Reseñas de «La Herencia. Cuentos piqueteros»

en El Aromo n° 25

Beba Balvé

La fundadora y directora de CICSO, sobre “La Herencia. Cuentos Piqueteros”, de Rosana López Rodriguez, en la Fiesta del Libro de Mercedes, provincia de Buenos Aires, julio de 2005.

Yo formo parte de una generación -de una escuela- que siempre entendió que la Sociología, la Historia y la Antropología tenían que estar en contacto directo con el Arte y la Cultura. Sobre todo porque cada período histórico tiene su propia estética y es importante ser sensible ante los problemas sociales para entender realmente los procesos sociales. Por ejemplo, así como en la década del ‘60 y ‘70 era la época de las grandes movilizaciones obreras, columnas de obreros en su lucha por salarios o por reivindicaciones políticas, y la imagen que uno tiene es de grandes columnas de obreros, hoy lo que tenemos es el piquete y sobre todo por ocupados y desocupados. Antes iban desde la producción hacia la sociedad, hoy los tenemos desde la sociedad misma, interviniendo ocupados y desocupados, hacia la producción. Un cambio bastante importante dentro de la cosmovisión de la sociedad.

El arte, y todas las manifestaciones de la cultura, ilustran acerca de la época. Es decir, uno puede leer muchos libros, pero si no tiene una imagen total que incorpora el aspecto de la estética de la época no se entiende de por sí. Eso va a ser muy importante para explicar el libro Lucha de calles. Lucha de clases, que lo hacemos con un grupo de artistas plásticos. Entrando en el libro de Rosana, ella enfatiza al principio, muy bien descripto, el problema de que, no solamente cada intelectual, cada poeta, cada escritor o cada pintor, expresa la época ya sea en avance o descomposición, sino también de la importancia de tener un programa para elaborar cualquier actividad intelectual. Está muy bien desarrollado en el libro ese tema.

Voy, entonces, al siguiente tema. Después de que leo la introducción y leo todo el libro, y veo como tiene encadenados y ordenados los distintos cuentos, evidentemente el libro muestra que tiene un programa. Porque empieza con la relación de un niño de tres años con el hermanito mayor, una relación bien familiar; después pasa a relaciones de adolescentes entre sí y con la familia; después a otros chicos más grandes que experimentan el desalojo de una familia que había ocupado una casa porque eran gente que habían quedado en la calle; después la relación de una adolescente que iba por primera vez a un acto político y descubre al orador fogoso que hablaba desde la tribuna y la imagen del hombre, el hombre con potencia; después un militar o un intelectual que debe empuñar su arma ante un hecho concreto y descubre que el que está disfrazado de soldado es una mujer; y el último cuento de una niña que le regalan El  Principito, Principito que un muchacho se lo dona al padre, que era kiosquero, y en el momento que termina de regalárselo «desaparece» porque lo secuestra un coche. Es como si uno estuviera viendo un libro de Engels que se llama El origen de la familia, la propiedad privada y el Estado, que va entrando por la familia, va hacia la sociedad y hacia el ámbito de la lucha y todas las conquistas y las pérdidas. Es un libro importante para cualquier persona que estudie psicología de masas. Porque una de las cosas que nadie entiende son las contradicciones que hay en el propio campo del pueblo, aunque estén juntos en un sindicato, en una escuela, en un partido o en la calle en un acto de masas. Porque son distintas historias que van procesando las personas -que, además, le van viniendo, “genéticamente”, por la memoria, el programa de la familia y de los padres- y que se pueden juntar ante un hecho concreto. Pero la forma como se posicionan respecto de ese hecho es diferente según el hecho social de que se trate y la historia individual. Entonces, si usted lee este libro y lo piensa así, se va a dar cuenta cómo va mostrando las distintas posturas: la formación de la familia, hábitos, etc., que después constituyen a una persona que interviene en la vida político social. Me pareció maravilloso.


Elizabeth Juárez

Estudiante de historia del profesorado Braun M.enéndez, provincia de Buenos Aires.

La herencia. Cuentos piqueteros, es un libro en el cual la vida de cada persona puede repetirse en la obra, siempre que la vida de esa persona se produzca y reproduzca dentro de una situación de clase, la obrera, la de la pequeña burguesía, la piquetera (consciente o inconsciente) y la pertenencia a un género, el femenino. Cuando una novela muestra la realidad desde la situación de clase y de género y se apoya en un programa político, el producto es interesantísimo. Dije novela y pareció impersonal, pero antes y detrás de la novela se encuentra una autora, que desde el prólogo establece que hace una literatura desde un programa político, como expresión de una voluntad colectiva en la lucha de clases. Permitir la existencia de protagonistas como Eva, Juliana y otras, desafía al lector a entender a la mujer dentro de la acción y de la lucha, como partícipe y no como objeto o como espectadora. Retratar a mujeres que, lejos del papel heroico o de ficción, dieron un paso para reivindicar la acción desde la lucha para su género. Me permitió, como a esa mujer-madre del cuento “La herencia”, reencontrarme con un libro también de mi infancia, El Principito, y descubrir el retrato de las mujeres y el amor, en esa rosa forrada de espinas, recordar quiénes eran los faroleros y quiénes querían robar las estrellas y los vínculos entre los hombres, vínculos de amistad; y me permitió también “querer por primera vez que los lazos verdaderos, los fundamentales, fueran visibles.”


Revista Sudestada

Reseña de Matías Fernández en Revista Sudestada nº43, octubre 2005.

El título de la obra de Rosana López Rodriguez, “La Herencia: Cuentos Piqueteros”, puede presuponer, no sin prejuicio, una literatura panfletaria plagada de acciones y vacía de recursos literarios. Nada más alejado de lo que se trata ésta obra ni, tampoco, de lo que significan las luchas reivindicativas.

Esta militante del feminismo y las luchas sociales, comprendió que la conciencia se genera por una mirada auténtica de la realidad circundante.

La conciencia social y el feminismo son los temas que subyacen en la mayoría de estos escritos y que la autora logra unir sobre todo en “La herencia”, el que da título a la obra. Allí, la protagonista en su infancia despierta una conciencia terrible y necesaria cuando un hombre, minutos antes de que los militares lo secuestraran, le regala El Principito. Con la lectura del libro de Exupéry, la niña cuestiona el rol de la mujer: “No le gustaba ser una rosa que pretendiera todo de la persona amada sin entregar a cambio sino su belleza y perfuma (…) Ella no quería ser rosa, quería ser zorro. Quería que por primera vez los lazos verdaderos, los fundamentales, fueran visibles”.

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