No siempre se puede. ¿ Por qué la Argentina no es un país petrolero?
Por Fernando Dachevsky
Grupo de investigación de la Historia Económica Argentina – CEICS
Cuando un perdedor se queda sin logros por festejar, no le queda otra que idealizar sus de- rrotas. Así, la historia económica argentina se encuentra plagada de relatos donde se preten- den explicar los límites de la burguesía local como resultado de agentes externos a ella mis- ma: desafortunadas políticas económicas, el accionar del imperialismo, la maldad de los monopolios, etc., etc.. En el caso de la pro- ducción petrolera, se plantea que existió una posibilidad de desarrollo y fue truncada por la intervención de los grandes trusts, que, en complicidad con los gobiernos de turno, ha- brían atentado contra el desarrollo petrolero, procurando saquear las riquezas del subsuelo sin preocuparse por el abastecimiento de largo plazo. En consecuencia, se planteó la historia petrolera como si fuera sólo una cuestión de actitud gubernamental.
Esta postura, se desarrolló en completa abstracción de las condiciones reales de acumulación de capital de la rama petrolera en la Argentina. El idealismo de las posiciones en pugna (que abarca desde peronistas como Bernal1 hasta trotskistas como Kaplan2) implicó que ni siquiera se realizasen mediciones básicas como comparar la calidad del petró- leo argentino con el extranjero. De esta for- ma, cayeron en una visión nacionalista que se abstrae del mercado mundial y ve todos los problemas en relación al Estado argentino. En este artículo (parte de la tesis de la licenciatura3 y anticipo de un libro que saldrá a fin de año), mostraremos evidencias de que los principales límites no fueron políticos, sino económicos, y que el camino seguido por el petróleo argentino difícilmente podía haber sido diferente al que fue.
Poco y costoso
La participación privada en petróleo no es una novedad introducida en los noventas, sino que es una constante que se arrastra desde los orígenes de la industria. Ya desde el Código de Minería de 1886 se estableció la posibilidad del acceso del capital al subsuelo, y, a lo largo de su historia, no se planteó monopolizar por completo la explotación de petróleo a través de YPF. Por el contrario, siempre el Estado fue flexible a las necesidades de las empresas lo- cales y extranjeras. Perón constituye un buen ejemplo de un gobierno autoproclamado nacionalista que debió deshacerse de sus prin- cipios cuando la realidad lo impuso. Así, en mayo de 1955, el gobierno terminaría firmando un contrato por el cual se cedía áreas de explotación a la Compañía Californiana Argentina de Petróleo, subsidiaria de la Standard Oil de California.
Ahora bien, como dijimos, no se trata de ver cuán nacionalistas o liberales en materia petrolera fueron los gobiernos de turno. De lo que se trata es de analizar cómo evolucionaron las condiciones concretas de acumulación de capital en la rama para saber en qué medida hubo una oportunidad de desarrollo desperdiciada. La cuestión entonces es dilucidar si existió la posibilidad de vencer en la competencia y ocupar un lugar mayor en la industria petrolera internacional.
Es reconocido que la Argentina nunca fue un país petrolero, sino sólo un país con petróleo. Sin embargo, no siempre ocupó un lugar marginal en el mercado mundial. La marginación en esta rama es resultado de un proceso que no puede ser explicado observando sólo la di- mensión nacional de la cuestión. Como muestra el gráfico 1, hasta 1920, la Argentina era el sexto productor mundial de petróleo, mien- tras que en la actualidad se encuentra en el vigésimo lugar.
El hecho de que ocupara dicho lugar a comienzos de siglo XX, que hoy se los disputan países como México, Kuwait, Canadá y Emiratos Árabes Unidos, no se explica por haber tenido una mayor producción, relativamente hablan- do, a la actual. Por el contrario, para 1920 el nivel de producción era ínfimo en relación al actual. Sólo se encontraba en producción una de las cinco cuencas productivas de petróleo que hay en el país (San Jorge).
A su vez, en el gráfico 2, se observa una cuestión interesante. Los años de mayor aumento de la producción petrolera en Argentina, dé- cada de 1950-60 en adelante, corresponden con los de mayor retroceso en el ranking. La pregunta aquí es, otra vez, si se podría haber hecho más de lo que hizo para evitar la pérdida de posicionamiento internacional antes mencionada. Más allá de vaivenes entre políticas de apertura y políticas nacionalistas, Argentina tuvo una intensa actividad petro- lera. Si comparamos la perforación de pozos de Argentina contra Venezuela y Arabia Saudita, observamos que, entre 1980 y 1997, se perforaron 18.438 pozos aquí contra 11.183 y 2.747 respectivamente.
El retroceso relativo de la producción argentina se compone de dos etapas. Una primera, de retracción más lenta, que se extendió hasta la década de 1940 y una segunda, más aguda, desde 1950 hasta la actualidad. Mientras en la primera, sólo perdió dos posiciones, logrando mantenerse entre los primeros diez productores; en la segunda retrocedió en forma más pronunciada hasta colocarse en el vigésimo lugar. Lo paradójico es que los años de mejor ubicación argentina en el ranking fueron aquellos en los que su producción creció en forma más gradual y su mayor retroceso coincide con su momento de expansión.
La causa del retroceso relativo, pese a haber aumentado la producción y la exploración debe resolverse mirando el ámbito mundial. A nivel internacional, confluyeron el despegue en la producción de países con mayores potencialidades petroleras como México y, fundamentalmente, la aparición en escena de los países con la más alta productividad del mundo: los países de la región de Medio Oriente. Si observamos el desarrollo de la producción de petróleo en Medio Oriente, vemos que si bien algunos países inician su producción a comienzos de siglo XX, es recién a mediados de la década del ´40 y principio de la década del ´50 que se produjo el despegue que los colocó entre los grandes productores del mundo.
Por esta razón, se entiende porqué la Argentina se encontraba entre los primeros diez productores para 1940. Hasta 1945, Argentina producía más petróleo que Arabia Saudita. Sólo quince años después la producción árabe era aproximadamente siete veces superior a la nacional. Un proceso que se observa en la generalidad de los países de Medio Oriente. Entonces, la explicación fundamental pasa por el avance general de países con pozos más productivos. A su vez, debe tomarse en cuenta el crecimiento en la producción de países que no encontrándose entre los más productivos, superaron los niveles de producción argentina. Frente a la idea de que, tal vez con otras políticas, se podría haber expandido más la producción, observamos que, por el contrario, fue a pesar de la notable actividad de perforación realizada que la Argentina no pudo revertir su tendencia a ocupar un espacio cada vez más reducido en el mercado mundial. Es- tas cifras reflejan algunas de las características de la producción petrolera en Argentina. Por un lado, que las reservas petroleras se encuentran dispersas en yacimientos más pequeños. Lo cual obliga a perforar mayor cantidad de pozos para extraer menos petróleo. Tomando el último dato disponible (año 2005), se observa que mientras la productividad por pozo en producción efectiva en Argentina es de 2,4 m3, en Venezuela es 13,4 m3 y en Arabia Sau- dita de 281,8 m3. Esto significa que para una misma cantidad determinada de petróleo, en Argentina hay que perforar 5,6 veces más pozos que en Venezuela y 117 veces más pozos que en Arabia Saudita.
Problema vigente
La idea de que la producción petrolera Argentina podría haber sido más de lo que fue está presente en todas las interpretaciones sobre la historia petrolera argentina. Según esta idea, la culpa es de los gobiernos cómplices de las compañías privadas que desde el frondizismo, pasando por el gobierno de Onganía, la última dictadura militar y el gobierno de Menem, se encargaron de vaciar a YPF. El personal político habría privilegiando la ganancia rápida de las petroleras y en consecuencia obstruido un desarrollo mayor al que tuvo, aunque Argentina no hubiese sido Arabia Saudita.
Sin embargo, durante dichos gobiernos se registró el mayor crecimiento de la producción local e incluso la actividad de perforación se mantuvo entre las mayores del mundo. Por otro lado, la idea de que se podría haber hecho algo mejor también figura en aquellos autores liberales que, opuestos a la concepción nacionalista, reconocen como principal limitante la falta de un comportamiento más empresarial de parte de YPF, producto de la corrupción, la politización de los cargos directivos y el excesivo peso de los sindicatos. En este caso, se dice que si la industria petrolera nacional no pudo desplegar todas sus potencialidades, fue por efecto del populismo nacionalista introducido por el peronismo. En ambos casos, se pasa por alto que la actividad petrolera en Argentina no tuvo nada que envidiarle al resto de los países. La inversión en perforación es una muestra de que el problema del petróleo ar- gentino no fue resultado de factores externos a la propia productividad del crudo local. Por buenas que sean las políticas, con poco petróleo y costoso difícilmente se hubiese desarrollado más de lo que lo hizo. En definitiva, ambas posturas se centraron en la superficialidad del análisis de la ideología de los funcionarios de turno y perdieron de vista las bases materiales de su objeto de estudio. Así arribaron a conclusiones ideológicas antes que científicas, atribuyéndole potencialidades a la producción petrolera nacional que ésta nunca tuvo.
Notas
1 Bernal, Federico: Petróleo, Estado y soberanía. Ha- cia la empresa multiestatal latinoamericana de hidro- carburos, Editorial Biblos, Argentina, 2005.
2 Kaplan, Marcos: Economía política del petróleo ar- gentino, 1939-1956, Praxis, 1957
3 Dachevsky, Fernando: Condiciones de acumulación de capital en la industria petrolera argentina (1907- 1975), Tesis de Licenciatura en Historia, 2008.