Sobre el 1° de Mayo

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El primero de mayo de 1886 el movimiento obrero norteamericano se lanza a las calles para reclamar una de sus principales reivindcaciones: jornada laboral de 8. Chicago encabeza el movimiento con 30.000 trabajadores en huelga. La respuesta patronal va a ser de la empresa Mc Cormick, quien contrata rompehuelgas y al día siguiente decide castigar a los rebeldes. 12.000 obreros se quedan sin trabajo. El 2 se organiza un acto liderado por A. Spies. En medio de su discurso, 6.000 trabajadores en paro recriminan su actitud a los esquiroles que justo salían de las fábricas. El tumulto desencadena la feroz represión policial. El saldo: 6 muertos y centenares de heridos. Crece el número de huelguistas como así también la represión a sus dirigentes, en su mayoría de origen anarquista. La revuelta de Haymarket, el 4 de mayo en repudio a la represión, va a desembocar en luchas, detenciones masivas y juicio contra los dirigentes del movimiento.

Los jueces (desnudando el carácter de clase de la justicia) decretaron la pena máxima: la muerte en la horca. 8 anarquistas vinculados a la IWPA (organización que posteriormente filiará con el anarcosindicalismo) fueron condenados por su participación como dirigentes de los sucesos. Estos Mártires de Chicago indicaron el camino de la lucha. La historia de la clase obrera narra sucesos como estos, plagados de acciones heroicas así como también de muertes. Hoy día conservan su valor como hitos de la historia de nuestra clase. Porque enseñan el camino a seguir más allá de los escollos e incluso de los resultados inmediatos.
Aquí, elementos sobre la historia de lucha de la clase obrera argentina, de ayer y de hoy.

«La represión de la identidad clasista es una necesidad imperiosa: ciudadanos sí, obreros no. Argentinos sí, obreros no. En el peor de los casos, ciudadanos argentinos obreos pero obreros solos, no. «Obrero» independiente, obrero nada más, eso es «desorden». Y es correcto: en el caos del mundo burgués, la revolución. (…) La «bandera nacional» y la «constitución» son los marcos reordenadores del orgen burgués desquiciado. El «trabajo libre» es su logro mayor: obreros transformados en átomos, negada la posibilidad de una representación colectiva, este obrero contra este patrón, individuo frente a individuo. Nación y democracia burguesa son la máxima expresión de la individualización y desorganización de la clase obrera. Trabajo libre, flexibilidad laboral, no son otra cosa que la fuerza bruta del mercado, es decir, de la burguesía, atropellando individuos indefensos. Destruir, cortar, tronchar, despedazar: objetivos clave de la burguesía ayer y hoy.

No debería resultar sorprendente que hoy, con la Plaza de Mayo recuperada para el Primero de Mayo socialista, asistamos al mismo tipo de maniobras. Ante cada conato de independencia, la burguesía agitará siempre el nacionalismo y la democracia como armas contra el proletariado, incitándolo a unirse «fraternalmente» a sus enemigos de clase».

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