Las protagonistas hablan de su situación en la prostitución (trabajo o esclavitud sexual) desde el marco de los derechos humanos, en la Campaña por la Convención Latinoamericana de los Derechos Sexuales y Reproductivos. El transcurso del debate se da con mucho respeto y solidaridad tanto de quienes se consideran trabajadoras sexuales como quienes sostienen estar en situación de esclavitud sexual.
Luego de la Convención, en las reflexiones posteriores sobre lo sucedido no cambiaron las maneras y percepciones de definirse en la prostitución (trabajo sexual, esclavitud sexual) pero se armonizaron las diferencias. Se reafirma la visión de la explotación, la coima, la amenaza, la pobreza, como las verdaderas enemigas de una vida digna. Se demanda protección sin tutela, por parte de ambas corrientes.
Luego de un año desde este encuentro, varios proyectos van a contramano de las opiniones expresadas. Se pretende reglamentar la prostitución, registrar a quienes la ejercen, obligarlas a usar una libreta sanitaria, restringirles la zona en la que deben esperar a sus clientes. La institucionalización de la prostitución (coinciden ambas partes del diálogo) favorece la explotación. El objetivo de las organizaciones que representan tanto a las trabajadoras sexuales como a las personas en situación de prostitución, es la autonomía: se trata de darles más poder a las compañeras para tomar sus propias decisiones sin depender de nadie.
Organizaciones de políticas de estado le dan voz a las personas en prostitución utilizándolas para beneficio propio, dándoles privilegios a cambio, pero no se discute la generación de pobreza y exclusión a la que estuvieron y están sometidas.
Para incluirlas realmente en la ciudadanía, hay que pensar con ellas y no para ellas las políticas necesarias, incluirlas sin traicionarlas.
La idea de la Campaña es poder contar con un instrumento legal en nuestra región que regule los derechos sexuales y los derechos reproductivos con una visión feminista no discriminatoria y de justicia social.
Participan ambas corrientes (en situación de prostitución y de trabajo sexual) en donde tendrán que responder preguntas ya formuladas por las panelistas
1 – ¿A que nos referimos cuando hablamos de trabajadoras sexuales? (Responde corriente de prostitución como trabajo sexual)
Sentimos que éste es el trabajo que tenemos y por el cual sostenemos a nuestras familias. Por ese motivo, desde la organización revindicamos tener un sindicato, con el objetivo de mejorar las condiciones de trabajo y poder acceder a los mismos derechos que tiene cualquier trabajador, y no que por el hecho de ser trabajadoras sexuales no podamos tener una obra social, no podamos tener una jubilación como cualquier trabajador se lo merece.
Casi siempre nosotras no tenemos acceso a la educación, a la salud. Ya que en nuestro país no hay ningún tipo de política destinada a nuestra población. Siempre tenemos que estar buscando nosotras lugares de atención y en muchos casos los profesionales no saben atendernos, no saben lo que es una personas trans, los problemas que tiene una persona trans. Yo me siento muy orgullosa de ser una trabajadora sexual, tengo más de cuarenta años, pude sobrevivir. Yo necesito mis derechos como trabajadora sexual.
Para nosotras, consiste en una contratación de dos personas: una ofrece un servicio y el otro lo paga. Obviamente, que es un trabajo como tantos otros, yo diría como la mayoría de los trabajos que ejercemos la clase obrera, que no es un trabajo elegido, como el del minero que tampoco elige ese trabajo, como el de la señora que limpia que tampoco lo elige, y tantos otros trabajos que ejerce la clase obrera
2 – ¿A qué nos referimos cuando hablamos de “personas en situación de prostitución”? (Responde corriente en situación de prostitución)
El Estado quien nos condena a sobrevivir de la prostitución. El único medio de supervivencia que tenemos, es la prostitución. Por lo tanto para nosotras, más allá de las condiciones, si son precarias o no, o en las condiciones en que se establezcan, no es un trabajo. Para nosotras va a ser un trabajo, cuando tengamos alternativas de elección. Cuando digamos, por ejemplo, “ya soy oficinista gano tanto, pero en la esquina gano mucho más…”. Entonces sí consideraríamos que es un trabajo que se puede elegir.
El Estado nos criminaliza, nos vulnerabiliza, no nos permite acceder a ningún derecho: ni el derecho a la salud, ni el derecho a la educación y mucho menos al derecho al trabajo. Podría hoy decidir si me considero trabajadora sexual o no, si hubiera tenido más posibilidades de ingresar a los sistemas económicos de los cuales siempre estuvimos excluidas. Mi postura real es que el Estado debería dejar de pensar en reglamentar la prostitución, y debería empezar a pensar en darnos la posibilidad de incluirnos, de capacitarnos, y darnos la posibilidad de tener el mismo campo de acción que cualquier otro ciudadano. Por esta razón es que insisto que las personas en riesgo de prostitución son criminalizadas desde el Estado, dado que jamás existieron políticas públicas que se implementaran para que estas personas se insertaran en la sociedad, dándoles capacitación. Esto es lo que hoy reclamamos al Estado. El sistema de salud actual nos sigue condenando, ya que tenemos que recurrir a cirugías clandestinas, porque no podemos adecuar nuestro cuerpo a como lo sentimos, a como lo queremos, y tenemos que transitar por engorrosos sistemas judiciales, en el caso de las personas que deciden modificar sus genitales, y éstas son libertades que cada una debería tener.
Tenemos muchísimos casos de depresión, de contagio de HIV. Tenemos compañeras que no resisten el estado de explotación de su cuerpo, y entonces para evadirse recurren a las drogas. Para nosotras no es trabajo, porque en esta situación somos objetos. Objetos con el que cada uno puede hacer lo que quiera. Para nosotras la prostitución no es un trabajo. Nos anula como personas, nos convierte en un objeto de uso y abuso.
Nos amenaza el hambre, el miedo. O nos prostituimos, o nos morimos de hambre. Se nos impone el engaño: nos prostituimos, porque es nuestro destino, no hay otros destinos posibles.
3 – ¿Cuáles son las reivindicaciones de las personas en situación de prostitución?
a) Sus formas de organización y su interacción con otros movimientos sociales, especialmente el feminista
b) Las reivindicaciones en materia de leyes nacionales/municipales
(Responde corriente en situación de prostitución)
Si reglamentáramos la prostitución, estaríamos legitimando la explotación de unas y otras. Aceptar la reglamentación es seguir aceptando que el Estado sea nuestro proxeneta y que se nos siga obligando a ser trabajadoras sexuales, limitadas a que sea la única salida para paliar. Pero por otro lado, la prostitución existe, es una realidad. Necesitamos una ley que nos proteja y que no nos condene. Ésa es la lucha que deberíamos encarar todas las personas que estamos en situación de prostitución. Para ello es necesario organizarnos, crear espacios, para poder pelear juntas. Sin perder de vista que el objetivo máximo de nuestras organizaciones debería ser terminar con la prostitución.
Argentina es abolicionista, pedimos que se cumpla el abolicionismo. Luchamos por la derogación de los edictos policiales, códigos contravencionales o códigos de convivencia.
El Estado nacional dice que es abolicionista, pero le confiere a los Estados provinciales, a los municipios, poder para que mantengan estos edictos policiales, que además implican no sólo la regulación del dinero sino también de la sexualidad
Fue importante dialogar con otras organizaciones. Por ejemplo, cuando comenzamos a generar tensión con el movimiento feminista, que le parecía muy bien que yo sea feminista, pero cuando intenté entrar a un encuentro me aplicaron el biologismo. Como se empezaron a mostrar otras distintas organizaciones. Cuando empezamos a ir a los organismos de derechos humanos, alguien dijo, que después se reivindicó: “yo no voy a firmar un documento para putos”. Sin embargo, hoy las organizaciones de derechos humanos han entendido, y hemos ido a instalar agendas con ellos y con el movimiento de mujeres.
Los trabajos que tenemos son diversos. Asistimos a reuniones, a congresos. Estos días estuvimos en la legislatura peleando contra dos proyectos discriminatorios, que planteaban la implantación de zonas rojas o tenernos puertas adentro. Nosotras nos opusimos absolutamente y logramos que los asesores vayan a recomendar pasarlos a archivo. Eso ha sido un éxito. Tenemos una médica en el hospital Álvarez que nos atiende sin discriminación. También trabajamos mucho para los hijos de nuestras compañeras, para que consigan becas, porque hay muchos chicos y chicas que están dejando los estudios, porque a sus mamás no les alcanza el dinero.
4 – ¿Cuáles son las reivindicaciones de las trabajadoras sexuales en términos de:
a) Sus formas de organización y su interacción con otros movimientos sociales, especialmente el feminista
b) Las reivindicaciones en materia de leyes nacionales/ municipales
(Responde corriente de prostitución como trabajo sexual)
Estamos luchando por la derogación de los edictos. Priorizamos la concientización de las compañeras, sean o no trabajadoras sexuales. Concientizamos a las compañeras en todo lo referente a prevención, derechos humanos.
Yo soy una persona transexual, mi identidad de género es femenina, toda mi vida viví con mi identidad, luché siempre por sentirme una persona transexual, y la verdad que todo lo que tenga que ver con el movimiento feminista, nunca ocupó un lugar en mi vida. Nunca pensé, tengo que luchar o tengo que exigir a ese movimiento que me acepte. (Marcela Romero)
Yo creo que existen muchísimos trabajadores argentinos que nos les gusta el trabajo que tienen, pero tampoco tienen otro. No por eso dicen que no son trabajadores. Entonces ¿no es un trabajo limpiar la mugre del que me puede pagar porque no me gusta? Para nosotras la mayor reivindicación es ser reconocidas como trabajadoras sexuales, tener el sindicato de las trabajadoras sexuales y desde el sindicato trabajar para mejorar la calidad de vida de nuestras compañeras. Que se pueda acceder a educación, que las compañeras puedan generar desde el sindicato diferentes oportunidades. Nadie está diciendo que después del sindicato nos quedemos paradas toda la vida en la esquina. Creo que existe mucha confusión, todas estamos confundidas.
Que nosotras nos asumamos como trabajadoras, no significa que digamos: “viva el trabajo sexual”, para nada. Cuando van a elaborar la ley de educación ¿a quién se le consulta? A los docentes. Ahora, cuando se trata del tema de la prostitución o del trabajo sexual, o como lo quieran llamar, a nosotras no nos consultan. Nos traen las cosas cocinadas y las tenemos que aceptar tal cual ellos lo establecen.
Entonces, creo que esto no le gusta a mucha gente, que las putas tengan voz propia y que digan: esto es lo que queremos. Hay mucha gente que se llenó los bolsillos escribiendo lindos libritos, interpretándonos. Nos invitaban a un café, nos ponían un grabador, nos hacían hablar. Tan brutas éramos, que creíamos que ellas eran buenas, que nos querían.
Yo tengo muy claro que las compañeras pueden pensar distinto, pero nuestro enemigo, llamémoslos como lo llamemos, es la policía, que asesina y lleva presa a las compañeras todos los días. Ése es el enemigo, no las compañeras. Tenemos muy claro que pensar distinto no nos convierte en enemigas y ojalá que parte del movimiento feminista lo entienda. Digo parte, porque acá hay muchas feministas que son amigas y no nos discriminan, tampoco piensan como nosotras y sin embargo no nos peleamos. Cuando se puede entablar una discusión sana las posturas se enriquecen. Uno crece, nosotras hemos crecido así.
Nosotras conocíamos nuestros derechos, pero no los ejercíamos por el miedo. Llamábamos nosotras al patrullero antes que nos pegara. Sacarse el miedo al uniforme no es poca cosa, eso no se logra de la noche a la mañana. Hoy tenemos compañeras que saben que la policía no se las puede llevar, ni les puede cobrar. Se lo decimos, hablamos con ellas, pero todavía el miedo persiste. Son muchos años de golpes, de decirnos que no valíamos nada, que somos la peor mierda del tarro. Cuando a una le dicen tanto, terminas convencida. Deconstruir todo esto no es poca cosa, hay que trabajar.
En algunas cosas coincidimos todas: no queremos que ninguna chica esté en la esquina por necesidad, queremos que lo haga por decisión. Ahora, para eso falta mucho, ése es el ideal que todas buscamos.
5 – ¿Qué tendría que decir la futura Convención Interamericana por los derechos sexuales y los derechos reproductivos para que las trabajadoras sexuales se sintieran incluidas y protegidas por ella? (Responde corriente de prostitución como trabajo sexual)
Lo primero que tendría que decir es que tenemos derechos a tener nuestra identidad de género, en el caso de las personas trans. También tiene que incluir el respeto a que podamos decidir como queremos vivir, como queremos ser.
Con respecto a la convención, reitero lo que ya se dijo, tener puntos específicos sería autodiscriminarnos. Pensamos que todas las mujeres tenemos que tener los mismos derechos.
6 – ¿Qué tendría que decir la futura Convención Interamericana por los derechos sexuales y los derechos reproductivos para que las personas en situación de prostitución se sintieran incluidas y protegidas por ella? (Responde corriente en situación de prostitución)
Debería exigir a la convención internacional de derechos humanos que tomara la temática de la transgeneridad y de las personas en situación de prostitución de forma amplia y global. También constituirnos como titulares plenas de nuestros derechos humanos, civiles, económicos, políticos, sociales y culturales.
Implementar la noción de géneros, y no solo de género, de una concepción binaria que sólo lleva a pensar a la humanidad en términos de hombre y mujer. El acceso de todas las niñas, niños y adolescentes a una educación con una temática tendiente a respetar todas las identidades genéricas y limitar de modo urgente las formas de reconducción de la corporalidad a formas genitales binarias, hombre-mujer, sin el consentimiento del sujeto involucrado. Un acceso universal, real, verdadero, a la educación. Esto es para aquellos que piensan que tienen derecho a decidir la educación de sus hijos. No tienen derecho a decidir la educación de sus hijos, sus hijos tienen derecho a recibir toda la educación y a escoger con cual se quedan y con cual no. Nadie puede decir que a su hijo no le enseñan educación sexual.
He escuchado a muchas reivindicarse mujer. Mujer es una palabra hegemónica, y alude a un sujeto que está para uso y abuso del hombre. En tanto no queramos estar para uso y abuso del hombre, tenemos que dejar de llamarnos mujer. Tenemos que construir otras palabras que no pertenezcan a la hegemonía.
A nosotras nos gustaría que la convención dijera que cada una de nosotras y nosotros tengamos el derecho de decidir qué hacer con nuestro cuerpo, planificar nuestra familia, decidir cuántos hijos tener, decidir cómo educarlos y dónde educarlos.
Quería referirme al comentario en relación a ser objetos de uso y abuso. Realmente es así. Todas, trabajadoras sexuales o en situación de prostitución, sufrimos violencia en las habitaciones por parte de los clientes. Porque nos pagan dos pesos, creen que pueden hacer con nuestro cuerpo lo que quieran. Reivindicar la prostitución como un trabajo por las cargas sociales, no me parece. Podemos conseguir jubilaciones autónomas. Tenemos un montón de derechos y podemos acceder a ellos como cualquier otra persona, aunque no sea con un sueldo fijo. Tenemos muchas compañeras que tramitaron sus jubilaciones autónomas. Con respecto a la violencia, yo creo que sí hablamos con cada compañera, no sobre estar paradas en la esquina, porque eso es divertido compartir con las compañeras; sí hablamos de lo que pasa en la habitación, que no sabemos con qué tipo nos vamos a encontrar. Ésa es la violencia que sufrimos en nuestros cuerpos.
Lo primordial es el cuerpo como un derecho absoluto. Si ustedes leen la Constitución, lo primero está es la propiedad privada y después el cuerpo, los seres humanos. El ser humano, en masculino, porque ni siquiera la mujer está reconocida. Para mí este debate es sumamente interesante, ya que como dijimos muchas de nosotras, somos nosotras las que estamos hablando. No es un River – Boca, son distintas posturas. No son dos hinchadas, somos nosotras, de uno u otro lado,y somos personas y tenemos historias. Esto es lo concreto, más allá de cómo nos llamemos.
En lo que sí insisto es en que no me quiero llamar trabajadora. No lo veo como un trabajo, porque aunque me muera de hambre, no volvería a la prostitución jamás. En la prostitución no hay una negociación clara y limpia. El que tiene el dinero es el que pone las condiciones, no hay igualdad en la negociación.