al 14,6% en el año 1992.
Más allá de los ejercicios numéricos, lo que conviene subrayar es la consistencia del programa de crecimiento. La conclusión que puede derivarse es que la economía argentina, luego de las profundas reformas estructurales practicadas, puede crecer a un ritmo significativo sin caer ni en crisis interna (inflación, desequilibrio fiscal) ni en crisis externa.”
En síntesis, los padres de la criatura no le soltaron la mano durante su gestión más importante.
En defensa de la burguesía nacional
La relación entre una fracción de la burguesía nacional y la FM, expresada en la política de Cavallo, se evidencia en los beneficiarios de los tres momentos centrales de subsidio directo a determinados capitales: la licuación de deuda externa privada, las privatizaciones y el denominado “corralito”. A diferencia de la línea de pensamiento que identifica a Cavallo con los intereses del capital extranjero, su política parece haber privilegiado a los exponentes de la burguesía local más concentrada.
Podemos distinguir dos niveles no excluyentes de beneficiarios de estas políticas: por un lado, los socios de la FM, y por otro la burguesía nacional en su conjunto. Dentro del primer nivel observamos que de los grandes ganadores de las privatizaciones, la mayor parte eran grandes capitales nacionales que a su vez pertenecían a la FM. Ellos son Perez Companc, Techint, Astra, Roggio, Loma Negra, Macri y Soldati, casi todos miembros de la Fundación Mediterránea. Los mismos obtuvieron durante los ´90 la mayoría de la participación accionaria en los rubros Concesiones viales, Electricidad, Gas, Telecomunicaciones, Ferrocarriles, Agua y desagües e Industria Siderúrgica.
Por su parte, la estatización de Deuda Externa Privada en 1982, implicó la condonación de deudas de cientos de pequeños, medios y grandes capitales, en su mayoría nacionales. Pero sin duda, los grandes beneficiarios pertenecen a la burguesía nacional más concentrada: Acindar, Sevel, Minetti, Astra, Alpargatas, Aluar, Arcor y Pescarmona, entre otros.
También se cuentan entre los grandes beneficiados a capitales extranjeros como Ford, Swift y Shell, beneficiados con la estatización de Deuda Externa Privada. Sin embargo, esta situación no quita que las grandes transferencias de riqueza durante las dos gestiones de la Fundación Mediterránea en el gobierno, parecen haber beneficiado sobre todo a la burguesía nacional, particularmente a la fracción más concentrada.
Por último, el plan de confiscación de ahorros constituyó una maniobra para resguardar a los grandes bancos nacionales y extranjeros de la quiebra, pero se excluyeron de dicha confiscación a las grandes empresas que operan en el país. Es decir, el corralito “mediterráneo” fue una forma de subsidio a la burguesía nacional a costa de los pequeños ahorristas.
El plan de Convertibilidad aparece, entonces, ligado a los intereses de una fracción de la burguesía nacional. Acaudillada por los principales socios de la Fundación Mediterránea, dentro de los cuales Arcor fue el más influyente, este sector del empresariado logró hegemonizar la política de un vasto sector de la burguesía. Inclusive en sus discursos se expresó la vocación de liderazgo político al presentar sus intereses particulares como aquellos representativos de un amplio espectro de la sociedad.
El apoyo a las políticas llevadas adelante durante la Convertibilidad, que al final del período comenzaron a ser cuestionadas, y el beneficio que muchos de los capitales nacional obtuvieron, muestran que estábamos en presencia de un programa político de la burguesía nacional, aunque a los apologistas “nacionales y populares” no les agrade.