Editorial – Por Leonardo Grande

en El Aromo n° 19

…de buena salud

Por Leonardo Grande

Editor Responsable
El 25 de mayo próximo se cumplen dos años de mandato del actual elenco gobernante. La fecha elegida en el 2003 para la asunción de los patagónicos no era una casualidad. Desde temprano, la comitiva Kirchner hizo de la defensa de los intereses soberanos su “caballito de batalla” preferido. Sabemos desde ese momento que todas las escenas de combatividad anti-imperialista eran sólo gestos, bravuconadas destinadas al consumo interno de las mayorías que habían hecho el Argentinazo. Ha llegado la hora de cumplir las promesas y, sin embargo, en el año de su plebiscito, el gobierno Kirchner empieza a cruzar un Rubicón del que no saldrá impoluto.

Del tan comentado enfrentamiento con el conservadurismo del Vaticano despido de Baseotto y desprecio al entierro de Juan Pablo II- sólo queda, finalmente, una genuflexión. Los Kirchner, Solá y Alfonsín han ido en banda a aplaudir al nuevo jefe de Estado de la “Santa Sede”, mientras dan el brazo a torcer a favor de una salida “diplomática”. El otro evento vergonzoso es el festejo público y descarado por la posibilidad cada vez más cierta de un nuevo “acuerdo” con el FMI. Lavagna ofreció reabrir el canje, aumentar las tarifas de las privatizadas y frenar la inflación (lo que entre burgueses significa congelar salarios), a cambio de poder tomar deuda nueva. Mientras el gobierno da muestras claras de arrodillarse frente al Fondo, la Iglesia, el Grupo de los 7,etc., enseña una cara menos amistosa a sus gobernados. A la creciente ola de luchas salariales ha respondido negándose a aumentos miserables -y pasajeros- como los del año pasado, dirigiendo una campaña mediática de terror psicológico contra todo trabajador huelguista.
Este nuevo intento por doblegar al movimiento piquetero que comienza a expresarse entre los trabajadores ocupados, marca un verdadero punto de inflexión en la política gubernamental para con la clase obrera. Las grandes huelgas de los docentes salteños y los trabajadores del Hospital Garrahan vienen a intensificar las tendencias que habían abierto los telefónicos de Telecom y los trabajadores del Subte en el verano. Ya es todo un aliciente que se hayan arrancado, con huelgas, piquetes y organización, los primeros aumentos salariales reales desde la devaluación. A eso hay que agregarle que sus victorias se basan en los mismos métodos que los ensayados por el movimiento piquetero que construyó el Argentinazo. Lo que más irrita al gobierno y los intelectuales burgueses, es que los protagonistas de estas luchas son los mismos activistas de las mismas organizaciones políticas que hicimos el Argentinazo. Aún así, las notables campañas mediáticas para aislar a los revoltosos con “intereses políticos”, no lograron paralizar las acciones. No las aislaron de la “opinión pública” ni de sus compañeros de clase. Precisamente éstos, primero hicieron huelgas en solidaridad (todo un escándalo para los “comunicadores” burgueses) y luego se lanzaron a la pelea por sus propios salarios: el caso más interesante es el de los trabajadores del Ramos Mejía y el Gutiérrez, que pasaron de los actos solidarios con el Garrahan a desarrollar su propio plan de lucha. Los trabajadores de LAFSA, por su parte, quebraron la represión con la solidaridad del Bloque Piquetero Nacional y el paro de Subtes. Todos los conflictos amenazan con desbordar a las direcciones sindicales comprometidas con el gobierno. El líder de la UTA no pudo salir ni en las fotos de la victoria de los delegados del Subte; CTERA no puede doblegar el paro docente en el Interior; el secretario de ATE no pudo frenar a la comisión interna del Garrahan, que siguió parando por la incorporación del aumento al básico. Se entiende por qué: las conducciones sindicales bailan al compás de la política oficial y van a hundirse con ella. El mismo Moyano ha bajado sus pretensiones, de los iniciales miserables $750 de mínimo pasó a unos (más) miserables $620, que comulgan mejor con los intereses de sus representados, la UIA y Lavagna.
Después de cuatro años queda claro que los protagonistas del Argentinazo, la vanguardia piquetera “dura”, sigue viva. El plan de lucha del Bloque Piquetero Nacional, en el marco de las luchas salariales generalizadas, volcó a las calles otra vez un número de compañeros que sorprendió a propios y extraños. Al punto que los más conciliadores de la CCC y Castells tuvieron que plegarse. ¿No era que el Argentinazo había sido un arranque de furia anti-institucional pasajero y superado? En realidad, lo que señalamos a lo largo del 2003 y del 2004 viene cumpliéndose claramente: en la medida en que las condiciones excepcionales (los precios del petróleo y de la soja) tienden a superarse, los problemas reales de la economía argentina, en un contexto de crisis mundial, vuelven a primer plano. Está ya planteado el problema inflacionario, la crisis energética por falta de inversión y el fin del superávit fiscal por la presión de los nuevos pagos de la deuda normalizada. Está ya en marcha también el nuevo proceso de endeudamiento.

En realidad, estamos ya en medio del ciclo típico de la economía argentina basado en deuda creciente y retraso de la productividad del trabajo permanente. Esos ciclos estallan cada ocho o diez años en una crisis generalizada (1975-1982-1989-2001). Cada crisis, sin embargo, arroja novedades políticas, la más reciente de las cuales es el surgimiento del movimiento piquetero, que brota del fondo mismo de la realidad argentina. Esa es la razón
por la cual ninguna campaña mediática puede borrarlo de las calles ni, ahora, de las fábricas, escuelas y hospitales. Kirchner, que se prepara para gozar de la miel de un plebiscito aplastante a su favor, debiera saber que los “muertos” que su política venía a matar, gozan de buena salud.

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