Trotkistas chayanovianos – Por Ezequiel Flores

en El Aromo n° 88

vid cosechaEl programa del PTS para los viticultores mendocinos.

La provincia de Mendoza se ha convertido en el bastión electoral del PTS. Para tratar de entender esa inserción política, indagamos en el programa que levanta el PTS para la actividad vitivinícola, que ha caracterizado históricamente a la economía mendocina y que hoy moviliza cerca de 115.069 trabajadores y una masa importante de llamados pequeños productores.

Por Ezequiel Flores* (TES – CEICS)

La provincia de Mendoza se ha convertido en un baluarte electoral del PTS. Tal es así, que los 70 mil votos cosechados en las PASO en esa provincia fueron centrales para definir la interna del FIT a favor de este partido. Para tratar de entender esa inserción política, aquí indagamos en el programa que levanta el PTS para la actividad vitivinícola, que ha caracterizado históricamente a la economía mendocina y que hoy moviliza cerca de 115.069 trabajadores y una masa importante de llamados pequeños productores.

Por las tierras de Nico

Mendoza, con 160.982 hectáreas de vid, concentra el 71% de la superficie dedicada a este cultivo en el país. La misma se distribuye en 16.812 explotaciones en manos de 12.932 propietarios. Según su escala, podemos distinguir tres grandes tipos de propiedad.

Del total de esos viñedos, solo el 2% son propiedades con una extensión superior a las 50 hectáreas, que se orientan a la producción de distintas variedades de uva fina. Son explotaciones con acceso al crédito, que habilitan una mayor inversión de capital -protector antigranizo, riego artificial, cultivo mediante espaldero alto[1], cosechadora mecánica- a la vez que emplean escasa cantidad de mano de obra permanente -2 obreros cada 30 ha-. Por su parte, las propiedades de entre 15 a 50 has, representan el 12% y cuentan con menor nivel tecnológico, aunque suficiente para diversificar su producción hacia uvas finas. Finalmente, el 77% de los viñedos restantes cuentan con superficies inferiores a las establecidas para garantizar la rentabilidad. Mientras que la unidad económica mínima para desarrollar un proceso de acumulación está fijada en 15 hectáreas, estos últimos cuentan con extensiones menores a las 10 hectáreas. Se trata de explotaciones con las siguientes características en común: mano de obra familiar, baja tecnificación, altos costos de recambio de varietales, dificultades para acceder al crédito, dificultades de acceso al riego.

El PTS entiende a este último conjunto como “pequeños productores”. Sin embargo, esta caracterización nada nos dice acerca de su pertenencia de clase y situación frente al desarrollo del capital. Es más, pasa por alto un elemento central que implica una fractura en ese mar de productores: el hecho de que una parte de esos pequeños productores explotan fuerza de trabajo asalariada para las tareas estacionales, principalmente la cosecha, mientras que otros salen a vender su fuerza de trabajo. Es necesario, entonces, ver más de cerca para develar qué se esconde detrás de tal ambigua categoría.

La proliferación de pequeños viñedos en Mendoza se remonta a la expansión de la rama en la provincia a finales del siglo XIX. Desde entonces, el cultivo de uvas de baja calidad enológica orientó la actividad vinícola hacia la manufactura de vino de mesa o común, destinado casi exclusivamente al mercado interno. No obstante, en 1990, a partir de la reducción del consumo en el mercado interno y con el aumento de la inversión extranjera, se reorganizó la actividad priorizándose el cultivo de uvas finas para la elaboración de vinos de media y alta gama. Esto produjo un aumento de la escala en la actividad, acelerando el proceso de pauperización y proletarización de la pequeña burguesía vitivinícola. El cooperativismo siempre ha sido una forma recurrente utilizada por pequeños productores a los fines de compensar las limitaciones que le impone su baja escala. El mejor ejemplo de esta estrategia es la cooperativa de segundo grado FeCoVita, que aglutina a 5.000 pequeños productores a través de 30 asociaciones, la mayoría de las cuales no admite nuevos miembros. Contar con esta estructura les permite integrarse a distintas fases del proceso productivo, acceder al crédito, garantizar precios de venta estables y gestionar subsidios.[2]

Los restantes 7.000 viñateros se dispersan en cooperativas más reducidas. A pesar de que el cooperativismo les permite reducir costos de producción, se encuentran más expuestos a los cambios en la dinámica del mercado en la rama y a las condiciones climáticas –impactos del granizo y heladas-. En este último grupo, nadie logra su reproducción social estrictamente a partir de la comercialización de la vid. De manera creciente, deben complementar sus ingresos mediante la venta de su fuerza de trabajo. Fundamentalmente, se emplean en cultivos ajenos –viñedos, pero también otros frutales-, cumpliendo tareas de mantenimiento y cosecha. Esto nos indica que estamos en presencia de una fracción rural de pequeña burguesía en vías de proletarización. En otros casos, incluso se registran claros ejemplos de proletarización completa: bajo la forma de agricultura por contrato, pequeños productores comprometen la producción, por plazos de dos o tres años, a una misma bodega que les brinda todos los insumos necesarios, incluyendo asesoramiento técnico, que serán descontados al momento de entregar la cosecha.

Mediante una serie de programas, el Estado subsidia a la pequeña burguesía vitivinícola amortiguando su pauperización. Desde el 2011, financiado con fondos provenientes de las retenciones a las exportaciones sobre este cultivo, el “Programa Maquinaria Agrícola Comunitaria” entrega tractores e implementos agrícolas a viñateros asociados cuyas superficies cultivadas sean menores a 20 ha. En el mismo sentido, en febrero de este año, el gobierno de Mendoza lanzó el “Plan Cosecha 2015”, que entrega subsidios de $4.000 por hectárea –con un tope de $20.000 por productor- para la cosecha y el acarreo de uva a aquellas explotaciones que no superan las 20 ha[3]. Por último, en abril de este año se lanzó el “Proyecto de Asociatividad para la Vitivinicultura”, mediante el cual se busca subsidiar a cooperativas de pequeños viñateros y bodegueros de Mendoza y San Juan, brindándoles maquinarias, insumos y capacitación técnica. Además, se mejoraron las condiciones de producción con el tendido eléctrico, créditos para la compra de tractores o mallas antigranizo, etc[4].

A pesar de estos esfuerzos de contención estatal, la realidad se impone. Al acumularse un sobrante de stock de vino por $200.000.000, el precio de la uva cayó, reduciendo aún más los escasos márgenes de rentabilidad de los “pequeños productores” vitícolas. Eventualmente, la crisis los fuerza a vender, a muy bajo precio, lo único que les queda: los viñedos. En ese contexto, en el mes de enero miles de pequeñoburgueses viñateros marcharon hacia la casa de gobierno provincial, exigiendo al Estado que compre el sobrestock de vino.[5]

“Contra los pulpos”

Según plantean los compañeros del PTS, son los “pulpos bodegueros” mendocinos los que especulan con los precios de la vid, descargando la crisis sobre que los pequeños productores vitivinícolas. Ante ese escenario, desarrollan un programa de unidad entre trabajadores rurales y “pequeños productores”[6]. A la vez que levantan la consigna de ingreso interzafra y salario en blanco igual a la canasta familiar para los obreros rurales transitorios, proponen llevar adelante “un programa de subsidios, créditos especiales y exenciones impositivas a los pequeños productores.” Además, para “salvaguardar la producción a futuro de cientos de pequeños productores, se propone la estatización de estas grandes bodegas bajo gestión de sus trabajadores.”[7]

El PTS repite así, para el caso mendocino, la misma salida que ya propugnaba durante el “conflicto del campo” de 2008: repartir las tierras entre pequeños productores, otorgarles créditos y garantizarles el precio que necesiten. En resumen, expropiar a la burguesía, para recrear la pequeña propiedad.[8]

Entrampado

Como vimos, la tendencia general que opera en la rama desde hace por lo menos 20 años no es la potencialidad productiva de la masa de pequeña burguesía vitícola, sino su pauperización y proletarización. La crisis no hace más que acelerar este proceso. Esto no quiere decir que los “pequeños productores” se vean perjudicados por la especulación de precios de los “pulpos monopólicos” bodegueros, como plantean los compañeros del PTS. Por el contrario, lo que vemos es el despliegue de la lógica de concentración y centralización del capital: menos capitales más productivos. Esta tendencia opera también en el agro, aunque de manera más lenta que en la industria.

La gravedad del asunto resulta en que, en la provincia que le permitió ganar la interna del FIT durante las PASO, la política del PTS no supera el reformismo. Ni si quiera se delimita de las medidas que implementa el Estado actualmente: subsidiar al pequeño capital. De esta manera, los compañeros del PTS caen en la trampa del llanto pequeñoburgués, proponiendo una salida inviable. A la vez, escinden de la clase obrera a aquellos que se han proletarizado completamente al no reconocerlos como proletarios rurales. En el marco general de descomposición de relaciones sociales capitalistas en Argentina, ninguna política revolucionaria puede pretender alimentar las ilusiones en el pequeño capital. Si queremos superar las limitaciones que esta experiencia nacional nos deja, no debemos apuntar a aliarnos con una fracción de la burguesía sino a concentrar los medios de producción en manos de un Estado obrero en transición al socialismo. Para ello, hay que empezar por restituir la unidad política de la clase obrera, bajo un programa socialista y revolucionario.


*Con la colaboración de Agustín Aizaga.

[1]A diferencia de la parra, este sistema permite la mecanización de labores, demandantes de gran cantidad de mano de obra como por ejemplo, el despampanado, la prepoda y la cosecha.

[2]FeCoVita es propietaria de cuatro industrias: vinos de mercado interno –Toro FeCoVita y Resero FeCoVita-; vinos de mediana y alta gama –Bodega Estancia Mendoza-; mostos concentrados – Concentrados FeCoVita-. Es la primera en el mercado interno y tercera exportadora de Argentina y lidera el segmento tetrabrick.

[3]http://goo.gl/jJ4AAj

[4]http://goo.gl/Jezfc9

[5]http://goo.gl/a6cvDC

[6]http://goo.gl/y0xwTx

[7]http://goo.gl/17vwY4

[8]Para una crítica de la posición del PTS durante el conflicto del campo, véase Sartelli et. al.: Patrones en la ruta, Ediciones ryr, 2008.

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