Papelitos chinos – Por Bruno Magro

en El Aromo nº 82

El gigante asiático copia la receta de emitir deuda para zafar de la crisis

Las medidas keynesianas de estímulo son saludadas como la receta para evitar la crisis en varios lugares del mundo. Si a la vista de la situación económica actual ese argumento le hace ruido, vea en esta nota como en el Lejano Oriente la situación no parece muy distinta a la nuestra.

Por Bruno Magro (OME-CEICS)

Desde la crisis de 2008, varios economistas plantean que China podría funcionar como una nueva locomotora de la acumulación mundial, desacoplada de los problemas que sufrían los grandes de Occidente. A partir de ese momento,1 señalábamos, por el contrario, que no solo es parte integrante del mercado internacional como cualquier otra economía, sino que detrás de su vertiginoso crecimiento se escondían las tensiones que la acumulación de capital engendra. La expansión de su deuda a niveles récord en el último tiempo muestra que sigue el mismo camino que las economías en crisis, como Europa, Japón o los EEUU .

Acoplados

El crecimiento chino durante la última década se basó, en gran medida, en la relación con los EE.UU., principal destino de sus exportaciones (que junto con Europa totalizaban el 40% de las exportaciones del país asiático). China financió la capacidad de compra de los EE.UU., pese a su creciente déficit comercial mediante la compra de bonos del Tesoro. O sea, adquiría el derecho a participar de las futuras ganancias generadas por el capitalismo norteamericano. Merced a esa relación, entre 2003 y 2008, el PBI chino creció a un ritmo del 11-12%, al tiempo que sus exportaciones lo hacían al 20-30%. En el lapso de 5 años, se convirtió en la segunda economía, el taller y principal exportador del mundo. Este dinamismo permitió a las economías exportadoras de materias primas experimentar una expansión económica por la demanda china. La economía mundial parecía entrar en una nueva etapa de ascenso empujada por China.

Sin embargo, la expansión económica china se dio a la sombra de contribuir a la creación de capital ficticio. El creciente déficit comercial de EE.UU. fue financiado por el propio gobierno oriental mediante la utilización de sus reservas para comprar los bonos emitidos por la Reserva Federal. En otras palabras, China se vendía así mismo. No obstante, el estallido de la crisis mundial de 2008 provocó el agrietamiento de la relación y dejó en claro las bases endebles de la economía china.

Las dificultades comenzaron a reflejarse en los indicadores generales. Por un lado, el crecimiento a “tasas chinas” se convirtió en parte del pasado. La economía se desaceleró, bajando de picos del 14% anual a menos de 8 puntos en los últimos tres años. El dinamismo de las exportaciones, por trece meses consecutivos, y la producción industrial muestran similar tendencia. La clase obrera incrementó su nivel de movilización, enfrentando el aumento de la tasa de explotación y la inestabilidad, producto de la decisión de algunas empresas de trasladarse a otras economías con menores costos laborales.

Máquina de emitir

La estrategia del gobierno chino para patear la crisis y evitar el enfrentamiento directo con la clase obrera tiene dos aristas. Por un lado, apuesta a reeditar las medidas de expansión del crédito mediante la emisión monetaria, combinado con dosis de ajuste. Es decir, lo mismo que hacen otros gobiernos alrededor del mundo. Por otro, intenta enchufarle papeles a otras economías. Por eso el gobierno, representante del capital chino, busca cerrar acuerdos de “swaps de divisas”.

En cuanto a la primera, los intentos por reactivar inyectando dinero se retrotraen a 2008. Durante ese año, se lanzó un plan de estímulo a través de inversiones en infraestructura. Por su parte los gobiernos locales, además de ejecutar parte del plan, realizaron sus propias inversiones en construcción por un monto aproximado de 2,6 billones de dólares. La Ley de Presupueso de 1994 les prohibía el acceso a préstamos bancarios o emitir bonos. Entonces, apelaron a la conformación de las “plataformas de financiamiento de los gobiernos locales” (LGFV por sus siglas en inglés). Para capitalizar sus LGFV, los gobiernos locales transferían el derecho a uso de sus terrenos, muchas veces expropiados a campesinos o comprados a precios muy bajos, o sus inmuebles como garantía para la obtención de préstamos, los cuales eran volcados al negocio inmobiliario o el financiamiento de planes de infraestructura. El interés de invertir en el sector inmobiliario residía en los ingresos extras que obtenían de la venta de los derechos de uso del suelo.2 Para 2010, existían más de 10.000 LGFV, cuya deuda ascendía a 1,8 billones de dólares.

A inicios de 2012, las exportaciones chinas desaceleraron su crecimiento en torno al 6-7%, muy por debajo del 20-30% pre-2008. Los gobiernos locales recurrieron a la creación de capital ficticio para buscar compensar al sector industrial, mantener el empleo y evitar la movilización obrera. Para entonces, la deuda de las LGFV ascendía 3,9 billones de dólares, representando casi el 15% de los préstamos bancarios otorgados en 2012. Muchas de las LGFV tomaban nuevos préstamos para pagar viejos préstamos. En septiembre de 2013, muchas de las LGFV se encontraban cerca del default a tal punto que se presagiaba una quiebra “estilo Detroit”.3

El otro mecanismo que permitió maquillar la crisis vino de la mano del endeudamiento privado y de la necesidad de los gobiernos locales de obtener mayores ingresos. Luego de 2008, el gobierno central reformó el sistema bancario liberando las tasas de interés y obligó a los bancos a deshacerse de los bonos emitidos por los gobiernos locales. Pronto, esta deuda sería revendida por sociedades fiduciarias. Estas, muchas veces ligadas a los bancos, ofrecían la deuda pública junto a otros bonos emitidos por empresas, bajo la forma de un nuevo producto financiero “más seguro y rentable”Por esta vía, los bancos podían cumplir con las cuotas de préstamos y el encaje legal impuesto por el Banco Central de China. Además, al registrar dichos productos en la cuenta activos para la reventa el sistema bancario daba la apariencia de solidez. Este mecanismo permitió la aparición de nuevas instituciones financieras cuya función era recircular la deuda y otorgar nuevos créditos. De esta forma, asistimos a la versión china de la “banca a la sombra” cuyo tamaño representa el 50% del PBI, unos 4,9 billones de dólares. Este canal de crédito contribuyó a aumentar el endeudamiento privado de 5 billones de dólares a 13 billones de dólares entre 2008 y 2012. Para finales de 2013, el endeudamiento de las corporaciones chinas superó en 1,1 billones de dólares a los 13,1 billones de las firmas norteamericanas.4 Gran parte fue utilizado en actividades inmobiliarias, cuya rentabilidad era mayor que la del sector industrial exportador. Entre 2006 y 2013, la participación de la construcción, venta y equipamiento de viviendas en el PBI pasó de 10% a 23%.5 Este boom generó una sobreoferta de viviendas, dando lugar a verdaderas ciudades fantasmas con miles de viviendas y edificios vacíos. Imposibilitados de realizar su ganancia, se ofrecen viviendas a crédito sin pago inicial u ofertas tipo “con la compra de un piso, otro piso gratis”.

En problemas

Entre fines de 2008 y junio de 2014, el ratio endeudamiento/PBI trepó de 147% a 250%6. Aun así, no alcanza para revertir la tendencia a la ralentización. El estancamiento del PBI y las exportaciones restringe los ingresos públicos y genera dificultades para devolver préstamos. Otro tanto ocurre con los desarrolladores inmobiliarios, debido a que la sobreoferta de viviendas hace imposible realizar las ganancias que permitan cumplir con el reembolso. La expansión del crédito probó ser creación de capital ficticio, que sirvió momentáneamente para posponer la solución del problema central de la economía china, que es la necesidad de avanzar en la destrucción del capital sobrante.

Durante 2014, la reacción no fue muy distinta a la de 2008 y 2012. Primero, el gobierno prohibió los créditos a las LGFV. Sin embargo, con los gobiernos locales en aprietos para devolver sus préstamos, en septiembre de 2014 se aprobó una modificación de la Ley de Presupuesto. Desde entonces, los gobiernos locales pueden emitir bonos para financiar sus proyectos. Por otro lado, la tendencia a la baja de los precios obligó al Banco Central Chino a recortar las tasas de interés por primera vez desde 2012. La mayor carga financiera que surge del aumento de la tasa real de interés, no es más que una manifestación de la sobreinversión, sobrecapacidad y sobreproducción cuya resolución solo puede darse si no se depura el capital sobrante.

Por último, se enfrenta a un escenario mundial convulsionado. EE.UU. intenta relanzarse sobre la base de una caída en los costos laborales, con aumento de desempleo y devaluación que sobrevino con los programas de emisión de la FED. Al mismo tiempo, busca bloquear la iniciativa china de conformar una zona de libre comercio Asia-Pacífico. Para ello, pugna por cerrar un acuerdo de libre comercio conocido como Asociación Transpacífico. Entre las 11 economías que la conformarían, figura Japón, pero no China. De prosperar esta iniciativa, China perdería unos 100.000 millones de dólares anuales en exportaciones.7 Pero los chinos no se quedan atrás, y profundizan su estrategia de acuerdos swaps de divisas con el propósito de cristalizar el flujo comercial o de inversión con sus socios, asegurándose la provisión de materias primas y de mercados para sus exportaciones. Por el momento, cerró acuerdos con 25 bancos centrales, entre los cuales se encuentran el de Corea del Sur, Rusia, Reino Unido, el Banco Central Europeo y Canadá.

Preludio de la tormenta

La economía china, lejos de oxigenar la acumulación, profundizó la sobreproducción. En este contexto, el capital radicado en ese país comienza a relocalizar su producción hacia economías con mano de obra menos conflictiva y más barata. Para salir del atolladero, se recurre a las recetas de estímulo vía créditos y emisión que siguen otros gobiernos. Pero como mencionamos en números anteriores, este “giro mercado internista” no soluciona los problemas de fondo, sino que pospone la crisis aumentando la generación de capital ficticio. Es decir, echando más leña al fuego. El único “cierre capitalista” de la crisis económica es aquel capaz de recrear las condiciones favorables para relanzar la acumulación: la liquidación de capital sobrante y el ataque feroz sobre las condiciones de existencia de la clase obrera.

Gra_Bruno

Notas

1 Ver notas de Bruno Magro y Osvaldo Regina sobre la crisis capitalista y China en la web de Razón y Revolución, en http://goo.gl/CZ6dBm.

2 Gaulard, Mylène: “La burbuja inmobiliaria en China”, Revista Latinoamericana de Desarrollo, vol. 45, Nº 178, jul/sept. 2014, http://goo.gl/nK9Wth

3 Forbes, 29/09/2013. http://goo.gl/sDAPsN

4 Lewinger, Arturo: “Límite en la expansión del crédito global”, VII Jornadas de Economía Crítica, 2014.

5 El Confidencial, 17/04/2014, http://goo.gl/h4LEwU

6 Financial Times, Julio 2014. http://goo.gl/8MwuJz

7 The Wall Street Journal, 03/11/2014 http://goo.gl/2N7AE9

Deja una respuesta

Your email address will not be published.

*