Por una Historia Crítica – Blas Costes

en El Aromo nº 92

enehPor una Historia Crítica. Un Balance del Encuentro Nacional de Estudiantes de Historia (ENEH), Rosario 22 al 24 de septiembre.

La disciplina está anquilosada, más aún su enseñanza. Tomemos el problema en nuestras manos: reclamemos la formación que vinimos a buscar. Que no nos contenten con ser transmisores de su historia conservadora. Impulsemos una Historia Crítica.

Blas Costes

Razón y Revolución-Santa Fe


Se suponía que el encuentro fue gestionado por estudiantes de Historia y que debía un espacio alternativo a las Jornadas Interescuelas, organizadas por la Academia. Sin embargo, este año el cronograma del evento ya mostraba que las intenciones eran otras. Por ejemplo, no había ningún taller destinado a discutir el principal problema de los estudiantes de todo el país, lo arcaico e inútil de nuestra formación y de los programas de estudios.

El encuentro estuvo lleno de ponencias sobre temas acotados, sin ejes políticos claros que las articularan. Parecía solo un evento más para juntar papelitos en la carrera académica. Al tiempo que el espacio destinado a la deliberación asamblearia estaba reducida a un mínimo. Participaron delegaciones de Tucumán, La Plata, Córdoba, Luján, Buenos Aires, con alrededor de 70 compañeros, que se trasladaron a Rosario. Hubo también una pobre asistencia de estudiantes locales, ya que el grupo organizador no se molestó en promoverla . Ni siquiera gestionó el levantamiento de las clases.

Hace no muchos años, la combatividad de los estudiantes de Historia convirtió a Jornadas Interescuelas en un gigantesco espacio de deliberación, con asambleas que ocupaban gran parte del evento y discusiones en las mesas donde los historiadores consagrados eran cuestionados. Esto llegó al punto en el cual la cúpula académica -en ese entonces Romero, Hilda Sábato y compañía- decidió dejar de ir, porque las Jornadas eran demasiado políticas y los estudiantes les molestaban. Lamentablemente, hoy vivimos el proceso inverso: el encuentro de estudiantes se ha institucionalizado, a tal punto que parece un encuentro académico más.

 ¿Transmisores?

En la conferencia Inaugural, habló la directora de la Escuela de Historia, Cristina Viano y un par de estudiantes. La carrera de Historia, en Rosario, es un claro ejemplo de los problemas que enfrentamos los estudiantes de Historia en todo el país. Es una carrera con altísima deserción, debido a sus  malos horarios, su plan de estudios positivista y su enfoque un enciclopedista. Para colmo, las condiciones edilicias en las que cursamos ponen cotidianamente en riesgo nuestras vidas, mientras las autoridades nos presionan una y otra vez para seguir asistiendo a un edificio que claramente no está en condiciones. El año pasado,  un blindex, que se cayó, le cortó el cuello a una estudiante y hace tan solo dos semanas, se cayó la puerta de entrada de blindex. Es vergonzoso que, en lugar de cuestionar esta realidad  e interpelar a sus responsables, les cedamos nuestro lugar como estudiantes en nuestro propio congreso, para que nos digan unas bonitas palabras de bienvenida.

En ese acto inaugural, hablaron cuatro estudiantes y Cristina Viano. De los estudiantes, dos eran independientes, una de Patria Grande y la otra del PCR. Este grupo, en todo momento se arrogó la representación de la “regional Rosario”, sin haber convocado siquiera una asamblea de la Comisión de Historia para discutir  qué posturas se llevarían al evento o su forma de organización. En cambio, optaron por convertirlo en una vuelta más de su rosca con la gestión. De ahí, la invitación a la directora de la carrera a inaugurar el evento y su propuesta de que este acto desplazara la Asamblea prevista.

En uso de la palabra, Viano se explayó sobre un proyecto de investigación sobre los estudiantes desaparecidos de nuestra carrera, en Rosario. Se olvidó de explicar si eran militantes revolucionarios o qué hacían además de estudiar Historia. Mostró una serie de fotos sin sentido, irrelevantes para el problema del que trata la investigación. Luego de esto, habló del rol del historiador, poniendo como único leitmotiv la posibilidad de “transmitir conocimiento”. Es decir, no se trata de desarrollar la ciencia, sino de transferir el conocimiento existente (que es, en forma dominante, el que producen las autoridades). Intentan convertir a los alumnos en meros (y pasivos) conductos.

 Finalmente, la asamblea

Reunidos en el patio de la Facultad, preparamos un temario en el cual se discutirían básicamente dos cosas: cuestiones de forma, y balances y perspectivas del encuentro. Un grupo de compañeros pidieron que antes se resolviera una cuestión que había quedado en el tintero desde el anterior encuentro: la forma de votación en la asamblea. El interior, en su totalidad, planteaba que se vote por región y que cada voto valga por dos. Los compañeros de UBA plantearon que era necesario que el voto sea por persona. Finalmente se votó a favor del voto por región, método burocrático que supone que en la asamblea no surgirán discusiones inmediatas a resolver, sin antes haber sido debatidas en asambleas de regional, además de ser el mismo método con el que la burocracia sindical sostiene sus lugares de poder. Por ejemplo, en SUTEBA, Baradel gana tres pueblos de mil habitantes y tiene más importancia que la multicolor que ganó La Matanza. ¿Por qué el voto de Rosario (que siendo sede del encuentro, no logró llevar seis estudiantes a la asamblea) debe valer igual que el de la UBA, que llevó 16? Por otra parte, no había ningún mecanismo de verificación que asegurase que esos “representantes regionales” tuvieran algún mandato colectivo.

Esta discusión, formal y realmente elemental, agotó una hora y media de una asamblea que se pretendía de tres horas. Para avanzar con la discusión, compañeros de la UBA comenzaron haciendo un balance sobre los encuentros anteriores y proponiendo pre-encuentros. Los estudiantes, nuevamente, se enfrascaron en discusiones de formas. Estaban más preocupados en el cómo que en el para qué. Hasta ahí la única propuesta concreta era agregar preencuentros, pero no se entendía la finalidad de los mismos. En síntesis: ¿para qué nos reunimos los estudiantes de historia?

Por nuestra parte, planteamos la necesidad de definir el objetivo del encuentro. Luego, criticamos el carácter academicista que estaba tomando el evento e hicimos hincapié en la obligación de transformar este encuentro en un espacio de discusión política, donde pensemos cómo intervenir, como historiadores, en la lucha de clases en un sentido revolucionario.

Criticamos la posición expresada por la Directora de la Escuela de Historia, según la cual los historiadores somos “transmisores” de conocimiento y explicamos que esta posición de las autoridades explica muchos de los problemas de nuestras carreras que no nos forman para crear conocimiento, sino para reproducir el existente. Propusimos organizar comisiones de trabajo por facultad, para investigar los programas de estudios y los problemas concretos de cada carrera. El propósito es elaborar balances por regional y llevarlos a las próximas Jornadas Interescuelas de Mar del Plata, en 2017. En ella, deberíamos realizar una asamblea que tome estos balances, los discuta y vote un plan de lucha nacional, que nos lleve a reformar todas las carreras de Historia del país. Luego de nuestra moción, lamentablemente se volvió al debate formal.  A los pocos minutos, y sin resolver nada, debimos levantar la asamblea por el cierre de la facultad.

Entonces, se decidió continuar la asamblea el viernes, lo que generó otra disputa con el grupo organizador local, que quería que esta se hiciera después del festival de música…O sea, que no se hiciera. Ese día, el temario se vio interrumpido, porque las autoridades se negaban a cubrir con fondos de la Facultad el costo del gimnasio donde dormían los compañeros de otras provincias. Con lo cual, quedaban a punto de quedarse en la calle.  Nuevamente, estudiantes del grupo organizador rechazaron toda medida de lucha y propusieron negociar con las autoridades…

Lo importante quedó para lo último: se mocionó a favor de apoyar y difundir la lucha de los estudiantes cordobeses contra el intento de una Reforma Universitaria regresiva y se votó  a favor de nuestra propuesta de formar comisiones de trabajo para efectuar balances de los programas de estudios, para el próximo año en interescuelas poder poner en marcha un plan de lucha nacional.

¿Y ahora?

Claro está que el encuentro tiene mucho para ser superado.  Por eso, es necesario que todos los que observamos los límites del encuentro nos organicemos para poder hacerlo avanzar, a pesar del deseo de ciertos compañeros que (adrede o por ingenuidad) repiten el credo académico. Es nuestra obligación poner en pie una federación de estudiantes de historia que sea punta de lanza del movimiento estudiantil, ligado a la lucha de la clase obrera. Hay que discutir y elaborar un programa para  mejorar las condiciones de estudio y nuestros horizontes como profesionales. Es necesario pasar a la acción con actividades concretas. Junto con la campaña por la reforma de los planes de estudios, debemos gestionar, desde ahora, el pago por parte de la facultad del costo de los viajes a Interescuelas y a los Encuentros Nacionales de Estudiantes de Historia. Para que todos los estudiantes puedan viajar. En definitiva, necesitamos una Federación de estudiantes que no sea un sello burocrático al servicio de la rosca académica, sino una herramienta que logre una transformación real. Solo así podremos suprimir la división en claustros, conquistar la elección directa por voto unipersonal de los directores de las carreras y reformar los planes de estudios. No es una carrera, no es una facultad. Este es un problema nacional, tomémoslo como tal. La disciplina está anquilosada, más aún su enseñanza. Tomemos el problema en nuestras manos: reclamemos la formación que vinimos a buscar. Que no nos contenten con ser transmisores de su historia conservadora. Impulsemos una Historia Crítica. Reformemos las careras en consonancia. Demos vuelta la historia.

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