Por un congreso de luchadores por la educación

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Desde hace varias semanas se viene dando un proceso de toma de escuelas por parte de los estudiantes secundarios de diversos colegios de la Ciudad de Buenos Aires. Este hecho no es desconocido para el público en general. Efectivamente, los medios de comunicación se encargaron de garantizar la cobertura de muchas de estas tomas e inclusive les dieron entrevistas a los estudiantes que dirigen estas medidas de lucha. No obstante, estos medios conspiran contra ellas. Por un lado, se trata de ocultar los motivos reales de la medida y, por otro, se deslegitima el método. Expliquemos estos puntos.

Primero. Se intenta ocultar deliberadamente cuales son los motivos reales que empujan a los estudiantes a llevar adelante estas medidas de fuerza, a saber, la “escuela del futuro”. ¿Qué es lo que se sabe del proyecto actual? Si bien no hay información clara acerca de su implementación (lo que de por sí es un hecho grave) se sabe que tiene una serie de elementos degradan aún más la formación actual de los estudiantes de la capital. Veamos. 1) Se reduce el tiempo de exposición de los profesores los cuales verán materias fusionadas en áreas. Se supone que la mayor parte del tiempo escolar se destinará a que nosotros realicemos por nuestra cuenta. En este  esquema, el docente pasa a ser un “facilitador” del trabajo autónomo del alumno. Pero lo cierto es que, en caso de aplicarse, redundará en menos contenidos. 2) Se avanza hacia una tercerización del espacio de aprendizaje dado que gran parte de la cursada se desarrollará fuera de las escuelas en lugares como clubes, comedores, ONGS, instituciones artísticas, culturales y sociales, organismos públicos. De hecho, el programa nacional ya tiene nombre: “la escuela sale del aula”. 3) Por último, se plantea que el último año del secundario pase a ser un “año integrador y formativo del más allá de la escuela”. Proponen que la mitad del tiempo se dedique al emprendedurismo y a las pasantías en las empresas. Dicen que ahora nos van a dar la “experiencia laboral” que necesitamos para conseguir un trabajo. Pero, hoy los jóvenes solo conseguimos empleos precarios e inestables y no hay trabajo para los que tienen educación (incluso título universitario). O sea: como trabajo para todos no va a haber se supone que la escuela nos va a enseñar algún rebusque detrás del emprendedurismo.

Este “experimento”, que se estaría aplicando en 17 colegios a partir del 2018, entonces no es más que un nuevo eslabón en la cadena de la degradación educativa argentina. Hitos anteriores en este sentido fueron la Ley Federal, la nueva escuela secundaria y el Fines2, entre otros. Por su parte, la ley de educación kirchnerista (aún vigente), lejos de lo que sostenía el discurso oficialista, terminó de consolidar a la menemista. Por lo tanto, este nuevo proyecto no desentona con la tendencia histórica a la degradación de la educación de las últimas cuatro décadas. La educación argentina está en crisis porque la sociedad se hunde y descompone.

Nos Dicen que este es el modelo finlandés. Puede ser. Pero las reformas educativas fracasan una tras otra y quedan inconclusas. Será porque Argentina no es Finlandia. Acá, 7,6 millones de chicos sufren carencias estructurales. El conjunto de los trabajadores tiene peores sueldos. El desempleo es estructural y tiene niveles elevados que afectan, sobre todo, a nosotros los jóvenes. Nuestras escuelas se caen a pedazos, las bibliotecas tienen libros viejos, el laboratorio a menudo no funciona, nuestras viandas son malas. Esa es la escuela del presente. Y ¿la del futuro? Se viene un nuevo “genocidio educativo”. Vamos a aprender menos.

Por otra parte, se ha tratado de deslegitimar el método de la toma. Lo cierto es que la toma en sí no es ni buena ni mala. El eje de la discusión debe ser qué intereses representa. En este caso puntual, expresa el interés del conjunto de la sociedad por educarse mejor, realizado, en este caso, por los eslabones más débiles de la sociedad: estudiantes y docentes.

El gobierno critica las tomas y defiende las instancias de diálogo pero lo cierto es que eso lo puede sostener quien está en el poder. Los que no tenemos el poder necesariamente debemos recurrir a esa herramienta de lucha para poder visibilizar nuestros reclamos. De hecho, se ha logrado. Hoy el tema está instalado en la sociedad. Renglón aparte, el gobierno miente. No discutió la reforma con nadie asi que los adalides del diálogo deberían reconocer que esta iniciativa fue, por lo menos, inconsulta. No se generó ningún debate con la comunidad escolar toda.

Sin embargo, no podemos limitarnos a las tomas. No alcanza solamente con eso. Debemos organizar una gran campaña de agitación nacional. Hay que ponerse en marcha.

Por eso proponemos:

  • Derogación de la ley de educación kirchnerista

  • La organización a un gran congreso de estudiantes secundarios, terciarios y universitarios así como de docentes de todos los niveles, las familias y demás miembros de la comunidad escolar en el cual se discuta un plan de lucha por una educación pública, nacional, científica y que sirva para la transformación social. Somos nosotros quienes tenemos que discutir qué escuela queremos porque los que vienen dirigiendo la educación argentina hace décadas nos ofrecen una escuela sin futuro.

 

Razón y Revolución

 

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