Por Juan Kornblihtt – Como señalamos en números anteriores de El Aromo, la economía mundial está lejos de gozar de buena salud. El crecimiento del PBI de los EE.UU. se sostiene en base al fuerte déficit comercial, a un endeudamiento externo gigantesco, a la expansión del crédito y a la especulación en torno a la llamada “burbuja inmobiliaria”. Todos estos elementos conjugan una situación endeble. Y aunque el crecimiento del consumo y del PBI hacían que el grueso de los economistas mirase para otro lado, en los últimos meses el aumento de la inflación puso de nuevo sobre la mesa la posibilidad de que la economía estadounidense deje de crecer y se encamine hacia una situación similar a la de los ‘70: estancamiento con inflación. Aunque está en debate cuándo comenzará a sentirse la crisis en forma evidente, desde los economistas keynesianos hasta el Wall Street Journal presagian un futuro negro. La discusión pasa, en realidad, por cuántas probabilidades hay de que ocurra ya, en el 2007: por ejemplo, el economista de la Reserva Federal, Jonathan Wright, estima en un 36% las probabilidades de una recesión en el 2007, mientras que Nouriel Roubini cree que la cifra ronda el 50%. Repasemos los datos sobre los que estos pronósticos se sustentan.
Inflación y tasas de interés
Luego de la crisis de 2001, EE.UU. y otros países, bajaron sus tasas de interés como una forma de abaratar el crédito y estimular la inversión de capital. Japón llegó a colocarla al 0%, lo que implica que los préstamos son gratis o, en realidad, están subsidiados, si se toma en cuenta que una tasa tal ni siquiera remunera los gastos de funcionamiento de los bancos. Esta situación llevó al aumento de la cantidad de circulante, que no pudo, sin embargo, impulsar una recuperación sana. Por el contrario, todo indica que nos encontramos frente a un incipiente proceso inflacionario, producto del desfasaje entre la producción real y la masa monetaria. Los pronósticos para los EE.UU. indican una inflación cercana al 3,6% anual. Aunque no tan altos como los índices de la Argentina, los guarismos norteamericanos son suficientes para asustar a las bolsas del mundo, que cayeron largamente durante todo el mes de mayo. Esta creciente suba de precios está impulsada fundamentalmente por el alza del petróleo, que continúa batiendo récords, y el aumento de los alquileres, fruto de la especulación inmobiliaria, aunque también por el encarecimiento de los bienes de consumo. Para frenar el proceso, la Reserva Federal se ha visto obligada a revertir su política de créditos baratos, subiendo en forma permanente la tasa de interés, que pasó del 1% en el 2002, al 5,25% en el mes de junio del corriente año, con perspectivas de llegar al 6% a principios de 2007. Este aumento implicará un freno a la inversión. Varios analistas señalan que, como las causas del aumento de precios no se reducen a la masa monetaria existente sino a los otros factores señalados, el alza de las tasas se mostrará incapaz de frenar la inflación. Esos mismos analistas explican que, como consecuencia, un escenario de estancamiento con inflación será imposible de controlar.
Déficit
La cuenta corriente de los EE.UU. está en rojo desde 1990 y no para de crecer. Hacia fines del 2005, representaba ya el 7% del PBI, acarreando una dependencia creciente de las inversiones extranjeras que, ante la suba de la tasa de interés, se verán menos interesados en invertir en los EE.UU.
El crecimiento chino
El impulso de la expansión de la economía norteamericana se da en gran medida por la acelerada expansión china. El PBI creció, en relación al año pasado, un 11,3%, lo cual generó preocupación por un posible brote inflacionario. Como consecuencia, China también evalúa, por estos días, encarecer el crédito interno.1 La expansión china está sostenida en gran medida en las exportaciones a los EE.UU., por lo que los pronósticos de recesión de su principal comprador no le son indiferentes. Pero el problema es que el propio crecimiento de China afecta al gigante del norte: por un lado, como competidor directo en la producción; por otro, porque su crecimiento lleva a un aumento del consumo de materias primas y, por ende, de su precio.
Sube el petróleo
Todos los meses se anuncia que la suba del petróleo bate un nuevo récord. Y esto se debe a la expansión en forma constante de su consumo por el desenfrenado crecimiento chino, al que se le suma el de otros países como India. Las soluciones que buscó EE.UU. para bajar su precio, Irak y la amenaza a Irán, por ahora le juegan en contra ya que sus expediciones militares muestran más fracasos que éxitos.
Arriba el oro, abajo el dólar
La debilidad de la economía yanqui se hace cada vez más evidente. Los anuncios de inflación y el encarecimiento del crédito llevan al traslado de reservas hacia divisas más seguras. China es uno de los principales acreedores de EE.UU., ya que gran parte de sus reservas están en Bonos del Tesoro, que del 2004 al 2005 se duplicaron, pasando de 400 a 800 mil millones. Sin embargo, ha comenzado a ampliar su resguardo en otras monedas. Esta debilidad del dólar, que se expresa en la creciente importancia del euro, llevó también a que muchos estados y capitales empiecen a atesorar en oro. La especulación en torno al dorado metal elevó su precio desde los u$s300 la onza, en enero de 2000, a superar la barrera de los u$s700 por onza en el 2006.
Panoramas
Déficit comercial, inflación, pérdida de fuerza de su moneda, especulación inmobiliaria, consumo estimulado por créditos impagables, hacen de la economía de los EE.UU. un cóctel explosivo. Lo peor es que esas condiciones son las que hacen posible el crecimiento de sus acreedores. Los economistas, luego de pronosticar un crecimiento sin turbulencias, han empezado a observar estas variables con preocupación. Los gobiernos confían en poder revertir las tendencias con la suba de la tasa de interés. Pero la similitud con la década del ‘70 es cada vez mayor, lo que lleva a pensar que las soluciones propuestas se mostrarán estériles. Un horizonte oscuro, que recuerda un pasado no demasiado lejano.
Notas
1 news.bbc.co.uk, 19/6/06.