“Tudo mal, don Carlos”. La competencia brasileña en la producción de maquinaria agrícola, la crisis y el mercado internacional – Damián Bil

en El Aromo nº 50

pag322Hacia fines de la década de 1950, la Argentina era el único país de América Latina con una industria de maquinaria agrícola de cierto peso. La producción local había logrado abastecer la mayor parte del mercado interno, e incluso se contabilizaban unidades exportadas a países limítrofes, aunque en un volumen muy modesto. A comienzos de la década de 1960, unos años después que la Argentina, Brasil montaba una industria de maquinaria agrícola de carácter nacional, con la instalación de capitales líderes en la producción de tractores. En la segunda mitad de los ‘70, comenzó la producción en serie de cosechadoras, registrándose 6.481 equipos en 1976. La existencia de depósitos minerales, una considerable industria siderúrgica y ventajas en los costos salariales, factores con los que no contaba la Argentina, permitieron a Brasil atraer a los capitales líderes de la actividad. Con ello, el sector empezó a tomar distancia de sus competidores en el continente. Durante los últimos años, su producción de tractores y cosechadoras, junto con la norteamericana, abasteció a los países de la región, entre ellos Argentina. De todas formas, Brasil está lejos de dominar el mercado mundial. La crisis, allí también, ha dejado al descubierto ciertos problemas.

 Un “milagro” muy terrenal

Hasta mediados de los ‘50, la industria de maquinaria agrícola en Brasil era reducida. A fines de esos años, la producción brasileña comenzaba a crecer. En diciembre de 1959 se sancionó por decreto, al igual que en la Argentina años antes, la puesta en marcha del “Plan Nacional de Industria de Tractores Agrícolas”. En 1960 comenzaba la producción, con 37 unidades producidas entre Ford y la finlandesa Valmet. En 1961 se creó el “Grupo Executivo de Industria de Maquinas Agricolas e Rodoviarias”, fijándose, al igual que en 1957 en la Argentina, cuotas crecientes de integración nacional en los componentes del tractor. A partir de la década de 1970, Brasil se consolidó como líder en este rubro en América Latina, por delante de México y Argentina. Lo mismo ocurrió con la industria de cosechadoras: de ser importador neto, se convirtió en exportador, con la instalación de las empresas más importantes del mundo. Los directivos de la cámara empresarial en Argentina ya percibían este fenómeno. En 1969, se señalaba que “algunos mercados muy prometedores, como Brasil y México, han desarrollado su propia industria, cerrando así toda esperanza de penetrar con nuestros equipos”.1
Desde la segunda mitad de los ‘70, la industria brasileña experimentó un crecimiento sostenido. A partir de 1979, el saldo de exportaciones e importaciones en el rubro en cuestión fue por primera vez positivo, con 85 millones de dólares contra 63. Desde de ese año, excepto en 1999, el saldo fue siempre favorable y en aumento. El auge de la producción de maquinaria agrícola en ese país se basó, en gran medida, en uno de los pilares del “milagro brasileño”: el retraso salarial. Como dato, podemos señalar que entre 1959 y 1973, el salario mínimo real de la industria cayó un 61 %.2 Como hemos señalado en otros artículos, los salarios metalmecánicos en Brasil disminuyeron en este período, mientras la productividad del trabajo aumentaba de forma constante.3 Mientras tanto, en la Argentina, una de las principales quejas de la patronal del sector era la “agitación sindical” y el poder de los trabajadores en las negociaciones colectivas, que les permitían mejores salarios en comparación con sus camaradas brasileños.4 Entonces, la existencia de materia prima en cantidades suficientes a bajo precio y las ventajas salariales funcionaron como atracción para la instalación de los capitales líderes en Brasil. A partir de mediados de los ‘70, los fabricantes de tractores (como Massey Ferguson) y otros grandes grupos, como John Deere, se volcaron también a la producción de cosechadoras, instalando plantas con una capacidad que superaba las necesidades del mercado interno. Es decir, utilizaron a Brasil como una base de exportación al resto del continente, dadas las ventajas que ofrecía en sus costos.
La recesión de 1981-83, como en otros países, afectó al sector. Pero luego la actividad recuperó su ritmo ascendente. Otra vez, fue importante el congelamiento salarial que implantó el Plan Bresser de 1987, continuado por el Plan Verano de 1989, que establecía nuevos congelamientos. Con una regular producción en los ‘90, a partir de la primera década de este siglo la producción y las exportaciones aumentaron nuevamente. Esto se debió a varios factores, como la devaluación del real, precios agrícolas en alza y créditos accesibles para compra de maquinaria agrícola, instituidos por el programa Moderfrota.5 Entre 2002 y 2008, la producción promedio fue de 49.774 unidades. A pesar de la revaluación del real, que provocó una caída de la producción y de las ventas en 2005 y 2006 por el aumento de los costos de insumos y salarios, en 2008 la producción del sector alcanzó su récord con 69.919 tractores y 8.470 cosechadoras. En consonancia, este último año las exportaciones alcanzaron las 29.298 unidades, 37,4% de la producción total. En contrapartida, las ventas de importadas en 2008 sólo significaron un 3,45% del mercado interno brasileño.

Lejos

El principal mercado de Brasil es la Argentina, con un 26% de las exportaciones, seguido de Paraguay con el 9%, y Estados Unidos y Sudáfrica con 6,5% cada uno. Desde 1999 hasta 2008, Brasil exportó a la Argentina maquinaria agrícola por un valor de 1.825 millones de dólares, mientras que importó desde Argentina sólo por 12 millones de dólares. En el mismo período, la producción brasileña osciló entre las 26.000 y 78.300 unidades; mientras que en la Argentina el rango se ubicó entre las 250 y 2.300. Este volumen de producción, y las diferencias mencionadas, permiten entender por qué Brasil es líder en América Latina y uno de sus principales proveedores, mientras que la Argentina no pudo establecerse como competidor a nivel regional. Le cabe a Brasil ser el único país de la región que mantuvo un saldo positivo en la balanza comercial de la actividad.6
La capacidad de producción de las plantas brasileñas “en muchos casos multiplican 150 veces la capacidad de venta de un modelo determinado de tractor o cosechadora nacional, dificultando el logro de competitividad [de la Argentina] en esos rubros”.7 En este sentido, las plantas de maquinaria agrícola en Argentina son “pequeñas y con escalas que dificultan alcanzar competitividad internacional en términos de costos y tecnologías”. Muestra de ello es que, en la Argentina, alrededor del 80% de los tractores y cosechadoras vendidos son importados, en su gran mayoría del Brasil.8 Durante 2008, a pesar de la ventaja cambiaria del peso sobre el real, ingresaron en la Argentina 6.088 tractores y 1.401 cosechadoras brasileñas. Puede comprenderse en estas condiciones la dificultad de los capitales argentinos para competir, no sólo en los mercados sudamericanos, sino también en el propio. De todas formas, si observamos el mercado mundial, tampoco los “envidiados” vecinos tienen un lugar privilegiado.

El mercado mundial en vísperas de la crisis

El mercado mundial de cosechadoras y tractores está dominado por seis grupos económicos: John Deere; CNH; AGCO (que opera en más de 140 países con 13 marcas registradas); Claas, de Alemania; y SAME Deutz-Fahr (propietaria de Lamborghini y de la suiza Hürlimann). En 2005, el valor de la producción mundial alcanzó los 60 mil millones de dólares: John Deere representó un 23%, mientras CNH 20%, AGCO acaparó un 5%, y SAME y Claas un 2% cada una.
El mercado mundial en los últimos años mostró mayor dinamismo en Asia. En 2006-2007, la mayor parte del valor del comercio mundial en el rubro se dirigió a China (17%), Corea y Taiwán (10% cada uno); mercados en los que tanto Argentina como Brasil registraron una escasa inserción. Fuera de esa región, EE.UU. acaparó el 12% del comercio mundial y Alemania el 6%.9 En 2007, se registraron exportaciones a nivel mundial de tractores y cosechadoras por 18.217 millones de dólares, figurando la Argentina como el segundo importador mundial de cosechadoras, detrás de Canadá. La participación de Brasil fue sólo del 4,4%, lejos de Alemania, Estados Unidos e Italia que representaron el 51%.10 La Argentina tuvo una participación 34 veces menor, con un 0,13%, en el mejor año de exportaciones del país en este siglo.

Perspectivas

En la Argentina, el primer trimestre de 2009 marcó un desplome del 58% en las ventas, al nivel promedio de 2002. Unos meses han bastado para tragarse siete años de “recuperación”. Los representantes de la cámara patronal señalaron que, con suerte, llegarían a marzo de 2010. Un caso testigo de la crisis es el de la histórica Bernardín, cuyos trabajadores tomaron la planta a fines de junio, con salarios adeudados desde marzo.
En Brasil, si bien 2008 marcó un récord de producción y exportaciones, los últimos meses siguieron la misma tendencia que en la Argentina. Entre mayo de 2008 y mayo de 2009, las ventas internas de tractores cayeron en un 3,2% y las de cosechadoras en 31,3%. Las exportaciones lo hicieron en 47% y 59% respectivamente. Como suele ocurrir, la variable de ajuste que utilizó la burguesía (también la brasileña) ha sido el trabajador. El año se inició en Brasil con el despido de 502 obreros en John Deere.11 Luego, dirigentes metalúrgicos de diferentes regiones aceptaron la reducción salarial y de jornada, para evitar los despidos; medida resistida por un sector importante de los trabajadores con movilizaciones en las calles.12 En definitiva, a mayo de 2009, 2.660 obreros quedaron desempleados, lo que representa un 15% de la fuerza de trabajo del sector. En la Argentina, la situación no es muy distinta: en julio, los obreros de la rama decretaron una huelga reclamando un aumento base del 18%.13 La patronal, por su parte, amenazó con una reducción del empleo en un 50%.14
Como vemos, la crisis ha comenzado a dejar secuelas, golpeando a los capitales más débiles y a los que aparentaban buena salud, como parecía ser el caso de Brasil. Mientras tanto, en una película repetida, la burguesía se alista para descargar los efectos sobre los trabajadores.

Participación porcentual de diferentes países en el total de exportaciones de cosechadoras y tractores (2007), según valores de la exportación.
Fuente: elaboración propia en base a ExportAr (2008).

Gráfico: evolución de producción de tractores en Brasil y Argentina, 1989-2008, en unidades.
Fuente: elaboración propia en base a Anuario ANFAVEA 2009 y Estadísticas de productos industriales, 2009, INDEC.

NOTAS
1Proyección Rural, nº 22, octubre de 1969.
2Anuário da indústria automobilística brasileira – 2006; Anfavea, San Pablo, 2007, p. 110.
3Harari, Ianina: “La alegría no siempre es brasileña”, en El Aromo, nº 44, 2008.
4Russo, R.: Argentina ante el mundo, IARI, Buenos Aires, 1976.
5Anuário…op cit, p. 156.
6Donoso, Jorge: Situación del sector de maquinaria agrícola en América Latina, STRAT, Rosario, 2007.
7Lódola, Agustín et al.: Maquinaria agrícola, estructura agraria y demandantes, UNLP, 2005, p. 13.
8Informe de coyuntura de la industria de maquinaria agrícola, INDEC, primer trimestre año 2009, p. 5.
9Plan de promoción sectorial. Maquinaria agrícola, Fundación ExportAr, 2008.
10Considerando todos los rubros de maquinaria agrícola, la participación brasileña se reduce al 2,9 %.
11La Nación (Paraguay), 24/1/2009.
12El Cronista, 10/8/2009.
13Campo diario, 23/7/2009, en www.campodiario.com.ar.
14Puntal, Río Cuarto, 10/8/2009, en www.puntal.com.ar.

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