Vivir y trabajar en Once, una aventura insalubre

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manterosEl Gobierno de la Cuidad hizo debutar a su policía con el desalojo de los manteros de Once, en un acto que solo puede entenderse en el marco del inicio de la campaña electoral. Hubo opiniones y disparates de todo tipo: los que exigen que los manteros “paguen impuestos”, los que hablan de la mercadería “robada” y los que pretenden que los puesteros vuelvan y todo siga igual.

¿Vecinos contra manteros?

El desalojo de los manteros de Once puso sobre la mesa una serie de problemas que atraviesa la población que habita y que trabaja en el barrio. Por un lado, los manteros que piden “trabajar”. Enfrente, el Gobierno embiste contra sus fuentes de trabajo. Ellos, en realidad, son explotados por las mafias que controlan la venta callejera. Se trata de trabajadores que cumplen jornadas extensas de más de 12 horas, en condiciones miserables de higiene y salubridad. Deben cargar enormes bolsones de mercadería para montar y desmontar sus puestos. Trabajan con calor, con frío, con lluvia y con sol, sin ningún tipo de protección, sin limpieza de las calles, en medio de nidos de ratas, cucarachas, sin baños, totalmente hacinados. Se trata de obreros que no solo manifiestan su voluntad de trabajar, sino que lo hacen en condiciones de explotación extrema. Cuando reclaman su derecho a “comer” están diciendo que nada es para ellos más valioso que la vida. Y por eso son capaces de hacer lo que sea necesario. Están desesperados.

Ellos, en realidad, no tienen que pagar ningún impuesto, como no debe pagarlo ningún trabajador. Cuando dicen que ellos quieren “regularizarse” están hablando por boca de su patrón, que los usa como masa de maniobra. El levantamiento de los puestos los deja en la calle no es más que empujarlos hacia formas de vida más precarias aún, incluso la delincuencia, en vista de saber quiénes los regentean. En ese sentido, el Gobierno arremete contra los más débiles.

Pero hay un aspecto que la izquierda y el kirchnerismo olvidan cuando denuncian que la venta callejera “no usurpa”. No es cierto. Dos mil vendedores en cuatro manzanas es un descalabro para la población que vive y transita. Se olvidan de los vecinos del barrio, que son tan obreros y tan explotados como los manteros. Esos vecinos, son los que se enfrentaron a los manteros y les tiraban agua desde los balcones. ¿Por qué? Porque el barrio es habitado y transitado diariamente por obreros que se ven perjudicados por la enorme red de venta callejera que pone en riesgo sus vidas. Cualquiera que transite, por ejemplo, por Bartolomé Mitre, entre Pueyrredon y Castelli, sabe que no hay forma de caminar por la vereda o incluso acceder a paradas de colectivo o estaciones de subte sin exponerse a ser atropellado en la calle. Además, el hacimiento que produce todo ese universo satura las condiciones de higiene del barrio: cañerías, basura y plagas. Once es el barrio con mayor contaminación de la ciudad y con mayor deterioro de los edificios públicos. Es decir, cuando los vecinos se quejan, son obreros de las capas más empobrecidas (muchos inmigrantes) que piden vivir en condiciones un poco más humanas.

Entre estos dos grupos se genera un enfrentamiento inútil que podría tener solución muy sencilla. Unos quieren trabajar y otros necesitan obras. Bastaría que el Estado tome a estos 2.000 trabajadores para realizar obras necesarias para el barrio, sobre un listado de necesidades acordado por los vecinos. ¿Por qué no se llega a esta solución tan racional? Porque no coincide con los negocios.

 

Business are business

 

En el barrio de once se concentran varios negocios (legales e ilegales) regentados por mafias que son fuente de recaudación de la comisaría de la zona, la 7ª. Por este motivo se trata de una de las comisarías de la Federal más codiciadas de la Ciudad. Todos los negocios por los que cobra coimas agravan la situación del barrio. El de los manteros es solo uno de ellos. Según declararon los manteros, la 7º cobra unos 400 pesos diarios por puesto. Si se calculan unos 1800 puestos, la recaudación mensual de la comisaría, solo por este ítem es de más de 21 millones (o sea, de más de un millón de dólares). La proliferación de puestos de venta callejera en los últimos años ha hecho prácticamente intransitable las calles del barrio, llegando a ocupar la totalidad de las calles en un radio de hasta cinco cuadras, de la estación hacia la zona de congreso.

La mafia que regentea a los manteros también hace negocios con la venta de droga en el barrio. Es usual ver puestos que funcionan las 24 hs. que venden drogas. Otro negocio de la misma mafia mantera es el de la venta de armas. El “Chipi” que dirige la protesta, ha sido escrachado por una cámara oculta vendiendo todo tipo de armas de forma ilegal, y con policías de clientes.

Pero estos no son los únicos negocios de la 7ª. La prostitución está presente las 24 hs. del día, no solo en la plaza, sino en los prostíbulos de la zona que inundan el barrio con su publicidad. Otro negocio importante es el del pungueo, en especial el robo de ceulares. Once está plagado de negocios de venta de celulares robados y de bandas de ladrones que tras robar se meten en edificios de la zona. Por supuesto que estas mafias aportan a las arcas de la 7º (tanto los ladrones como los negocios que les compran la mercadería). A su vez, hay cierta afinidad entre el negocio de la venta callejera y del pungueo: el hacinamiento de gente y la gente abriendo sus carteras o sacando su billeteras en la calle facilita el robo. Por supuesto que las víctimas son los obreros que vienen a comprar al barrio (porque no es un paseo de compras transitado por la burguesía). Un negocio redondo para el Comisario.

No solo de negocios ilegales vive la 7ª. Los comerciantes de Once hacen su aporte. Por un lado, la 7º hace la vista gorda a la cantidad de talleres de confección clandestinos que funcionan en los edificios del barrio. Por otro, permiten la carga y descarga de mercadería, con camiones estacionados en doble fila en cualquier lado, en horarios que no son los permitidos (o sea, durante las 24 hs. del día), coima de los comerciantes del barrio mediante. Todo esto genera un contaste caos de tránsito y agrava el problema para transitar por las veredas.

Por supuesto, la nueva policía de la Ciudad que debutó con este desalojo busca meter cuchara en todos los negocios que maneja la Federal en el barrio. Probablemente los manteros regresen y las mafias tengan dos comisarías a las que aportar. Pero ni la vuelta de los manteros ni su desalojo sin más solucionarán todos los problemas que describimos.

Lo que vemos en este caso es el enfrentamiento entre dos patronales: el gobierno (y la policía) y las mafias de la venta callejera. Se pelean por porcentajes del negocio y condiciones de reparto. En el medio, cada uno “recluta” trabajadores: de un lado, los “manteros”; del otro, los “vecinos”.

Por una solución racional

La solución es que los trabajadores dejen de ser masa de maniobra de intereses ajenos. Once es el barrio que menor cantidad de mejoras ha tenido, es decir que hay una desidia del Gobierno de la Ciudad respecto de los problemas estructurales que lo aquejan (calles y veredas rotas, acumulación de basura, plagas, etc.). La solución racional a estos problemas sería que los vecinos elaboren un plan de obras necesarias para el barrio, que no son las que pretende Larreta que solo buscan beneficiar a los comerciantes pero se olvidan de los vecinos. A la vez, se debe empadronar a los trabajadores manteros para darles una ocupación como trabajadores de la Ciudad, en blanco, con estabilidad, con jornada laboral que no agote el físico, aportes, obra social, vacaciones, licencias y derecho a la sindicalización. Sin embargo, lo que aparece como algo lógico, no lo es para los intereses que dominan el barrio: las mafias aliadas a la comisaría 7ª. Es necesario el completo desmantelamiento de todas las mafias y la remoción de los responsables de la corrupción de la 7º. Para eso es necesario llevar adelante una investigación seria que permita encarcelar a todos los responsables. Si al gobierno le interesa realmente lo ilegal, que ponga presos a todos los que se benefician de este negocio, no a quienes amasan fortunas para otros.

 

Razón y Revolución

11/1/2017

2 Comentarios

  1. Está bueno, porque muestra una realidad oculta y una lucha de poderes que tiene un disfraz, el principal responsable de esto es el Estado y el gobierno, porque intervienen solo cuando le conviene, y es el mismo que permite que las mafias exploten a la clase trabajadora y perjudique a los trabajadores qu viven en el lugar y los transeuntes. La solución es educar a los trabajadores de todos los sectores y explicarles que está ocurriendo, este es el papel de la izquierda y es el Frente de Izquierda unido quien debe ponerse de acuerdo y en acción y hacer campaña y «unir a todos los trabajadores»: con este objetivo. La crisis es socioeconómica y educativa, esto último tiene que tomar el mando la Izquierda, sino no va a funcionar.

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