Como en Venezuela: ni Evo ni Mesa. Por una salida socialista en Bolivia

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El domingo se celebraron las elecciones generales en Bolivia, en la cual se jugaba la reelección de Evo. Vale recordar que Morales se encontraba inhabilitado para presentarse a un nuevo mandato, por lo que recurrió a un plebiscito constitucional que lo habilitara. En dicho plebiscito, Evo fue derrotado, sacando el SI 2.506.562 votos, mientras que el NO obtuvo 2.645.228. Luego de este referendo, Evo recurrió a la Justicia que lo habilitó aduciendo que con la reforma de la Constitución solo había tenido un solo mandato, por lo cual podía presentarse a uno nuevo sin modificar la constitución. Así, para estas elecciones, Evo Morales compitió principalmente contra Carlos Mesa por Comunidad Ciudadana, y Carlos Ortiz de la agrupación Bolivia Dice No.

Una vez finalizada las elecciones, comenzó el recuento de votos con una tendencia que le impedía a Evo conseguir los 10 puntos de diferencia necesarios para evitar una segunda vuelta. De manera sorpresiva, el recuento se paró durante 24 horas, y cuando se reanudó Evo conseguía superar a Mesa por un 10.14% y anulaba cualquier segunda vuelta. Esto desató movilizaciones y un paro cívico impulsado por el Comité Cívico de Santa Cruz y el de Potosí, principalmente, reclamando contra el resultado, mientras que el masismo movilizó a la COB y la Coordinadora Nacional por el Cambio (CONALCAM). Al finalizar el martes, la brecha entre ambos competidores se había recortado, y ya con el 95% de las actas verificadas, la diferencia era de 9,33% por lo que el MAS debería enfrentar una segunda vuelta por primera vez en su historia. A pesar de esto, Evo Morales sostuvo que había ganado en primera vuelta, y convocó a sus seguidores a “defender la democracia” porque se quería llevar adelante un golpe de Estado, mientras que la oposición sostuvo que mantendría el paro hasta que Evo Morales garantice la realización de la segunda vuelta. En el medio, Carlos Mesa constituyó la Coordinadora de Defensa de la Democracia, conformada por sectores opositores dirigidos por Oscar Ortíz, el ex presidente Jorge Quiroga, los gobernadores Rubén Costas (Santa Cruz), Edgar Guzmán (Tarija), Luis Fernando Camacho, y el rector de la UMSA Waldo Albarracín. También participan los comités cívicos de Santa Cruz y Potosí. Finalmente, el jueves se dieron los resultados del escrutinio final dando por ganador a Evo Morales por 46,85% a 36,74%, consiguiendo una ventaja de 10,11% en el medio de rumores de fraude por parte de Mesa y la oposición. Para este triunfo, fue importante el voto en el extranjero, ya que allí Morales triunfó po r 60 a 26% mientras que en el territorio nacional la diferencia fue de 46 a 37%. Ante este panorama, el Comité Cívico de Santa Cruz llegó a amenazar con declarar un presidente paralelo desconociendo al gobierno de Evo Morales.

¿Por qué un gobierno que venía de superar el 60% en sus últimas elecciones se encuentra hoy en una situación límite, al borde de tener que romper el régimen constitucional para mantenerse en el poder? En términos electorales, el MAS venía creciendo desde su primera elección con 1.544.374 votos en 2005, 2.943.209 en 2009, y 3.057.618 en el 2014, superando el 60% de los votos en las últimas dos elecciones. De todas maneras, en distritos como La Paz perdió 100 mil votos entre 2009 y 2014, 13 mil en Oruro, y 25 mil en Potosí, mientras que creció en 80 mil votos en Cochabamba, 21 mil en Tarija, 14 mil en Beni, y 8 mil en Pando, y 35 mil votos en Chuquisaca. Es decir, mientras caía en los departamentos más obreros aumentaba en los de la llamada “Media Luna”. De cara al referendo, perdió 169 mil votos en La Paz, 93.500 en Cochabamba, 34 mil en Oruro, 70 mil en Potosí, 30 mil en Tarija, 100 mil en Santa Cruz, 4 mil en Beni, y 2.588 en Pando. Solo creció 100 mil votos en Chuquisaca. En ese período, el MAS también perdió la gobernación de La Paz y la alcaldía de El Alto. Para estas elecciones sacó 2.642.413, es decir, se ubica apenas por encima del referendo en el que fue derrotado en 2016. La oposición en cambio hizo su mejor elección, consiguiendo sacar 2.111.211 votos, aunque quedó por debajo de los 2.645.228 votos que obtuvo el NO en el referendo. Producto del crecimiento del padrón electoral, Evo pasó de obtener el 58 y 60% en 2009 y 2014 respectivamente, a obtener 46,4%. ¿Qué nos dice esto? Que la oposición consiguió restarle base social a Evo Morales, quien retrocedió incluso en Departamentos claves como La Paz y Potosí.

¿Por qué se produce este retroceso? Bolivia ha sido vista como un modelo a seguir. Incluso el progresismo, ante la debacle de Venezuela, lo ubica como el triunfo frente al “neoliberalismo”. Sin embargo, la economía boliviana no goza de buena salud. El PBI pasó de crecer 6 puntos en 2013 a crecer 5 en 2014, 4,8 en 2015, 4,2 en 2016, 4,1 en 2017, 4,2 en 2018, mientras que los pronósticos indican que para este año Bolivia crecerá entre 3,8 y 4%. Buena parte de esta caída en el crecimiento se explica por el descenso de las exportaciones de hidrocarburos pasando de exportar casi 7 mil millones de dólares en 2013 y 2014, a poco más de 2 mil millones de dólares en 2016 y 2017. Este proceso, generó un cambio en la balanza de pagos, pasando de un superávit de 3 mil millones de dólares en 2012 a un déficit promedio de mil millones de dólares entre 2015 y 2018. Más aún, las reservas pasaron 15.084 millones de dólares en 2014 a 7.976 al 31 de agosto del 2019, una caída de más del 50%, mientras que la deuda aumentó de 15,9% del PBI en 2011 al 24,5% en junio del 2019. En términos sociales, a pesar de haber implementado proyectos de asistencia a través de los “bonos” Renta Dignidad, Bono Juancito Pinto, Juana Azurduy de Padilla y el Subsidio Prenatal Universal, como forma de distribución de la renta gasífera, Bolivia aún mantiene índices de pobreza muy altos. Cuando Evo Morales llegó al poder, la pobreza extrema se ubicaba en 31,2% y hoy ronda el 16,4%, mientras que la pobreza se redujo del 59,4% al 35,1%. Es decir, más de 10 años de Evo siguen dejando a casi la mitad de la población en situación de pobreza, y un 20% vive con menos de 3 dólares por día. Tampoco modificó la informalidad, ya que cuando llegó al gobierno a nivel nacional la misma se ubicaba en 69,5% siendo un 56,5% en la región urbana y un 89,5% en la región rural, mientras que la informalidad hoy oscila en el 66,7% a nivel nacional, aumentó a 58,3% la informalidad en el sector urbano, y en el sector rural se ubicó en el 84%. Por último, la recomposición salarial ha sido más bien módica, ya que el salario mínimo aumentó en promedio un 2,6% por año, el salario medio un 0,5%, el salario del sector público creció un 3% por año mientras que el sector privado lo hizo en un de 0,37% anual.

De esta manera, el sueño progresista de Bolivia se aproxima a una crisis económica importante, producto de la caída de la exportación de hidrocarburos, síntomas que irán agudizándose. A su vez, las conquistas bajo el gobierno de Evo Morales, como vimos, deben ser relativizadas, y así como el “milagro brasilero” las mismas están sujetas a la coyuntura económica. En el medio, ejerció grandes actos represivos, como el gasolinazo o la represión en el TIPNIS, que le valió más de una ruptura con la COB y de organizaciones sociales con el Pacto Unidad. Por este motivo, la clase obrera fue restándole apoyo al MAS. La ausencia de una alternativa de izquierda, derivó en el apoyo Carlos Mesa, quien fue vicepresidente con Sánchez de Lozada en la crisis que sufrió el país en 2003, y luego comandó el país ante la renuncia de “Goni” para terminar su mandato en 2005. Si bien Evo lo ha considerado como un agente de la derecha, durante la presidencia de Mesa, el MAS le dio su apoyo Mesa otorgándole una tregua para que puede ordenar la situación. Por ese motivo, en 2013 Evo Morales lo nombró vocero de la demanda internacional contra Chile por la salida marítima, cargo que ocupó hasta el 2016. Incluso, Mesa se presentaba como una especie de continuidad con cambio, sin cuestionar el modelo económico del MAS, por ejemplo, no proponía recortar los programas sociales, aunque insistía en la necesidad de diversificar la economía hacia el litio y la agroindustria, algo con lo cual también coincide el propio Evo.

Bolivia se acerca a una crisis política que lo acerca a Venezuela y que se puede acentuar si Mesa y la Coordinadora desconocen a Evo Morales, abriendo un panorama similar al que sucede en Venezuela. Esto derivaría en que se retomen los reclamos separatistas que fueron controlados a partir de la reforma constitucional y las concesiones a la burguesía agroindustrial e inmobiliaria. No se parece a lo que sucede en Chile, ya que este último se caracteriza por un rechazo al conjunto del régimen político, mientras que en Bolivia la clase obrera, por ahora, se vincula políticamente con dos polos burgueses, a los cuales apoya en las urnas (la abstención, el voto nulo, y el voto blanco fueron mínimos) y en las movilizaciones que se desarrollan. La situación económica sumada a la inestabilidad política generada por un gobierno debilitado, con una legitimidad en duda, y por una oposición que tendrá que ganar las calles si quiere derrocar a Evo Morales, abre la posibilidad de una intervención independiente de la clase obrera. Para eso, el primer paso no es una Asamblea Constituyente “Libre y Soberana”, como ha planteado el PTS, que solo sumaría a reorganizar el poder en el campo de la burguesía, sino una Asamblea Nacional de Trabajadores Ocupados y Desocupados que permita reagrupar a la vanguardia obrera de manera independiente al personal político burgués para poder disputar el control de la sociedad.

Que se vayan todos.
Por una Asamblea Nacional de Trabajadores en Bolivia.
Por una salida socialista en Bolivia.
Por un Congreso de la izquierda latinoamericana que construya una dirección revolucionaria.

Razón y Revolución

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